Chris Isaak. 22 de junio de 2023. Noches del Botánico, Madrid.
“Soy el auténtico chico americano, te quiero con todo mi corazón, diez veces más que todas esas estrellas de cine” entonaba a eso de las diez y media de la noche en el incomparable marco de las Noches del Botánico de Madrid Chris Isaak, quien lucía espléndido con un traje de cowboy lleno de lentejuelas, el cual hacía juego con la purpurina del bajo de Roly Salley y el más discreto atuendo del resto de la banda. Los alegres acordes de esa American Boy daban paso a una de las joyas del repertorio de Isaak, Somebody’s Crying, donde ya pudimos disfrutar de esos agudos suyos tan característicos y que se te clavan en la piel.
A lo largo de todo el espectáculo, el californiano, que en breve sumará 67 primaveras demostró ser el perfecto anfitrión para la mejor de las veladas, nada parco en palabras, no dejó de comunicarse con un atento público para mostrar su agradecimiento y crear un excelente ambiente de familiaridad. Tal punto alcanzó esa sensación, que mientras sonaba la dulce Waiting se bajó del escenario cruzando la pista y llegando a las gradas del recinto confundiéndose entre el público. La luz de los focos fue sustituida en ese momento por la de los teléfonos móviles que cumplieron a la perfección ese cometido.
Ya de vuelta sobre el escenario y tras dos temas más, el público se derritió al comenzar a sonar las primeras notas de Wicked Game, que es ya indiscutiblemente un himno intergeneracional. Fue David Lynch quien rescató esta canción un año después de que saliera a la luz para su película Corazón Salvaje y propició su repentino éxito en el 90’. El escenario, por otro lado, con esos inmensos cortinajes cubriendo el fondo y cambiando de colores, proporcionaban una apariencia muy propia de la estética de Lynch.
A lo largo de todo el concierto Isaak demostró sus dotes como conductor de espectáculos. Quedó patente aquí la faceta como presentador de su propio programa de televisión en EEUU en un pasado reciente. “Gracias por apoyar la música en directo. Si no fuera por vosotros, estaría paseándome por las calles de Madrid de esta guisa (refiriéndose a su llamativo traje azul claro relleno de lentejuelas) y la gente que se cruzase conmigo diría ‘¿Qué hace ese tipo vestido así?’”, bromeaba entre canción y canción.
No faltaron las versiones con las que el músico homenajeó a sus ídolos, como Pretty Woman y Only the Lonealy, de Roy Orbison o Can’t Help Falling in Love, de Elvis Presley, entre otras.
Mucha música con tintes de rock de los cincuenta, muchas baladas y otras que energizaron al público con sus acordes, como otra de las más esperadas, Blue Hotel.
Tras Big Wide Wonderful World llegó el momento de los bises. El público gritó a pleno pulmón hasta que la estrella retornó al escenario con un traje todavía más llamativo para sorpresa de todos. Realmente podríamos decir que Isaak lleva fantásticamente la definición de horterismo, arrastrándola un paso más allá y luciéndola con muchísimo estilo. Es un animal de escenario y disfruta llevándolo al límite cuidando cada mínimo detalle (como también quedó patente cuando hacían las típicas coreografías que solían hacer los músicos con sus instrumentos bailando al unísono en los años cincuenta).
Con ese traje de espejos arrancó esos bises con Baby did a Bad Bad Thing, que no podía quedarse en el tintero.
Mucho tiempo ha transcurrido desde la última vez en que nos visitó Chris Isaak, esperemos que no deje pasar tanto para la próxima. Allí estaremos.
Texto y fotos Isabela Roldán.
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