«Hackney Diamonds», el nuevo disco de los Rolling Stones que se pone a la venta este 20 de octubre, tiene ese algo mágico añadido que lo eleva por encima de todo lo que los Stones han lanzado desde hace muchísimos años. Su primer álbum sin Charlie Watts y con material original desde hace 18 años, desde aquel «Bigger Bang» de 2005. Sus Satánicas Majestades algún día atravesarán las puertas del cielo, y todo ese mal comportamiento y simpatía por el diablo serán perdonados, pero siguen aquí y este disco debería confirmar la resurrección de los Stones incluso para los más escépticos.
«Hackney Diamonds» despertará el apetito de cualquiera, arrasando sobre cualquier posible objeción, desde esa patada furiosa con Jagger suplicando en «Angry» hasta la conclusión épica del evangelio «Sweet Sound of Heaven», pasando por la balada interpretada por Keith Richards, hasta el éxtasis final de la versión de Muddy Watters «Rolling Stone blues», El álbum termina donde todo empezó, con un guiño al gigante del blues Muddy Waters, cuya canción inspiró el nombre de la banda. Jagger y Richards lo reducen a voz, guitarra y armónica para un valiente flashback desde el Delta. Es la primera vez que versionan la canción en un disco.
Más de dos docenas de temas que grabaron durante tres semanas en diciembre del año pasado, han dado como resultado doce canciones, ¿las restantes para otro nuevo disco el año que viene? Están repletas de arrogancia Jagger, la riffología de Keith Richards, los elegantes solos de Ronnie Wood, las dolorosas armonías de los gemelos Glimmer, el último tema que grabó Charlie Watts con los Stones junto con el otro componente de la sección rítmica de la banda Bill Wyman en «Live by the sword» y «Mess it up» en unas sesiones en 2019, donde puedes disfrutar de su beat golpeado con el relleno de su tambor característico el estómago y dejándonos sin aliento, repletas de ritmos ajustados, melodías pegadizas, letras expeditas, y todo muy sucio a través de una energía rabiosamente estremecedora.
Los Stones no están tratando de reinventar algo, pero el disco suena como si hubieran visitado el sótano del Exile, Tattoo You o el salón Voodoo Lounge. Todo llevado a la excelencia tras sumar las maravillosas colaboraciones de una caballería compuesta por el ex Stone Bill Wyman, Stevie Wonder, Paul McCartney, Elton John, Lady Gaga, Ben Waters, Benmont Tench o los habituales Steve Jordan, Darryl Jones, Bernard Fowler, Matt Clifford, James King, Chanel Haynes, Karlos Edwards, Ron Blake y Benmont Tench bajo la batuta del joven productor Andrew Wyatt. Chuck Leavell no aparece en los créditos del disco.
«Hackney Diamonds», el nuevo disco de The Rolling Stones, es justamente eso. Llevan dentro el rock and roll desde hace más de seis décadas, tienen su fórmula como la tiene la Coca Cola, lo han repetido mil veces y ahora lo vuelven a hacer: buenos riffs, magnífico sonido, pero sobre todo buenas canciones y con varios temas carne de directo.
Canciones que como siempre hacen que muevas los pies hasta sin querer, chicas, coches y paraíso infernal en tiempos de guerra y depresión. Desde que los británicos anunciaron el lanzamiento de este «Hackney Diamonds» surgieron los siempre avispados gurús del rock promoviendo fantasmas con excusas baratas, ‘que si no está Charlie, ya no es lo mismo’, ‘que otra vez lo mismo’, ‘que para qué un disco ahora’, ‘que si están acabados’ y demás chistes geriátricos sin más fundamento o argumento. Estos son los que en las encuestas suelen marcar la casilla del ‘no sabe / sí contesta’, y todo antes de escuchar el disco. Como siempre, sin tonterías. Si sabes lo que es bueno para ti, saldrás y lo comprarás. No se dejen engañar, suban el volumen y disfruten del disco.
Escucha el nuevo disco de The Rolling Stones «Hackney Diamonds»:
Pero para Dirty Rock, como amantes del rock and roll y redactores respetuosos con las trayectorias, podemos decir que llegan los Stones con su «Hackney Diamonds» para animarnos, para inyectarnos en vena electricidad en este último trimestre de otro año maldito para, con su inconfundible sonido, transportarnos a los viejos buenos tiempos. Cuando vemos en el horizonte que aparece esa lengua que todos conocemos, nuestras pelotas se nos caen al suelo irremediablemente. Una banda con un sonido tan puro como la ciencia que caga riffs con los que otras bandas solo podrían soñar. ¿Para qué joder esa magia?
Son inamovibles. Cada canción es como la arquitectura. Absolutamente geniales. No hay aditivos ni desperdicios ni adornos elegantes. Sin pianos ni violines ni conceptos ni nada progresivo por el estilo. No hay pretensiones en ellas y, más allá de ese objetivo resuelto y sin rubor, ¿por qué diablos querría una banda de rock hacer otra cosa? Por cierto, nunca hacen esa pregunta. No tienen por qué hacerlo.
«Hackney Diamonds» se sostiene sobre riffs, base rítmica, piano y Jagger a prueba de ataques y detonaciones con el sello indeleble de la banda, apoyado por la crudeza de un fenomenal Steve Jordan, y un trabajo de guitarras que no muestra fisuras. El resto es una exhibición de rock de la estirpe más pura.
El primer single y abridora del disco «Angry», ya insinuaba algo grande. La funky «Get Close» con Elton John de 76 años tocando el piano y Jordan demostrando ser el digno sucesor de Watts en una melodía estridente adherida a ritmos tambaleantes y riffs en estado puro con un solo de saxo de James King digno del fallecido gran Bobby Keys. El blues rock melancólico de «Depending on you», con Benmont Tench a los teclados y donde el productor Andrew Watt comparte coescritura junto a Jagger y Richards en esos tres primeros temas. La urgente «Bite My Head Off» con Paul MacCartney al bajo distorsionado conectado al pedal efecto fuzz, la jubilosa «Whole Wide Word», quizás la canción más floja del disco. La maravillosa country «Dreamy Skies», de nuevo con con Benmont Tench a los teclados, la funky y extraordinaria «Mess It Up» con Charlie Watts en su primera aparición póstuma. La bravucona «Live By The Sword» donde Bill Wyman vuelve a formar equipo con Charlie Watts junto también Elton John al piano. Otra de nuestras favoritas «Driving Me Too Hard» donde se demuestra que rara vez han sido superficiales. Esta melodía continúa demostrando esa habilidad para reprimir las ansiedades centrales de la experiencia humana, tenga la edad que se tenga, también como la balada instintiva de Keith en «Tell Me Straight». El álbum lo sellan con la sublime «Sweet Sounds Of Heaven», un gospel de libro en el que Lady Gaga canaliza a lo Merry Clayton de «Gimme Shelter» con Stevie Wonder a los teclados, rematando con la versión acústica y cruda del clásico de Muddy Waters «Rolling Stone Blues», una versión cruda y acústica de la canción que dio nombre a la banda. Nuestras favoritas «Driving Me Too Hard», «Mess It Up», «Sweet Sounds Of Heaven», «Get Ulose», «Dreamy Skies», «Angry» y «Tell Me Straight».
Gran parte del crédito de este nuevo disco de los Stones debería ser para el productor treintañero Andrew Watt (Iggy Pop, Ozzy Osbourne, Lana del Rey) quien hace que los Stones suenen más cercanos e irritados. Porque a pesar de que hay varios guiños a colegas mucho más jóvenes, suenan diferentes, con una absoluta imagen sonora y un marco más grueso que da esa sensación de grabado en directo y en dos tomas.
El tiempo le dará la razón o no a Jagger, Richards y Wood por no parar ya la máquina. Lo que no se le puede negar ni a él, ni al resto de la banda, es que son y serán una leyenda para siempre. Ellos simplemente lo hacen y somos nosotros, escuchando la asombrosa simplicidad de cañonazo tras cañonazo quienes nos emocionamos y nos preguntamos por qué diablos alguien sería tan tonto como para apuntar a otra cosa. Repito, The Rolling Stones algún día atravesarán las puertas del cielo, y todo ese mal comportamiento y simpatía por el diablo serán perdonados. Este disco debería confirmar la resurrección de los Stones incluso para los más escépticos. Una gozada de disco «Hackney Diamonds» de los Rolling Stones.
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