Es “Nested” el disco perfecto para pinchar un soleado domingo por la mañana. O una tarde lluviosa. O paseando por la ciudad con la única compañía de la luz nocturna de las farolas. De hecho siempre es un buen momento para escuchar “Nested”. Una sublime obra de arte de precoz madurez.
Y es que las (descomunales) expectativas creadas por crítica y público al recibir en 1968 “Eli and the Thirteenth Confession” y “New York Tendaberry” solo un año después no cuadraban con la personalidad de la neoyorkina, que descontenta con la industria discográfica y con todo lo que la rodea se retira en 1971 , con solo 24 años, de la música. No regresa al estudio hasta 1975 para editar en febrero del 76 el magnífico “Smile”, y dos años después “Nested”.
Un álbum femenino y feminista, de marcado acento “laid-back” (relajado, tranquilo, en el buen sentido de la palabra). Me gusta la definición que hizo en su momento la crítica Lisa Torem : “Nested traza la silueta de Nyro, de niña a mujer y a madre”. Y es que embarazada de su único hijo, Laura nos habla de amor/desamor, naturaleza, energías y pasados, de una manera que entendemos y nos llega hasta lo más hondo. Siempre a la vanguardia musical y social, su carácter combativo le otorgó una libertad con la que vivir de manera natural su bisexualidad.
Un disco superlativo en instrumentación y musicalidad, que flota sobre aromas jazz y pop, de marcadísimo carácter singer-songwiter y donde la predominación del piano no asfixia a los otros instrumentos. Un LP que se grabó a fuego lento, con unos músicos que entendieron a la perfección el momento que vivía Nyro, donde todo importa pero todo fluye. Escucho “Nested” y pienso que no puede haber un disco mejor. Igual de bueno si, pero no mejor…
