‘The good son’ (1990), el álbum de la discordia y posiblemente mi favorito de Nick Cave. Ya había dado un aviso de que su sonido había empezado a suavizarse en ‘Tender prey’ (1988), pero fue en este trabajo donde se hizo más palpable, desde una insólita portada (el propio Nick al piano vestido de crooner con traje blanco y rodeado de unas niñas angelicales) y pilló a muchos críticos con el pie cambiado.
Existen varias razones que pueden explicar esa transformación: Disfrutaba de cierta estabilidad sentimental junto a la periodista brasileña Viviane Carneiro (de hecho, el disco se grabó a caballo entre Sao Paulo Brasil, donde residía en esos momentos y Berlín) y su rehabilitación de las drogas.
Cambiando el sonido primario y la crispación de obras anteriores por el mencionado piano, arreglos orquestales, espiritualidad y sonidos góspel.
Es el álbum de las ‘canciones’ (‘The weeping song’ , ‘The ship song’, ‘The witness song’….) pero además contiene tres de mis composiciones predilectas del australiano, a cada cual más escalofriante (‘Sorrow’s child’, ‘The hammer song’ y ‘Lament’).
Es el disco también de ‘Foi na cruz’, gloriosa canción introductoria con estribillo en brasileño, basado en un himno religioso del país carioca o la tremenda ‘The good son’ (inspirada en un espiritual y en una novela de Cormack McCarthy).
Suficientes razones para valorar como se merece una de las cimas de Nick Cave y que señaló el camino a seguir en obras futuras…