The Electric Alley: los profetas del sur en su paso triunfal por Madrid

La sala Rockville no la conocía, y mira que soy una espectadora bastante asidua de bolos. La sala es acogedora, curiosa, amplia y tiene una especie de grada a un lateral y una barra bastante larga. Lo malo, el escenario: es grande, algo que me imagino que los músicos agradecerán, pero el sonido de la batería se queda algo apagado estando ahí metida dentro de un espacio tan alargado. El hecho de que el escenario no esté elevado hace que apenas se vea el escenario (ni los músicos), a no ser que te pongas en la grada en el lateral (aunque tampoco es que haya mucha visibilidad desde ahí).

Sin embargo, todo eso parecía importar muy poco a los que hemos llenado la sala anoche para ver un grupo que últimamente está en boca de todos y todas: The Electric Alley. La mayoría de los asistentes quería fiesta, buen rollo y muy buen rock and roll. Y sin duda, eso es lo que hubo. Pocas veces he escuchado una voz en directo tan potente que chorrea tantísima fuerza y pasión. De hecho, de los cantantes españoles de rock actuales, solo me viene a la cabeza otro nombre más: Susana Colt de Montana Stomp.

Sí, lo primero que te llama la atención es la voz de Jaime Moreno. Es acojonante, esa potencia y cómo es capaz de cantar así y que su voz parezca natural y nada forzada. Lo segundo que te salta a la vista (o a los oídos) son los punteos de su guitarrista, Nando Perfumo. No es un corremastil cualquiera y no hace solos de 3 o 4 minutos. Pero da la sensación que podría hacer cualquier cosa con su Gibson en mano. Mientras la voz del gran cantante fluye con una fuerza divina, las armonías y melodías que salen de la guitarra de Nando son tan sentidas y tan acertadas que no puedes evitar compararle con los mejores guitarristas hard-rockeros de los 80 – y no solo me refiero a sus armonías a lo Thin Lizzy (que de hecho fueron incluso más evidentes anoche cuando versionaron épicamente “Cowboy Song”). Es, sin duda, un dúo extremadamente potente, arropado perfectamente por una base rítmica sólida y contundente: Sergio Reyes Gamaza (bajo) y Rafa G. Benítez (batería) son como un tren en llano y sin paradas.

El conjunto gaditano llevaba desde el 7 de marzo del 2020 (una fecha ‘pandémica’ bastante significativa) sin tocar en la capital y al agotar entradas en su paso por Madrid anoche, hubo mucho nerviosismo por ver a los llamados ‘profetas del sur’. Pero The Electric Alley demostraron desde el primer momento que venían a darlo todo. Desde luego, tienen todo para triunfar: cuatro discos bajo sus brazos (aunque debo admitir que el último no me ha enganchado del todo por acercarse peligrosamente al lado mainstream), baladas, fuerza, un rollo setentero que gusta a casi todo el mundo, muchas ganas y profesionalidad, y un público totalmente entregado y a sus pies, coreando casi todos los estribillos. Talento, fuerza, ganchos pegadizos y claramente mucho amor por lo que hacen… ¿Qué más se puede pedir? Pues os lo diré (como buena mujer, ¡siempre pido más!), lo que quizá falta es una Fender, por ejemplo. Dos Gibson sobre el escenario, da igual lo buenos que sean los guitarristas, pocas veces crean un sonido suficientemente convincente. Desde mi punto de vista, al complementar esos tonos sombríos tan característicos de la marca de Kalamazoo con un timbre más de tiple que suelen proporcionar las Strats o las Jaguar, el sonido se convierte en algo más contundente, persuasivo y, a veces, incluso más apabullante. La voz de Jaime es gloriosa. Lo que sale de la guitarra de Nando, también. Pero no puedo evitar echar en falta algo un poquito más envolvente… Llevan ya más de una década en ello, pero no hay que conformarse nunca. Hasta el mismo Bon Scott lo decía, “It’s a long way to the top if you wanna rock and roll”. Y aunque The Electric Alley todavía no han llegado al olimpo del rock español, intuyo que pronto llegarán. Indudablemente saben rocanrolear.

Me habían avisado. Te encantará su directo, dijeron. Las armonías y el talento de estos chavales son la hostia, dijeron. La sala se desbordará con las ovaciones del público, dijeron. Te impactarán, dijeron. Y cuánta razón tenían. Larga vida a The Electric Alley.

Texto: Jessica Jacobsen

Fotos: Rafael Pajares & Jessica Jacobsen

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