Slomosa y King Buffalo en Razzmatazz

Slomosa y King Buffalo en Razzmatazz

OCTUBRE TIENE UN TIEMPO VERBAL CÁLIDO

El calor se prolonga en un verano indio nieto del mes de agosto y provoca que a octubre le haya crecido una inesperada barba de sudor . Transcurre un martes día 10 de principios de otoño cuyas principales frases han sido escritas por los rayos de un lápiz de sol bravucón que, en sus momentos de auge ,ha dibujado sofocantes paredes de aire denso en cada esquina de la ciudad: las horas del mediodía, impetuosas como el zigzag de un pintalabios candente, han maquillado los labios de un estío que se niega a envejecer; la escalera que conduce a la tarde sostiene una acalorada charla con los peldaños de niebla abrasadora de una noche de sábanas ardientes intentando no resultar demasiado melodramática. El día desprende el olor de un «Tiempo» verbal tórrido descrito por el pronóstico de un meteorólogo indefenso.

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EL CUBÍCULO

Vamos, pues. Digamos que son las 7 p.m cuando arribo al lugar indicado. Pongamos que la tarde noche ha abierto una ventana en el Sol y que el calor ha sufrido un inopinado desgarramiento. Edificios de los años treinta que parecen hechos con el papel pintado mortecino de un antiguo desguace de coches delimitan un rectángulo cuyo suelo parece la pantalla rota de televisor antiguo que solamente proyecta película de irreales matones y sinvergüenzas. Un patio interior sin claustro pero con sombras refulgentes que sonríen con coquetería ‘ urban decay’; Barcelona parece haber erupcionado el Detroit de rascacielos ajados que una glotonería arqueológica actual ha convertido en fusiles de rayos legendarios. Un membrete cuidadosamente opulento se quita el sombrero confirmando que no hay en el entorno nada especialmente sórdido; por debajo del sombrero sobresalen los cabellos que conducen a un silo metálico ¡Estoy a punto de entrar en la mítica Razzmataz 3!!!

SLOMOSA

El Interior de la hermana pequeña de la franquicia Razzmataz comienza a registrar la presencia de un nutrido grupo de adeptos que pulula por su interior como portadores de una extraña gema que desprende los ecos de una parábola conversa; visten sus camisetas con la fe de un santón que lleva en la frente la estrella de su identidad: estampados fungidélicos, souvenirs de festivales que revisten perplejidad sónica y que parecen decir» ¡Este acontecimiento lo cambió todo!; portadas de discos como páginas arrancadas al libro de las maravillas y coletazos de una refulgente luz textil que les hincha el pecho. Se palpa un desafío; se ha pasado la ordalía planteada por la realidad y pronto aparecerá en el escenario una de las bandas de psicodelia , progresivo y space rock más relevantes del siglo XXI: los neoyorquinos King Buffalo.

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Ya casi es de noche, pero poco importa cuando un ventilador de luces rojas con puntos blancos acaba de nacer en el techo de la sala como una amanita muscaria gigante. Y mientras tanto ,la banda telonera toma el escenario haciendo alarde de una elegancia voraz; sus miembros parecen cuatro soles de la Tundra noruega convertidos en bolas de ‘bowling alley ‘que no paran de lograr ‘strikes’ en los mejores festivales desert rock del mundo: son uno de los primeros en ser confirmados en el cartel del FREAK VALLEY FESTIVAL 2024. Han editado tan solo un disco homónimo en agosto de 2020, pero cuentan con un memorable single de adelanto del que será su segundo disco el próximo año: el pasado mes de julio estrenaron «Cabin Fever«(enaltecido por un sugerente video que rememora las maravillas de la ‘claymotion); canción que combina turbulencias existenciales con rumores de tormentas interiores que fabrican habitáculos febriles que huyen de la monotonía de unos días adhesivamente monótonos. Este tema fue el elegido para fogear los humores de la audiencia en el tercer lugar de su ‘ set list’. Obviando incomprensiblemente otro nuevo single que parece ser una de las piedras de toque de su esperado segundo trabajo,’Psykonaut (causó gran conmoción entre los asistentes al reciente ‘ Up and smoke’),el cuarteto de Bersen desgranó una lectura prodigiosa de su álbum debut , lectura que tuvo como maestro de ceremonias al single inicialmente mencionado.

Slomosa y King Buffalo en Razzmatazz

Un stoner rock que trenza con el metal psiconauta: riffs como miradas intensas a una pasión inconclusa que desprende resbaladizo s bailes nocturnos; con unos párpados como bíceps que parecen no cerrarse nunca. Sorteando la catástrofe escurridiza de los días monótonos presente en temas como «There nothig knew under the Sun» e «In my mind’s desert» que matizan los perfiles estilizados de la bajista Moe (instrumento que aborda también en la banda Embla and the Karidoters), en deriva psicotemporal hacia los jardines ovalados de la apoteosis eléctrica de un brillante cierre: el descomunal ‘Horses’. Las miradas lanzadas a la multitud caen o vuelan ; rebotan y se instalan en la memoria. Al cabo de un rato, los ojos de la audiencia se vuelven relojes que marcan espacios que reformulan el show como uno de los mejores del año.

KING BUFFALO

Píldoras de cómic que aportan los beneficios del D.M.T de una galaxia extraña. Canciones de un cromatismo biológico que se adhieren a la piel de tu mente hasta formular la pregunta ¿ De qué color era ese resplandor? Deliscuesencia sonora con los fulgores del Alba encendida por una casa encantada en llamas.

Slomosa y King Buffalo en Razzmatazz

Y un set list que tuvo momentos:

Rutas estelares de luz azul hipermasiva: el concierto arranca con el homenaje que la banda rinde a la estrella Aeta Carinae flotante en la constelación de la Quilla; tema viajero en un Navío Argos impulsado por rayos gamma y velas de brocado rojo.

Eyes of the Storm: una de las gemas del disco ‘Longing to be the mountain‘; la conmoción que provoca el taumatúrgico pasaje instrumental que se apodera del tema ,refulge como una montaña gigantesca construida por un remolino de cometas.

Mammouth es el himno central: casi diez minutos de hipnosis y esplendor funámbulo sobre el evanescente equilibrio de una línea del horizonte de vino enfriado con nieve púrpura.

Cerberus es la pieza cumbre de su disco Acheron, en el cierre del show su fiereza mitológica brilló como un ‘Déjà vu’ irresistible que desprende fragmentos de cenizas de tormenta; tres ojos que brillan en la oscuridad de una noche privilegiada …Mis aplausos sonaron como una cacofonía que repetía una y otra vez:! El concierto ha sido una obra maestra!

Texto y fotos Manuel Cova Tenard.

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