La propuesta del grupo jienense Los Mejillones Tigres abarca desde la diversión sonora sin límites morales hasta la cumbia punk (o pank, en plan Shakespeare), pasando por la psicodelia, el boogaloo o el espectáculo plenamente participativo del público.
Cuando el cantante explica que «Quien no se mata es porque no quiere» (frase muy oportuna para un lunes como hoy), exhibe un humor iconoclasta que engancha a la audiencia gracias al frenesí de una ceremonia catártica dirigida con maestría por Iñaki, ese Brian Wilson hispano que se deja la piel sobre las tablas mientras los otros cinco compinches parecen alocados satisfyers que dan gozosos tumbos por el escenario sin perder el ritmo, fortaleza muy destacable del grupo junto a sus magníficas voces o puesta en escena.
Se puede sudar sangre para definir un espectáculo que combina grabaciones de películas, reparto de chupitos entre los espectadores o guajiras seguidas de cumbia o pura psicodelia, como la pieza Ayahuasca.
Tras arrancar en la sala Maravillas con Dale Candela, la banda repasó su álbum de estreno (Tropical y Salvaje), nacido en la fase más virulenta de la pandemia; pero las risas han ganado a las tristezas y ahora están moviendo Fuego, su flamante entrega hipercachonda y sarcástica donde se cachondean sin reparos de todo lo divino y humano.
Pronto se asoman por Granada o Huelva y es algo que no conviene perderse, si se quiere mantener el corazón alegre.
Fotos – Ana Hortelano