¡Shhhhhhhhh! Ahora que no nos lee casi nadie tengo que haceros una pequeña confidencia que no me dejará en buen lugar. Nunca he soportado a Elvis Costello, con toda la crítica (bueno, casi toda, como veremos más adelante) rendida a sus pies y su sempiterno aspecto de empollón al que coserías a collejas.
Sí, lo reconozco. Era una especie de odio irracional porque además, y esto carece de todo sentido, siempre he sido muy fan del fabuloso ‘Brutal youth’ que grabó a mediados de los noventa. Fobias o rarezas que tiene uno.
El caso es que a poco a poco, y más tarde de lo previsto, he ido remediando esa extraña injusticia hacia el gafotas británico, adquiriendo y profundizando sobre todo en su infalible primera etapa; ya sabéis: ‘This year’s model’, ‘Get happy’, ‘My aim is true’….
Pero no es de ninguno de esos álbumes de los que quiero hablar, sino de una extraña anomalía en su carrera: De cuando Declan Patrick MacManus, más inglés que las fish & chips, el cambio de guardia de Buckinham Palace o el Big Ben, se dio un garbeo hasta Nashville junto a sus inseparables Attractions, grabó un álbum de versiones de country y salió absolutamente indemne de tamaño desafío.
‘Almost blue’ (1981), que así se llamó dicho trabajo, fue el primer disco de Costello sin la producción del gran Nick Lowe y constaba de un puñado de versiones de clásicos incontestables de leyendas como Hank Williams, Merle Haggard, Gram Parsons, George Jones o Charlie Rich.
Composiciones como ‘Why don’t you love me’, ‘Sweet dreams’ ‘Hot burrito #1’, ‘Tonight the bottle let me down’ o la rockera ‘Honey hush’ (que se sale un poco del guion), son adaptadas con todo respeto en un estilo quizás menos espídico y powerpopero al que nos tenía acostumbrados el londinense, en una propuesta absolutamente temeraria, si tenemos en cuenta la época en la que fue grabada, principios de los ochenta, en la que el género country no gozaba de una gran popularidad.
Curiosamente, como comentaba en la introducción, el disco pilló a la crítica con el pie cambiado y no gozó del beneplácito generalizado como había sido habitual hasta entonces, tildándolo en algún caso de modo despiadado de proyecto ‘sorprendentemente torpe’.
Otro aspecto interesante era el artwork de la carpeta, diseñado por Barney Bubbles (artista asociado a la escena británica de los setenta y ochenta), un claro homenaje, tanto en sus colores como en su tipografía, al maravilloso clásico publicado por Blue Note en 1963, ‘Midnight blue’ de Kenny Burrell (por otra parte, ¿hay algo que resulte más fascinante que los diseños de este mítico sello de jazz?). Para más inri, la mencionada portada venía acompañada de una sarcástica pegatina de advertencia indicando que el álbum ‘contenía música country que podía ofender o causar una extraña reacción en gente de mente estrecha’.
Con toda probabilidad, ‘Almost blue’ fue injustamente tratado en su época; y seguramente tiene más sentido y suena más fresco que nunca en la actualidad pero fue quizás la primera señal de inquietud de un artista que nunca se ha caracterizado por ser predecible. Si queréis saber cómo se las gastaba Costello enfundado en un imaginario sombrero de cowboy, mostrando su amor por la mejor música americana, es de justicia recuperar este atractivo álbum.