La historia de The Hangmen es una historia de supervivencia y de creer en ti mismo y en tu música sin importar las probabilidades. Es cierto que la banda, o más bien Bryan Small, ha pasado por el infierno de los sellos discográficos, consiguiendo contratos y siendo retirados de dos grandes y cayó en la vieja trampa de las adicciones y la depresión. En Madrid los Hangmen estaban dispuestos a apretar el gatillo.
Sin embargo, a pesar de todo esto, los Hangmen tienen «historias que contar», refiriéndonos al último disco que que han lanzado este año, el sensacional «Stories to tell» y que vinieron a presentar a Madrid en la Clamores este pasado jueves 21 de septiembre donde disfrutamos de una combinación indescriptible de punk-rock angelino impregnado de raíces countrys. Una salvajada muy bestia el directo de The Hangmen. ¡Bua! Tremendos. Puro rock and roll, ¡joder!
Aniquilador fue ya el arranque del concierto de The Hangmen en Madrid donde nos poníamos rumbo a California con temazos como «Last Drive» de su álbum debut, «Last time I saw you», homenaje a “Rontrose” Heathman, el ex Hangmen y Supersuckers, «Rotten Sunday», «Broken Heartland» de su reciente disco, «My way» hasta llegar a «Man in black’s hand». Estábamos ante la tierra prometida. ¿A que no te hubiese importado dejarte llevar en un descapotable, te dejasen en la cuneta o follasen vivo?
Comenzaba el evangelio de la cuneta, y «Cactusville» donde Jorge Disguster a la batería, Angelique Congleton, al bajo, Jimmy James a la guitarra principal y y su líder Bryan Small sonaban increíblemente de puta madre. Hard rock a todo volumen que debe tanto a los Stooges, Social Distorsion, Supersuckers y los Stones como a Johnny Cash y Hank Williams. Los Hangmen son una de esas bandas que son capaces de permutar entre el rock y el country incluyendo instrumentos como el pedal steel, una armónica y algunos riffs de slide.
La entrega vocal de Small nos recordaba a David Johansen y Johnny Thunders, pero su resiliencia lo distancia del compositor caído en «Downtown», la maravillosa «Bent» y «Midnight riders», el swing vagabundo de «Railroad man», la abrasadora «Homesick blues» o la stoniana de su último disco «Blue Moon» con cencerro incluido servido en vaso de chupito. Fue como si Keith Richards e Izzy Stradlin golpearan a los Black Crowes y a Tom Petty con un acento country más pronunciado.
Los verdugos clavaron su noche en Madrid con «Coal Mine», «Walking in the woods» y «Blood Red», canciones fabulosas que están destinadas a soltarse de los límites actuales tugurios. El rock’n’roll decadente, de sangre en la punta de las botas y de mala muerte será siempre difícil en los directos.
The Hangmen concluyeron su magistral noche en Madrid con «Russian Roulette» versionando a Lords Of The New Church, otra doctrina del rock sobre solitarios, adictos y licorerías. La música de los californianos es para forasteros, ermitaños antisociales, desesperados y bebedores empedernidos sin esperanza, sin futuro y sin ningún lugar adonde ir. Todos nosotros, las personas que hemos sido golpeadas y expulsadas alguna vez a patadas como basura de algún sitio. Conciertazo.
Texto por Carlos Pérez Báez. Fotos y vídeos Javier Naranjo y Carlos PB.
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