The Cult, amanecer bajo el sol de medianoche

The Cult volvió a Barcelona once años después para demostrar que no han perdido la garra ni el hambre del directo.

Y viendo el lleno de la sala, había muchas ganas de volver a ver a los creadores de esa piedra angular del rock como es “Sonic Temple”. La excusa, y nunca mejor dicho, era la presentación en vivo de “Under The Midnight Sun”. Un excelente trabajo bastante más relajado a lo que The Cult nos tenían acostumbrados, pero sin perder un ápice de la intensidad de sus creaciones. 

La encargada de amenizar la espera mientras se iba llenando Razzmatazz fue la italiana Lili Refrain. Su propuesta podría parecer arriesgada para ser telonera de una banda de rock. Pero si esa es la banda de Ian Astbury, la elección cobra más sentido si lo enlazas con las influencias tribales que siempre ha tenido. A través de loops infinitos y cánticos próximos a la invocación, Lili Refrain va construyendo las capas que componen su trabajo. A medio camino entre cánticos chamánicos y oscura hechicería, la artista italiana completó su ritual.

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Tras la sorpresa del público, tanto para bien como para mal, llegó la tensa espera. Es cierto que parece que hace años que The Cult ya no es aquella banda volátil e impredecible, pero aún sigue dependiendo del estado de humor de Ian Astbury. Un último pase de incienso por el escenario fue la señal que esperamos para estar atentos al inicio. A oscuras y mientras sonaba uno de los temas que Peter Gabriel compuso para “La última tentación de Cristo“ fueron saliendo los músicos. Sobre las tablas, Mike Mangan en los teclados, Charlie Jones al bajo y John Tempesta con las baquetas. Y por supuesto la esencia de The Cult, Billy Duffy e Ian Astbury

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Quien esperase un inicio tranquilo con alguno de los temas nuevos, se llevó la primera en la frente. “Rise” fue la encargada de iniciar la descarga y ya nos dejó ver a un Astbury muy concentrado y con ganas. Durante todo el concierto dió toda una lección de cómo se acompañan los temas con la pandereta. Duffy por su parte se mantuvo a su derecha, sólido como un bloque de hormigón. Quizás no sea el más espectacular de los guitar-hero, pero es de una eficacia increíble. No hay nota o acorde que sobre, y su presencia escénica sigue siendo imponente. Sin dar descanso alguno le dieron cancha a “Sun King” que sonó a gloria. Empalmaron con “King Contrary Men” dejando claro que no habían venido a dejar prisioneros. Cada tema era un disparo tras otro a bocajarro. 

A estas alturas desde las primeras filas ya se podía constatar que Astbury estaba disfrutando del concierto. Esa fama de gruñón y huraño, perdió enteros esa noche. Jugueteó en el escenario con las panderetas, lanzó púas a los técnicos que estaban en el lateral, animó al público con los cánticos… Solo hacía falta echar un vistazo al técnico de guitarras para ver la distensión que había. Cero preocupaciones. Únicamente disfrute. “Sweet Soul Sister” fue uno de los temas que se vivió más intensamente desde el público antes de que “The Witch” hiciera acto de presencia. Contó con un pequeño añadido más boogie blues en su parte final donde pudo lucirse Mike Mangan.

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Es curioso que siendo una gira de presentación, fuese “Electric” el disco más representado con hasta seis temas. Dos de ellos fueron los siguientes en aparecer. Tras un breve agradecimiento, el riff de “Lil’ Devil” puso a saltar a todo Razzmatazz y con ella la primera pandereta de las cuatro que Astbury llegó a regalar. “Aphrodisiac Jacket” atemperó el ambiente lo suficiente para que “Vendetta X” tuviera el clima necesario. Momento además para que Billy Duffy cambiara su Gibson negra por una bella Grestch White Falcon.

Los primeros acordes que salieron de los dedos de Duffy con ella fueron los del clásico “Phoenix”. Con Astbury provocando los típicos “oe, oe” del público y preguntando si este era el “jodido show que esperaban” arrancaron con “Wild Flower”. John Tempesta es la potencia contenida pero bien ejecutada, un mecanismo de timing perfecto que impulsa cada uno de los temas. La última visita a “Under The Midnight Sun” vino de la mano de “Mirror”, y tal y como sonó supo mal que no tirasen de más temas nuevos. Ni siquiera “Give me Mercy” tuvo sitio en el repertorio. Aprovechó el tema para recordar la figura de Gaudi y su Sagrada Familia, imagen que han usado para algunas de las camisetas de la actual gira.

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Tiempo para recordar “Dreamtime” con “Spiritwalker”, momento en que ya se pudo ver las consecuencias del uso intenso de la pandereta por parte de Astbury. Las heridas en las manos ya dejaban ver la sangre que acabaría pintando su rostro al final del show. El público entregado con los coros tanto de esta como del siguiente tema “Rain” fue otro de los  momentos del concierto. Espalda contra espalda, Astbury y Duffy dejaron claro que aquellas peleas en el escenario y la indiferencia que se mostraban formaba parte por fín del pasado. Que quereis que os diga, esa imagen apoyados uno con el otro y sonriendo te alegra el dia. El broche final antes de los bises lo puso “She Sells Sanctuary”, uno de los grandes éxitos de The Cult.

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A pesar del calor de la sala, Astbury solo se desprendió del largo abrigo para volver a salir minutos después con una sudadera y rematar el concierto. Dos temas más de “Electric” (con estos fueron seis los que sonaron) ocuparon la parte de los bises. Tratándose de los dos últimos, lugar reservado normalmente para los grandes éxitos, la elección de “Peace Dog” me pareció sorprendente. En el tintero se dejaron “Ciao Edie” o “Fire Woman”, temas de los últimos (y más que recomendables discos) que hubieran tenido aquí un sitio. Eso no quita que esta primera elección de “Electric” no sea un gran tema. Donde no había dudas era que “Love Removal Machine” es un aplastante cierre de concierto. Detalle curioso el que tuvo Billy Duffy, seguidor acérrimo del Manchester City, durante la presentación de los músicos que dedicó el concierto a Pep Guardiola.

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Anécdotas aparte, he leído que si el concierto fue corto, que si Astbury y su voz no estuvieron a la altura… No voy a negar que un par de temas más podrían haber sonado. Pero desde que he podido ver a The Cult, pocas veces han superado la hora y media. Y más que la duración creo que es más importante la actitud y la intensidad que ofrecieron. Los rastros de sangre en la cara del santo bárbaro podrían dar una pista de ello. Su voz… Astbury nunca fue un virtuoso. Su cualidad recae en las intenciones y los fraseos que desprende, estando más cerca de un crooner rock que un prodigo vocal del heavy. Volver a sudar y que no te den un respiro en una época en que los conciertos son grandes chiquipark («you know what I mean») no tiene precio.

Sólo un pero al concierto. Y fue la prohibición por parte de la banda a que los profesionales de la fotografia pudieran usar el foso para su trabajo. Una decisión extraña y sin mucho sentido en una época en que la incertidumbre de sus conciertos ha virado hacía una madurez en la ejecución. Quizás este sea uno de los efectos de lo que pasa bajo el sol de medianoche.

Fotos: Enric Minguillón





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