Los de Tucson, Arizona, ofrecieron un espectacular concierto el pasado 14 de octubre en la sala Lula de Madrid. Este particular emplazamiento se tradujo como el lugar idóneo para albergar un homenaje de este calibre al disco que marcó un hito en la trayectoria creativa de Calexico, Feast Of Wire. Con un escenario propio de una película de David Lynch, rodeados de objetos imposibles como unas lámparas gigantes con cuerpo de maniquí y una pantalla ocultando lo que intuimos que pudiera ser una cabeza o… Una bombilla quizá.
Abriendo la noche, tras franquear la entrada en ese espacio rodeado de cortinas de terciopelo rojo, pudimos disfrutar del repertorio de Brian López arropado por los propios Calexico como banda de acompañamiento. El músico ofreció un pequeño aperitivo musical compuesto por porciones de esos tres discos que tiene en el mercado.
Tras una breve pausa y con la emoción in crescendo, y que ya era más que palpable en el ambiente, reaparecieron los músicos, esta vez sí, con los papeles asumidos por cada quien para dar forma al repertorio de Calexico, con Joey Burns al frente, con la guitarra española en ristre y al son de las primeras notas de Sunken Waltz.
Sobre el escenario, ocho músicos ocupan todo el espacio. John Convertino, la otra mitad del alma de la banda, a las baquetas, dota de ritmo a todo el pasaje sonoro que supone repasar el que fue el cuarto disco de Calexico. La sección de vientos, el acordeón, el piano y el metalófono estaban al cargo de la Orkesta Mendoza, también originaria de Tucson. El citado Brian López ocupa ahora el lugar de guitarra rítmica o principal según se tercie.
Era bastante previsible, aunque no dejó de ser una gran sorpresa, ver que en primera línea, sentado y con un lapsteel sobre el regazo (como bien viene a decir el propio nombre del instrumento) estaba Jairo Zavala (DePedro) sumándose a esa gran fiesta en la que se llegaría a transformar el espectáculo y por la que fue navegando entre distintos papeles, bien con el mencionado lapsteel, bien atacando su guitarra eléctrica o bien cantando algún tema como por ejemplo Flores y tamales, ya hacia el final del concierto.
Tocado en el mismo orden en que está organizado el Feast of Wire, Burns, Convertino y todos los músicos fueron abordando sucesivamente Quattro, Black Heart o los sonidos espaciales de la instrumental Pepita haciéndonos partícipes de esta experiencia musical capaz de aglutinar con enorme delicadeza una amplia gama de estilos.
La primera parte del concierto rezumaba un sonido más cercano al folk, al rock y al jazz, y a veces rescataba el espíritu más spaghetti western de Ennio Morricone. Por momentos pudimos transitar incluso por paisajes como el desierto de Sonora gracias a Quattro o a Across the wire.
A mitad del concierto se produjo un pequeño momento de homenaje a Arthur Lee con la versión que la banda suele hacer en sus directos de Alone Again Or con un público entregadísimo coreando la canción e inmerso en cada nota gracias al sonido de las trompetas.
Los sonidos fronterizos se fueron tornando cada vez más mexicanos, de hecho, la aparición sobre el escenario de Amparo Sánchez (Amparanoia) marcó el ecuador de esa transformación que iría incrementándose cada vez más hasta convertirse en una auténtica fiesta con sabor latino con todo el elenco junto moviéndose al ritmo de Cumbia de dónde, que cerró la sesión.
Texto y fotos Isabela Roldán.
