Robert Finley lo ha vuelto a hacer en «Black Bayou». El artista recuperado por Dan Auerbach ha vuelto a trabajar con él. Al ser la cuarta vez que grababan juntos, intentaron hacer algo diferente. Así, entraron en el Easy Eye Sound Studio con los deberes sin hacer. Todas las canciones se iban a escribir en el estudio. Un trabajo que solo puede acabar en algo exitoso si trabajas con gente de talento. Así, Auerbach reunió en Nashville a algunos de los mejores músicos del momento: los baterías Patrick Carney (compañero de Dan en Black Keys) y Jeffrey Clemens, el bajista Eric Deaton, el guitarrista Kenny Brown y las vocalistas Christy Johnson y LaQuindrelyn McMahon. Estas dos menos conocidas: son la hija y la nieta de Finley. Casi todo fue grabado rápidamente y en una sola toma.
Escucha «Black Bayou» de Robert Finley aquí:
«Empecé a cantar y ellos empezaron a tocar. Así es como hicimos el álbum. No estaba escrito. Nadie usó lápiz y papel. Simplemente cantamos y tocamos juntos en el estudio”.
La historia de Robert Finley ya es, más o menos, conocida. Pasó la mayor parte de su vida en Bernice, un pequeño pueblo de mil habitantes al norte de Louisiana. Tras licenciarse del ejército, envejeció trabajando como carpintero. Los fines de semana tocaba por clubes de la zona de manera amateur. A los 60 años perdió de manera desgraciada la vista por una negligencia médica, una tragedia que acabó con su negocio de carpintería pero que le dio más tiempo para dedicarse a la música. Descubierto por Dan Auerbach, su carrera dio un giro definitivo. En los últimos siete años, ha lanzado cuatro fantásticos álbumes, entre los que destaca el autobiográfico «Sharecropper’s Son» (2021).
Además, no ha parado de girar, tanto en solitario como teloneando a artistas tan importantes como The Black Keys o Greta Van Fleet. También, como curiosidad, Finley fue semifinalista del Got Talent americano tras emocionar al jurado con una espléndida actuación. Aquello fue en 2019. Este año regresó de nuevo, ya convertido en una estrella.
En este nuevo disco ha querido mostrar la dura vida del norte de Lousiana. Muchos urbanitas nunca han estado en un pantano ni han visto -ni comido- un caimán. No saben nada sobre ese lugar, así que Robert quiso mostrarlo al mundo, igual que mostró su biografía en su anterior trabajo. El norte de Luisiana es un lugar donde la lucha y la celebración ocurren en la vida cotidiana, donde la muerte acecha, a través de las fauces de un caimán o simplemente por el paso gradual del tiempo. Allí está ubicado el Black Bayou, un pantano que, según Wikipedia, tiene una longitud de 66,6 millas. Una numeración muy acorde al blues, la música del diablo.
«Black Bayou» captura estos pequeños momentos de nuestra existencia, las tragedias y traiciones de una vida sencilla. A pesar del éxito logrado en los últimos años, no piensa moverse de Bernice por nada del mundo. Así lo cuenta en «Waste Of Time», que define su idea de vivir en la ciudad. “Aquí hay buenos lugares para cazar y pescar. Puedo quedarme dormido en mi jardín o en mi porche y nadie me molestará. Nada malo vendrá a por mí”. Finley todavía toca en pequeños clubes de la región. Suele visitar asilos de ancianos para llevar alegría a gente olvidada por su propia familia. «Nobody Wants To Be Lonely», el momento más soul del disco, habla sobre ello.
“What Goes Around (Comes Around)” resume su filosofía de vida: hay que tener resiliencia y aceptar tanto lo bueno como lo malo. Una canción con un feeling muy Auerbach que recuerda también a los Creedence Clearwater Revival más pantanosos. Otro gran tema es el dueto con su hija en “You Got It (And I Need It)”. Aunque es posiblemente el disco más blues de su discografía, siguen asomando todos los géneros relacionados con él. Soul, funk y rock and roll asoman aquí y allá demostrando que robert maneja todos y cada uno de los lenguajes musicales.
Pero el punto culminante, es sin duda, “Alligator Bait”. «Recuerdo la primera vez que mi «pawpaw» (abuelo) me llevó al Black Bayou”, comienza el talking blues que cierra el disco. En él, cuenta aquel día en el que su abuelo lo uso de cebo para atraer a un caimán y poder cazarlo. Aunque con los años ha sabido tomárselo con humor, no lo niega: nunca pudo perdonar a su abuelo por ponerle en peligro en plena infancia. La dura vida de las familias pobres en la América profunda.
Robert Finley comienza el viernes una pequeña gira europea que no lo traerá por aquí. Pudimos verlo este verano en el Huercasa Country Festival, un marco poco adecuado para un tipo como él. Ojalá muy pronto alguien se anime a organizarle una visita por nuestras tierras. Sus directos son dinamita pura.
1 Comentario