Toquinho y Camilla Faustino pintan una «Aquarela» de talento en el cielo de Barcelona

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Comentaba Antônio Pecci, conocido mundialmente como Toquinho, durante el recital que ofreció el pasado 25 de julio en el Poble Espanyol de Barcelona, que el añorado compositor  Luiz Gonzaga “hacía fácil lo difícil”. Y al contemplarle deslizar sus dedos sobre la guitarra para desnudar “Asa Branca” quedó patente que con un único instrumento el cantante y guitarrista brasileño podía secuestrar tu alma en pocos segundos. Hablando de tiempo, fue un concierto dividido en dos partes, la primera con el artista dominando las tablas solo y, en otras ocasiones, con el acompañamiento del bajo de Eduardo Penz y la certera batería de Mauro Martins.

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Fue en estos compases cuando quedó claro que la Bossa Nova sería el estilo que dominaría la velada junto a las simpáticas anécdotas que el artista iba desgranando sobre su trayectoria, pues la base de la actuación consistió en un desenfadado repaso a sus casi sesenta años sobre las tablas. Por cierto, nadie diría que atesora setenta y siete primaveras con la energía que desbordó ante el público que llenó el lugar donde se celebró por primera vez el Alma Festival de Pedralbes. Entre canciones, risas y palabras surgieron divertidos recuerdos vinculados al poeta y músico Vinícius de Moraes, cuya “Garota de Ipanema” llevaba su letra y que se mezcló con ese otro gran clásico que es “Corcovado”, ambos unidos por las partituras de Antônio Carlos Jobim.

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Pero hubo mucho más y eso incluyó la colaboración de varios miembros de la asociación enCantados que, mediante la lengua de signos, permitieron que las personas sordas disfrutaran de la hermosura de las letras y que, usando un globo que reposaba en sus barrigas, pudieran sentir las vibraciones de la música.

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Si esta iniciativa hizo todavía más bonito el espectáculo, con la llegada de la cantante Camilla Faustino, a la que Toquinho conoció hace unos años en un espacio televisivo, la belleza adquirió otros matices. La química entre ambos fue natural, fluida, en la que un gesto bastaba para entenderse, como probó la armonía entre sus dos voces en  “Aquarela”, la pieza que encumbró al brasileño a las cimas del éxito en 1983.  

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Saliéndose del guión establecido, dieron “Gracias a la vida”, reivindicando a la chilena Violeta Parra y, cogiendo al público totalmente por sorpresa, interpretaron a dos voces y guitarra “Paraules d’amor” de Joan Manuel Serrat por primera vez encima de un escenario. Sin duda fue muy emotivo evocar algo tan simple y precioso como un tierno romance entre adolescentes de una manera cercana y sensible. Unos pocos minutos antes —y  volviendo al Noi del Poble Sec—, “Aquellas pequeñas cosas” ya había descrito la sencilla belleza de la noche en la que Toquinho y Camilla pintaron de talento el cielo de Barcelona.  

Fotos Ramón Hortoneda.

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