L.P. se reencuentra en el ALMA

Tras L.P. se esconde Laura Pergolizzi, quizás uno de los máximos exponentes del pop actual. La artista estadounidense hizo vibrar al Poble Espanyol dentro del ALMA – Jardines de Pedralbes.

La cantautora y compositora fue una de las sensaciones de la anterior edición del festival. Y con un año de diferencia, su éxito se mostró intacto rozando de nuevo el cartel de no hay entradas en esta nueva ubicación. La única diferencia es que su próximo disco se encuentra a unos meses de ver la luz. Una excusa perfecta para L.P. y darse un nuevo baño de masas. En esta ocasión la espera en el Village venía de la mano de Sara Terraza. Con una puesta en escena sencilla pero efectiva, la cantante ofreció muestras de su disco para disfrute de quien se acercó a la zona a escuchar “Ja ploraré despres”, “Y tu ego que tal?” o “My favorite things”.

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La sensación de dejarse llevar sólo por un par de recomendaciones y el desconocimiento casi absoluto de su discografía hacían que la velada estuviera dispuesta para el descubrimiento. Por no saber, no tenía ni idea de la apariencia física de quién había ido a ver. Era emocionante ver desde fuera ese punto fan sin estar implicado, algo que aún aumentaba más mi curiosidad. En el escenario una composición clásica de banda, L.P. salió con su guitarra para iniciar con fuerza con “When We Touch”. Sobre las tablas la pequeña figura andrógina de un adolescente de cuarenta años con un look que me recordaba a la mezcla de unos primerizos Keith Richards y Bob Dylan. 

Y podría ser pequeña de forma, pero en cuanto soltaba por esa boca todo el poder de su garganta, L.P. se hacía gigante en el escenario.  “Goodbye”, “Girls Go Wild”, “Everybody ‘s Falling In Love” mostraban unos registros bastante más potentes en el directo que en las versiones de estudio. Quizás por el tratamiento más rockero en el que era difícil no fijarse en su guitarrista. Andrew Berkley anda a medio camino entre el glam de Bolan y la estética metal pero con un sentido del espectáculo muy integrado en el show. Por su parte L.P. iba alternando la guitarra con el ukelele o dejaba que su voz o su poderoso silbido fueran su único instrumento. 

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La sensualidad de un tema como “When We’re High” inundó la plaza del Poble Espanyol. En ella, L.P. demostró sus dotes dentro del cante lírico llegando a unos agudos dignos de una cantante de ópera. Sorprende que en un cuerpo tan menudo haya semejante torrente de voz. Otra cosa que destaca es la capacidad de fusionar estilos musicales más clásicos con las sonoridades del pop más actual, como en “No Witness”, “Strange” o “The One That You Love”. Algo que continuará haciendo en su futuro disco “Love Lines” del que presentó “Love Song”, un tema potente que hará las delicias de sus seguidores. 

Pero la columna vertebral de este concierto lo formaron “Lost In You” y “Churches”. Del primero, está claro que “Muddy Waters” es una de esas canciones que no pueden faltar en su repertorio. El aire pesado, casi como un blues tradicional de principio del veinte, en directo explota hacia un final en el que L.P. destroza la pandereta con la que se acompaña toda la canción. Llegamos al momento más tranquilo del concierto en el que la cantautora se queda sola en el escenario. Al piano para interpretar “Recovery” y con la guitarra acústica para hacer lo propio con “Churches”, L.P. dejó claro que es todo terreno instrumental. 

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Con la vuelta de la banda al escenario, enfilaron la recta final el concierto con “My Body”, “One Like You” y sus ecos al muro de sonido de Phil Spector y esos temas tan cincuentas. “Golden” y “One Last Time” cerraron el set principal con presentación de la banda incluida. Y convirtieron la plaza del Poble Espanyol en una gran fiesta que aún esperaba con impaciencia «Lost On You» el gran éxito de la artista neoyorquina, sin duda su tema más mediático y conocido. Sabedora de eso, L.P. tuvo el detalle de dejar a la banda explayándose mientras ella bajaba al foso a firmar, saludar, hacerse fotos y repartir besos y abrazos con la gente de la primera fila. 

Un bonito detalle que puso un broche de oro a un concierto que probablemente no te cambie la vida, pero que sorprende por su calidad y es capaz de hacerte olvidar los problemas que puedas tener fuera. Por su parte, la voz de L.P. me recordó en varios momentos al malogrado Jeff Buckley, así como cierta esencia en sus canciones dentro de esa mezcla con sonoridades más oldies. Ojalá se mantuviera en ese equilibrio entre lo moderno y lo clásico, pero mucho me temo que se dejará caer al bando de lo convencional y mainstream. Mientras tanto seguiremos disfrutando sus directos por si acaso resulta que al final acierto en mi predicción.

Fotos: Desi Estévez





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