Teddy Thompson publicó el pasado mes de agosto su octavo álbum de estudio, «My Love Of Country«. Fiel a su título, Thompson ofrece lecturas profundamente personales y sentidas de diez canciones country clásicas de compositores como Buck Owens, Hank Cochran, George Jones, Eddy Arnold, Cindy Walker e incluso su propio padre, Richard Thompson.
La simplicidad y la intensidad emocional del country clásico han sido una gran parte del propio sonido de Thompson como artista. En 2007, ya exploró sus raíces con «Up Front and Down Low,» un álbum de los favoritos de la época dorada de Nashville. Y ahora ha vuelto a retomar el hilo.
Vocalmente, Teddy Thompson está acompañado por una gran cantidad de talentos importantes, incluidos Rodney Crowell , Vince Gill , Logan Ledger y Aoife O’Donovan (en temas diferentes, no al mismo tiempo). Ayudan a convertir algunas canciones menos conocidas, como «I Don’t Love You Anymore» de Charlie Louvin y “Love and Learn” de Dolly Parton , en estándares aparentemente familiares.
Al estilo de Nashville, el multiinstrumentista David Mansfield está a bordo como productor, en el que Thompson contó con el respaldo de un equipo de alto octanaje formado por el versátil Jon Cowherd al piano, Byron Isaacs de los Lumineers al bajo y el X-pensive Wine y actual miembro de la gira de Bob Dylan Charlie Drayton a la batería.
Como descendiente de dos de los íconos del folk rock más venerados de Gran Bretaña, Richard y Linda Thompson, su herencia parece acercarlo más a un modelo más tradicional. Sin embargo, el hecho de que tenga otro crossover country en proceso. «My Love of Country» evoca el espíritu de los venerados maestros: Hank Williams, George Jones, Patsy Cline, Willie Nelson y todos los demás responsables de darle a la música country su credibilidad contemporánea.
Teddy Thompson tiene talento natural para transmitir baladas llenas de lágrimas en la cerveza, y cuando reformula la composición de su padre «I’ll Regret It All in the Morning», queda claro que una devoción demostrativa está presente en los genes familiares, “Love and Learn” o la fácil caricia de “Satisfied Mind” en la que Thompson canaliza efectivamente a Gram Parsons o, en un contexto más contemporáneo, a Jim Lauderdale, hasta el lloroso y arrepentido “You don’t know me”. Autenticidad a raudales. Uno de los discos del año.
