De camino al concierto, me acordé del exacto día en que Ben Harper entró en mi vida, circa 1998. Durante una visita a la tienda de discos que solía frecuentar regularmente, el dependiente me dijo: «este tío vale mucho la pena». Tenía razón y sigue teniéndola. Ben Harper es fiel a sus orígenes y no defrauda nunca.
Con su honesta simpatía, su tímido sentido del humor y, sobre todo, su enorme aprecio por el público. «No sería bonito si no estuvierais aquí para escucharlo», dijo en una sincera declaración de amor hacia la audiencia. La apertura a capela marcó el tono de la noche.
El concierto de Harper en en Sant Feliu de Guixols el pasado 21 de julio, fue un viaje musical que nos llevó desde el Harlem hasta Jamaica, pasando por África y Tennesse. En algunos momentos se intuían toques de berimbau en una curiosa combinación con el gospel, y por encima de todo, las referencias al country y al blues.
“Todo lo que toco siempre va dedicado a Willie Nelson”, dijo sonriendo en un momento de complicidad con alguien que le pedía una canción. Benito, como él mismo se hizo llamar esta noche, abarca todo con tanta propiedad que nada suena falso, lo que toca es auténtico y muy propio.
Su generosidad al dar espacio a los Innocent Criminals nos brindó un increíble duelo entre guitarra y bajo en «Always Have to Steal My Kisses» y a intervenciones dramáticas del Leslie y los coros. “Son virtuosos”, dijo para definir sus compañeros de escenario. Ben Harper no es de hits, pero sí numerosos temazos que fueron recibidos con ovación por el público, como «Burn One Down» y “With my Own Two Hands”. El viaje musical culminó en un gran finale, con la versión roquera de «Knocking on Heaven’s Door».
Después del bis, un emocionado Ben Harper claramente no quería salir del escenario. «Soys nuestro sueño», dijo al público antes de irse. Hoy, 25 años después de aquella visita a la tienda de discos, sigo agradeciendo a aquel dependiente por la valiosa indicación. Y, por supuesto, a Ben Harper por seguir compartiendo con nosotros su enorme amor por la música.
Texto Bel Lepikson. Foto Desi Estévez.
