La (breve) historia de la banda está íntimamente ligada al instinto de superación y resistencia de sus protagonistas, que después de sobrevivir a una de las mayores tragedias de la historia rock intentaron seguir adelante perpetuando un legado atemporal que sigue vigente en pleno siglo XXI. Tragedia tras tragedia hasta atravesar la inmortalidad.
Pero también es el relato de una oportunidad perdida, no solo por el (incompleto) resultado musical sino también por unos desencuentros (macerados en alcohol drogas y celos) que a punto estuvieron de acabar con la gran hermandad sureña.
Un par de años más tarde del fatídico accidente los supervivientes se reúnen para en tocar en público en la anual «Volunteer Jam» del gran padrino del Southern Rock, Charlie Daniels, y animados por el abrumador recibimiento los guitarristas Allen Collins y Gary Rossington, el teclista Billy Powell y el bajista Leon Wilkeson deciden poner en marcha un nuevo proyecto (sin la participación del batería Artimus Pyle, que se rompe una pierna en un accidente de moto).
Para no manchar el nombre y prestigio de la banda madre deciden llamar al nuevo combo con el apellido de los dos guitarristas, y con muy buen criterio le dan la plaza de cantante a Dale Krantz, antigua corista de los “38 Special”: la sombra de Ronnie era demasiado alargada. Dos muy buenos discos grabados en el 80 y 81 (que hunden sus raíces en el Southern Rock pero con toques mainstream 80’s) disparan la euforia entre las filas sureñas, pero la errática vida de Collins (sus problemas con el alcohol y las drogas se ven agudizados por la muerte de su esposa en el parto) rompen la banda, naciendo a su vez dos formaciones totalmente olvidables.
En 1987 realizan con Lynyrd Skynyrd uno de los “comeback” más inolvidables de la historia del Rock (sin Collins, postrado en una silla de ruedas, y que morirá sólo tres años después), continuando hoy en día sin ninguno de sus integrantes originales, un tema de cuestionable ética y moral.
Pero quedémonos con la historia de una banda que supo mantener en lo más alto la herencia sureña, y que con extrema emoción siempre acababa sus conciertos con una versión instrumental de «Freebird«, demostrando que se puede honrar a los hermanos caídos sin vivir de rentas…
