Con todos ustedes, Gandalf, melancólica y oscura psicodelia desde NYC. La historia de una semidesconocida banda que con el paso del tiempo ha obtenido algo de relevancia.
Hace muchos años encontré, en una de mis frecuentes visitas a los rastros, un álbum de enigmática y sugerente portada pero desafortunado nombre, de un grupo que desconocía totalmente, y me lo compré a ciegas, por la confianza que me transmitía el sello que lo editaba, Sundazed, el cual suele ser garantía de calidad. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme no sólo con un trabajo interesante, sino con una auténtica joya perdida de finales de los sesenta.
El origen de la banda americana Gandalf lo podemos situar en 1958, cuando Peter Sando (vocalista y guitarra), un adolescente de New Jersey obsesionado por la música, conoce a Bob Muller (batería y, en el futuro, bajista de la banda) en la época del instituto y se une a su grupo, Clef Tones. Más adelante, como The Thunderbirds y a continuación, bajo el amorfo nombre de The Rahgoos, se moverán por el circuito neoyorkino, en clubs como el Phone Booth, The Electric Circus y, en especial, el “Night Owl Café”, en Greenwich Village, donde compartirán escenario con grupos como The Blue Magoos, Lovin’ Spoonful, James Taylor and the Flying Machine, Richie Heavens, Tim Buckley o The Magicians.
Gracias a la amistad que traban con los líderes de los mencionados The Magicians, Gary Bonner y Alan Gordon (compositores de éxitos para The Turtles como “Happy together” o “She’d rather be with you”), conocerán a los productores Charles Koppelman & Don Rubin (Lovin’ Spoonful, Tim Hardin, etc) que han puesto en marcha un sello, “Hot Biscuit Disc Company” con distribución a cargo de Capitol Records.
Éstos quedarán fascinados por la escalofriante interpretación que los Rahgoos (ya consolidados definitivamente con Frank Hubach a los teclados y Dave Bauer a la batería) hacen del viejo standard “Golden Earrings” y los fichan inmediatamente, pero les piden que cambien su nombre por el de Knocknockers, a lo que éstos se niegan. Es el propio batería, que ha estado leyendo “El Hobbit” de J.R.R. Tolkien quien sugiere el desacertado nombre de “Gandalf and the Wizards”, quedando reducido finalmente a Gandalf.
Grabado en los míticos estudios Century Sound de Manhattan en 1967 y con el prestigioso ingeniero Brooks Arthur a los controles, “Gandalf” es un fascinante y excepcional álbum, dotado de un ambiente ensoñador, melancólico y lisérgico, en el que convergen la psicodelia, el pop barroco y el progresivo, con influencias evidentes de grupos como The Zombies o The Left Banke y donde destaca el tratamiento de las voces, suaves y sugerentes, bañadas en eco y reverberación, y la vital omnipresencia de los teclados.
Una de las características más relevantes de dicho trabajo es que, debido a que en el momento de la grabación el grupo apenas disponía de dos temas propios, se nutre, en su mayor parte, de imaginativas y deslumbrantes versiones adaptadas al sonido característico del grupo.
De esta forma, el álbum se abre con una mágica adaptación pasada por el tamiz psicodélico del mencionado “Golden Earrings”, un viejo tema que había sido versionado con anterioridad por gente como Frank Sinatra, Bing Crosby o Peggy Lee. Se incluyen además tres gemas del malogrado cantautor folk, Tim Hardin (“Hang on to a dream”, “Never too far” y “You upset the grace of living”) por ser una de las primeras inspiraciones de Peter Sando a la hora de componer.
De sus colegas Bonner y Gordon (que suministraban hits a The Turtles o Three Dog Night) escogen dos preciosos temas, “Tiffany rings” y “Me about you”. El cupo de versiones se completa con otras dos fantásticas piezas; el clásico “Nature boy” del extraño compositor Eden Ahbez, que ha conocido adaptaciones de artistas tan dispares como Nat King Cole, Vinicius de Moraes o Victoria Williams, y “Scarlet Ribbons”, popularizada por Harry Belafonte, con unos elegantes arreglos barrocos, y la voz de Bob Muller.
Y dejo para el final las que, a mi juicio, son las joyas de la corona: Las dos excepcionales composiciones que aporta Peter Sando. “Can you travel in the dark alone” es un corte pop experimental con una sugerente apertura con sitar y una imaginativa melodía, en la línea de lo que componía en esa época el genio del sunshine-pop, Curt Boettcher, y que trata sobre los faros que guían a los barcos en altamar, como una clara metáfora de la vida, mientras que “I watch the moon” es la canción que cierra de forma rutilante el disco, pura psicodelia donde se fusionan guitarras fuzz con órganos Hammond, que habla sobre la soledad y la angustia adolescente, y que combina, según el propio autor, a las Ronettes con Procol Harum. Como anécdota, al final del tema se puede oír una pequeña explosión, fruto de una patada que Sando le pegó a un amplificador.
Desgraciadamente, una serie de disputas legales entre el sello de Koppelman & Rubin y Capitol Records (al final la poderosa discográfica se apropiaría del máster) y una tirada defectuosa inicial, que provocaría su retirada inmediata del mercado (se editaron álbumes de Gandalf que contenían en su interior el vinilo del grupo Lothar and the Hand’s People y viceversa), dañarían de forma irremediable la reputación del grupo y retrasarían la publicación definitiva hasta 1969. Sin apenas promoción y con excesivo tiempo transcurrido desde su grabación, el trabajo apenas tuvo repercusión. Demasiados contratiempos que quebraron las ilusiones de una banda ya disuelta en 1968.
Como suele suceder en estos casos, la fama del disco fue acrecentándose con el paso del tiempo entre coleccionistas de medio mundo, con la consiguiente revalorización de las pocas ediciones originales que circulaban y la fabricación de copias piratas del mismo. No es hasta 1991, cuando el sello británico See for miles publica el álbum en cd por primera vez, seguido, unos años después, de la exquisita reedición de Sundazed en el 2002 (coincidiendo curiosamente con el boom de la saga de “El señor de los anillos” de Peter Jackson), en la que participó el propio Peter Sando aportando fotos de su archivo personal.
Asombrados por la repercusión que había tenido el lanzamiento del único elepé de Gandalf, la prestigiosa discográfica publica en el 2007, “Gandalf 2”, un interesante álbum de rarezas y la respuesta a la petición de numerosos aficionados fascinados por indagar en el restante material grabado por Peter Sando o relacionado con la banda, entre 1967-73. Un trabajo que, desgraciadamente, no he podido escuchar con la atención debida y que se nutre de temas compuestos por el guitarrista a principios de los setenta (“Bird in the hand”, “Days are only here and gone”, “No earth can be won”, “Over the table” o “Smokey Topaz”), cortes en directo de Gandalf (“Tears of ages” o la versión de Chuck Berry, “Downbound train”), maquetas del propio grupo (“Golden earrings”, “Bad dream”) y otras composiciones del efímero proyecto The Barracuda (1968) junto a Gary Bonner y Alan Gordon (“The dance of St. Francis”, “Ladyfingers” o “Julie (The song I sing is you)”).
Lo cierto es que Peter Sando intentó seguir bajo el nombre de Gandalf junto al batería Dave Bauer, pero la unión no fructificó, continuando con otros proyectos esporádicos junto a músicos como Chris Flinders o bandas como Country Funk, que no cuajaron. Y aunque se casó y decidió dedicar sus esfuerzos al negocio familiar de la hostelería, su amor por la música no ha decaído y ha seguido componiendo y actuando ocasionalmente. De hecho, ha publicado un puñado de álbumes como solista, “Creatures of habit” (1999), “Afraid of the dark” (2012) o ‘Let there be love’ (2015), entre los más destacados.
De todos modos, Peter Sando es un tipo que, a pesar de haber pertenecido a una de las bandas más ignoradas y con menos fortuna de finales de los sesenta, se siente tremendamente agradecido ante cualquier aficionado que muestre interés o haya descubierto la música de los maravillosos Gandalf a lo largo de las últimas décadas, aunque desgraciadamente no reciba ningún tipo de compensación económica por la explotación artística que EMI/Capitol efectúa de su obra…