La visita de Ciro y Los Persas a Barcelona se saldó con un concierto demoledor que puso a prueba los cimientos de la sala Razzmatazz.
Hay quien piensa que realizar una nueva gira en menos de un año podría resultar un hándicap en la venta de entradas. Es por eso que el segundo lleno de Ciro y Los Persas solo hace que demostrar las ganas de vivir esas sensaciones a quien está a miles de kilómetros de su patria. O simplemente de quienes quieren recuperar todo estos años de desconocimiento de las grandes bandas rolingas.
En esta ocasión el diario de viaje de Andres Ciro Martinez venía ampliado por la visita a varias capitales europeas dejando tras de sí en todas el cartel de entradas agotadas casi colgado. Y Barcelona no fue una excepción. Y nunca mejor dicho, presentaba un lleno hasta la bandera. O mejor dicho, Razzmatazz se llenó de banderas. Pancartas colgadas de los laterales, banderas de numerosas zonas de la república y muchas ganas de pasarla bien dejaban muy poco espacio en la sala. Y un sin fin de cánticos para animar la espera hasta que comenzara el show.
Hubiera sido un detalle que desde la organización se hubiera avisado de que Manuela Martinez, hija de Ciro, saldría a modo de telonera junto con Los Persas. Eso sí, repartieron dulces típicos a la entrada para endulzar la espera. Y lo primero en llegar fueron los tribales ritmos de “El balneario de los doctores crotos” para poner a bailar a la sala desde el primer momento. Salieron a matar con “Arco” en la que la parroquia más rockera ya dió rienda a los primeros pogos importantes. Sobre el escenario la banda no se dejaba nada en la recamara. Los incendiarios solos de Juan Manuel Gigena se complementaban con las poderosas rítmicas de Rodrigo Perez. Mientras Broder Bastos al bajo, Julian Isod en los parches y Martin Lörhengel en los teclados mantenían la caldera de la locomotora a toda marcha.
El lamento de una armónica fue el aviso para que la “Banda de garage” recuperase las sensaciones de quien aún toca en pequeñas salas antes de enfrentarse a los grandes estadios. Los aires reggae de “Civilización” pusieron la calma justa en la locura, uno de los perfectamente colocados ojos del huracán en el repertorio. Ahí tuvo su sitio “Vas a bailar” uno de los éxitos de la actual formación que fue coreada por el público hasta quebrar la garganta. La vuelta al repertorio de Los Piojos hizo desempolvar los aires arábigos de “Luz de marfil”. Ideal para que el sensual caminar del bajo, el ritmo de la armónica y la esencia rolinga nos hiciera sentir “Tan solo” en la sala.
“Luz” nos trajo en la pantalla el resumen de cómo los muchachos de la albiceleste llegaron a la tercera. Posiblemente fue el único momento en que la mayoría perdió de vista a la banda por unos segundos. Para los que llegamos cuando Manu Martinez abandonaba el escenario hubo una segunda oportunidad de escucharla. Ciro dió el relevo a su hija para que nos cantara unos “Secretos”, bajo la excusa de uno de sus treinta cambios de vestuario. Con Ciro de vuelta, “Antes y después” volvió a elevar la voz de los presentes hasta ponerse al volumen de la banda. El contagioso ritmo de “Como Alí” puso de nuevo a prueba la resistencia física de los conciertos de Ciro y los Persas.
En la disyuntiva entre “Todo Pasa” o “Verano del 92” resultó vencedora la segunda y es que habían muchas ganas de saber de nuestro Fasolita querido. “Mirenla” puso un poco de pausa para dar tiempo a que llegara a un invitado sorpresa aunque fuera en modo audiovisual. Ciro y Charlie Garcia compartieron a través de la pantalla las estrofas de “Raros peinados nuevos”. Sabiendo que la fiesta iba llegando a su fin, la intro de “Marado” puso las reservas de energía a trabajar para lo que se venía. El recuerdo al gran Diego es siempre un momento de alta exaltación con el que dejarse llevar por el vórtice del fervor. Puso “Ciudad Animal” el punto y seguido al concierto como falsa despedida contagiando al público la alegría de su ritmo.
Poco se hicieron de esperar Ciro y Los Persas para entrarle a “Bicho de Ciudad”, “Me gusta” y “Ruleta” y poner a prueba las piernas y las gargantas de la hinchada que deseaban que la noche no terminara nunca. “Insisto” debería de haber sido la última canción antes del segundo bis, pero no había tiempo para pausas. Así que tras la competición entre los SI de la banda al fin del concierto y los NO del público como respuesta se desató la locura con “El Farolito”. El recuerdo a “Juana Azurduy” puso el punto reivindicativo al concierto que terminó con “Astros”, un tema que podrían firmar perfectamente Marea. Tras la foto con el público, la banda abandonó el escenario dejando a Andrés Ciro Martinez solo con su armónica para interpretar el himno nacional ante el delirio colectivo.
Está claro que esta serie de conciertos le está dando a Ciro y los Persas una segunda juventud y un merecido reconocimiento fuera de su tierra. Con la relativa tranquilidad de saberse conocidos y que llenaran recintos de mediana capacidad, para la banda es una vuelta a la esencia. Y lo cierto es que es un placer poder disfrutar en este formato alejado de grandes masas a bandas como esta.