Blues del siglo veintiuno este «The Fatalist», el segundo álbum de Carl “Buffalo” Nichols lanzado el pasado mes de septiembre donde el propio Nichols produce, graba y mezcla, además de darle voz a los ocho temas del disco toca la guitarra, banjo, sintetizadores, batería, programación y percusión. El único invitado en la grabación es el violín por Jess McIntosh.
Blues bañado de sintetizador. Pero este no es un intento de convertir el blues en algo moderno. La visión de Nichols para el blues es la de una forma de música íntimamente ligada a la vida cotidiana, algo que se refleja no solo en la elección de la instrumentación, sino también en las complejidades de la composición y las áreas grises que exploran sus letras.
«The Fatalist» es un recordatorio de que la misma mierda que llevó a los primeros cantantes de blues a tomar una guitarra todavía está presente detrás de los latidos de los graves profundos. Demostró que podía tener éxito en los propios términos del blues de la industria musical en su debut homónimo de 2021.
Este treintañero radicado en Texas se sintió atraído por el blues descubierto en la colección de discos de su madre (Robert Cray, Corey Harris), mientras que su ciudad natal, Milwaukee, ofrecía conciertos tocando todo menos la Biblia de los 12 compases. En cambio, Nichols tocó en bandas de punk, en la iglesia, con trajes de hip-hop.
El disco está lleno de tradición pero con un toque urgente y contemporáneo. Las líneas ondulantes de la guitarra tienen ecos de los pioneros del blues de la década de los años 20, pero mientras artistas como Robert Johnson y Willie McTell cantaban con voces agudas y punzantes, la voz de Nichols es ronca e íntima, lo que hacelLa ira de sus letras sea aún más mordaz. Otro hombre aborda la historia de la política en su país y de los linchamientos y asesinatos policiales en Estados Unidos.