El texano Buck Meek, cantante, compositor y guitarrista de Big Thief, editó hace un par de meses nuevo álbum «Haunted Mountain», su debut en 4AD. Después de su fantástico disco de 2021, «Two Saviors», cuyo éxito sorprendió al propio Meek, la tercera rodaja en solitario de Meek vuelve a ser una excelente colección de canciones. Su banda es la de siempre: Adam Brisbin (guitarra), Austin Vaughn (batería) y Mat Davidson (pedal steel). Esta vez se unieron Ken Woodward (bajo) y su hermano, Dylan Meek (piano y sintetizadores). Producido por el propio Mat Davidson, fue grabado y mezclado en dos semanas con el ingeniero Adrian Olsen.
Escucha «Haunted Mountain» de Buck Meek aquí:
Según el propio Buck, «Haunted Mountain» trata sobre el amor algo más. Algo más grande que el amor, algo que no desafía exactamente al amor pero que contrasta con él. Una conmoción o una plenitud que busca el alma. Meek dice que las canciones de amor son las más difíciles de escribir.
“No una canción de ruptura, sino una canción de amor real. Eso es un tabú. A veces, parece como si todas las grandes canciones de amor ya estuvieran escritas».
A 560 millas de Wimberly, Texas, la ciudad natal de Meek, se encuentra Sonic Ranch, el estudio donde se grabó el disco. Un lugar rodeado de montañas, como la mayoría de lugares donde fueron escritas las canciones. En la Serra da Estrela de Portugal, en el volcán sumergido de Milos, en el Valle Onsernone en los Alpes suizos (de allí es la foto de portada) o en la cordillera de Santa Mónica, donde Buck vive con su actual pareja.
En «Haunted Mountain», el amor se presenta en todas las formas. A veces es parte de la naturaleza: gotas de rocío, ríos, verdes prados y lágrimas. A veces se vuelve artificial: anillos, pendientes, un par de tejanos, motocicletas y naves espaciales. El amor es una conciencia, interactuando con los amantes, saludándolos, observándolos, convirtiéndose en ellos a veces. Va más allá del romance, examina el vínculo inagotable de una relación y pregunta: ¿es el amor una forma de magia? Cuando estás enamorado, el sentimiento habita tu entorno, anima lo inanimado, cargando todo lo que te rodea con un sentido de significado.
Desde el principio, la intención de Buck era hacer un álbum de alta fidelidad que contrastara con el enfoque lo-fi de «Two Saviors». Grabado en vivo con todo el grupo tocando en una habitación, es un disco que captura sentimiento de banda. En palabras del productor, querían que la música se abriera y se ralentizara; a diferencia de discos anteriores, no en términos de tempo sino más bien de flujo musical. El enfoque de Davidson fue tratar la sala en vivo como un espacio sagrado: los teléfonos se dejaron en el porche y el estudio se convirtió en un templo.
Varias canciones destacan por encima de las demás. La que da título al disco, “Haunted Mountain”, es un tratado sobre el majestuoso atractivo de la naturaleza. La pedal steel de Davidson le da un toque especial a esta melodía clásica. Fue coescrita junto a Jolie Holland, al igual que “Lullabies”, una canción maravillosa sobre el vínculo que surge entre una madre y una hija durante el parto. “Cyclades”, inspirada por Neil Young, completa el trío de ganadoras de este álbum con un estribillo en el que repite “demasiadas historias para recordar”, hablando de varios accidentes familiares. Su padre casi chocó contra un alce, en otra ocasión sus padres evitaron por poco acabar debajo de un camión… Así es la fragilidad de nuestras vidas. Un momento podría alterarlo todo, para bien o para mal. Si aquello hubiera acabado mal, ni Meek ni sus canciones hubieran visto la luz.
Pero hay mucho más. Por ejemplo «The Rainbow», que cierra el álbum. Un tema escrito a partir de notas inacabadas de Judee Sill. 45 años después de su temprana muerte, la familia de Judee le confío sus cuadernos a Meek para que las finalizara y esta es una de esas letras.
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