TakeRoot cumplía 25 ediciones y esperábamos una celebración acorde a la leyenda. Así que fue un poco decepcionante ver que en el cartel no había ningún nombre realmente importante. Recordábamos ediciones tan especiales como el Take Root 2017 y éste se nos quedaba corto.
Está claro que la organización lo estuvo intentando pero al final no tuvo suerte. De todas formas, aunque los cabezas de cartel tenían menos nivel que en ediciones anteriores, los artistas de clase media tenían calidad para dar y tomar.
Esa es la conclusión: no hacen falta grandes nombres, en este festival puedes ver shows espectaculares sin llegar a pisar siquiera el escenario principal. Aún recordamos conciertos en la sala más pequeña de gente como Molly Tuttle, justo antes de que empezara a subir como la espuma.
Al final, se cumplieron las expectativas y el día estuvo lleno de grandes actuaciones. Un gran festival dentro de una ciudad realmente activa culturalmente, en la cual podíamos visitar una exposición de los Rolling Stones en su museo o escuchar en el organillo de la plaza del mercado una melodía de los Doors.
Además, hay que quitarse el sombrero ante la organización, que es absolutamente perfecta y hacia el público, respetuoso como ninguno. Aquí la gente viene por la música, no por el postureo.
FIESTA DE PRESENTACIÓN (viernes)
The Pink Stones
La banda de Athens, Georgia; liderada por Hunter Pinkston de Atenas, fue la encargada de abrir la fiesta de presentación. Son mucho más que una banda de bar, un grupo que tiene el mismo feeling tocando el honky tonk que artistas como The Flying Burritos Brothers o los primeros Poco. Pinkston es un guitarrista limpio y afinado que sabe manejar un repertorio de canciones sencillas, encantadoras y adictivas.
Viéndolos nos vienen a los oidos los días de gloria del country rock y nos hacen recordar que podríamos vivir toda la vida escuchando en bucle «Sweetheart of the Rodeo» de los Byrds. Suenan reales y frescos y el concierto pasa como un suspiro, calentando el ambiente como si en lugar de estar en el norte de Europa estuviéramos en un caldeado garito de Joshua Tree.
Garrett T. Capps
El show de nuestro tejano favorito consiguió algo muy importante: no dejar indiferente a nadie. En nuestro equipo hubo división de opiniones: algunos creyeron que estaban ante uno de los mejores conciertos del año y otros que había sido un fiasco. Lo que está claro es que es complicado que Garrett sea comprendido en su ciudad natal de San Antonio con un repertorio como el que presentó en Vera.
Muy poco country y mucha experimentación en una banda en la que esta vez no se trajo el theremín, sustituyéndolo por otro guitarrista que contribuyó a crear a atmósferas nuevas (incluso utilizando el arco en varias ocasiones). Lo que está claro es que Capps no quiere quedarse en la tradición y que sigue buscando los límites de su propio estilo. Por momentos, parecía que estuviéramos viviendo un concierto de un grupo country en la Factory de Warhol, porque por ahí parecía ir los tiros. De hecho, en más de una ocasión hemos visto en sus temas influencias de Lou Reed (“Born in San Antone”) o la propia Velvet (“Here Right Now”).
Ambos estuvieron en el repertorio de una noche en la que obvió por completo sus álbumes más countrys y en la que presentó varios temas nuevos que siguen esa orientación kraut y experimental. Un genio acompañado de una banda muy potente y nada complaciente. Además, comprobamos algo de lo que Garrett presume: ¡es enorme en Holanda!
FESTIVAL (SÁBADO)
Lisa O’Neill
Lisa llegaba en el momento culminante de su carrera. Una versión suya de Bob Dylan fue la canción con la que se despidió para siempre Peaky Blinders. Además, otra de sus canciones originales también sonó en la última temporada de la serie. Una cantautora muy sensible, como se pudo ver en su puesta en escena. Cantando en la penumbra, prácticamente a oscuras; llamando a la atención de la gente que estaba grabando vídeos e interrumpiendo varias canciones, molesta por el deambular de la gente entre las butacas. Si eso le pasa ante el respetuoso público holandés, mejor que no la traigan a nuestras ruidosas salas: pasaría un mal rato. En cuanto a lo musical, ningún pero. Gran voz, grandes composiciones y buenos acompañantes. Además, regaló a los asistentes a su concierto una cover de Randy Newman, “I Think It’s Gonna Rain”, que llevó a su terreno con elegancia.
Willi Carlisle
Un tipo grande en lo físico y en lo musical. Aunque destacó en el football, al final decidió ser poeta. Algo más acorde con su identidad queer. Vestido como un granjero, subió al escenario a cantar esas canciones que desafían los estereotipos del género country. Basando su concierto en su excepcional último disco, “Peculiar, Missouri”, demostró que es un cantautor a seguir de cerca.
Cada vez hay más cantantes de country y folk cantando sobre diferentes estilos de vida y sexualidad, dentro de un tipo de música tradicionalmente tradicionalista y conservador. Imposible resistirse a canciones como “Cheap Cocaine”, su canción más conocida, o su cover de Steve Goodman, “The Ballad Of Penny Evans”.
Jerry Leger & The Situation
Jerry Leger ha crecido a la par con la escena musical de Toronto a la que pertenece. Ron Sexsmith, Doug Paisley o Cowboy Junkies hablan maravillas de él. En su nuevo álbum “Donlands”, producido por el prestigioso Mark Howard, ha cambiado su pop rock más directo por un sonido más atmosférico. Y, en directo, funciona. Canciones como “Sort Me Out”, “I Was Right To Doubt Her” o “Three Hours Ahead Of Midnight” demuestran un pulso poético a la altura de los mejores.
Y su voz crece en directo, ganando en expresión y franqueza. Leger presentó prácticamente todas las canciones de su último disco con una banda en la que destacó especialmente Alan Zemaitis, su teclista. Si alguien echaba en falta su punch más powerpopero, acabó el concierto rescatando lo mejor de su anterior disco, “Nothing Pressing”, “Have You Ever” -que en un mundo perfecto hubiera sido número uno- y “Kill It With Kindness”. Impecable show para empezar el festival.
Kassi Valazza
Kassi Valazza era esperada con expectación y llenó el escenario Attic. La de Arizona ofreció un concierto muy medido, acorde con lo ofrecido en sus discos. Un folk muy pastoral con elevadas dosis de psicodelia que no decepcionó a sus fans. La banda que le acompaña, Lewi Longmire (guitarra; lap Steel, armónica) y Tobias Berblinger (teclados), cumple perfectamente.
El canto casi espiritual de Kassi fascina y hace que todos los asistentes sigan el recital hipnotizados por la belleza de las canciones de sus dos discos. Como dice en “Watching The Plans Go By”, estamos mirando cómo se abre el cielo, mirándola tocar, viendo pasar las canciones. Esperemos que el público español la respete en sus shows, porque es una artista que requiere reflexión y silencio.
Aaron Boyd
Un tipo que no había salido en su vida de Kentucky, donde estuvo metiéndose en problemas hasta que hace poco encontró el amor y decidió sentar la cabeza. Todas esas experiencias se reflejan en las canciones que sobrevuelan en sus dos discos editados. De lo mejor dentro del género del country folk de los últimos años. Aarón ha recibido grandes críticas en medios especializados holandeses, así que por primera vez en su vida se subió a un avión. Como bien dijo, no hay nada mejor que superar el miedo a volar que hacerlo once horas seguidas.
Y allí se plantó, en el norte de Holanda junto a su madre, que tampoco había salido nunca de la América profunda y seguía orgullosa al concierto de su hijo en un recinto completamente a rebosar. Acompañado solo por su guitarra y su profunda y característica voz, presentó lo mejor de sus discos junto a un par de temas nuevos que no desmerecen. Para los que no lo conocían, una de las grandes revelaciones del festival. Para los que hemos escuchado en bucle su último disco en los últimos meses, la confirmación de que es un tipo muy especial. Esperemos que muy pronto tenga la oportunidad de volar de nuevo a Europa y, por qué no, a España.
Josh Ritter
La verdad que teniendo en cuenta de que el festival cumplía 25 años, los veteranos coincidíamos en que el plantel de 2023 a lo mejor no era lo suficientemente especial para dicha celebración. Especialmente los cabezas de cartel, porque hay que reconocer que la clase media era realmente buena.
Así, nos acercamos un rato al escenario principal para constatar que Josh Ritter traía un espectáculo perfectamente medido y preparado para gustar a todo el mundo. Demasiado encorsetado para nuestro gusto. Aunque no dudemos en ningún momento de su calidad, preferimos dedicar nuestro tiempo a cosas más auténticas y profundas.
Fantastic Cat
¿Qué decir de los cuatro gatos fantásticos? ¡Que estuvieron impresionantes! Posiblemente el mejor show del festival. Salieron desde el primer momento a matar, con actitud y ganas de comerse el escenario. Son cuatro músicos estupendos, como demostraron al cambiarse de instrumento en cada canción. Además, de manera natural y rápida sin dejar decaer el show en ningún momento.
Fueron descargando, una tras otra, las maravillosas canciones que llenaban su único disco, “The Very Best of Fantastic Cat”, uno de nuestros favoritísimos de 2022. Y es que realmente hace honor a su nombre: está lleno de potenciales hits. Somos muy fans de Brian Dunne, así que “Nobody´s Coming To Get You” fue uno de nuestros momentos favoritos y la canción más coreada del festival.
Pero está claro que sus compañeros están a un nivel espectacular. Tanto Anthony D´Amatto como Don DiLego o Mike Montali cantan igual de bien, emocionando cuando se acercan a The Band o dándonos la vida cuando tiran hacia The Beatles. La muestra más clara fue cuando cantaron uno tras otro en «Fionna».
Y es que para ser una super banda no basta con juntar a gente con talento, hay que saber unir las virtudes de cada uno para el bien común y ellos lo hacen. Mientras siguen con sus carreras individuales, están preparando su segundo disco, que esperamos con muchas ganas. Para acabar de redondear una actuación perfecta cerraron con la versión del “Keep My In Your Heart” de Warren Zevon.
Sarah Shook & The Disarmers
Sarah no ofreció nada que no sepamos ya: canciones bien escritas y country rock del bueno. Le pesó el tocar en el Foyer, el único escenario que no gozaba de un sonido perfecto. Pero es una gran artista siempre en movimiento y no decepcionó a sus seguidores. Con una formación renovada en la que destaca Blake Tallent a la guitarra -componente de su proyecto paralelo Mightmare-, el sonido del grupo reflejó el cambio estilístico a sonidos más rock y menos country.
Si bien el material más antiguo conserva la pegada, sus nuevos temas no se quedan atrás. Tocadas con entusiasmo, sus nuevas canciones ganan en directo. A Sarah le sienta bien la sobriedad y se ve más segura de sí misma encima del escenario. La banda también ayuda, es una apisonadora en la que destaca Nick Larimore, que en su cara de niño esconde su maestría tocando el pedal steel.
Leyla McCalla
Ya toda una leyenda de la música afroamericana, tras su paso por Carolina Chocolate Drops y Our Native Daughters, esperábamos mucho de Leyla y así fue. Acompañada de una banda muy competente, donde destacaban el guitarrista Nahum Zdybel y el bajista Pete Olynciw. Los dos salidos de la escena de New Orleans, así que perfectamente dominadores de todos esos sonidos pantanosos que florecieron en el recital. Reivindicó sus raíces haitianas, reiteró el compromiso contra el racismo y la comunión entre razas y religiones y, lo más importante, dio un concierto impecable. Muy musical, cercano al trance por momentos y lleno de mojo.
Leyla tocó guitarra, violoncello y banjo con total solvencia y no se olvidó de su habitual cover de “Crown” de Kendrick Lamar. Una artista sin prejuicios. Con la jazzie “Dodinin”, cantada en criollo haitiano, acabó por todo lo alto. Mucho público joven siguiendo su concierto, algo que nos hace pensar que no todo está perdido.
Jim White Band
Jim White tuvo la mala suerte de tocar en un de los escenarios más pequeños. Su banda era impecable, pero el ambiente era casi irrespirable, a pesar del control de aforo.
Cuando vimos que Jim se dedicaba más a contarnos su vida que a cantar canciones -en quince minutos apenas había cantado dos-, decidimos irnos con la música a otra parte. Otro día será, porque el tipo tiene talento.
Ian Noe
Volvíamos a Kentucky, un estado lleno de talento. Ian es uno de los más grandes surgidos en los últimos años sin lugar a dudas. Todavía recordamos su gira conjunta por España donde se comió con patatas a Colter Wall, y sus discos han estado siempre entre nuestros favoritos en las listas final de año. Ian apareció desprovisto de todo glamour, con un jersey que parecía sacado del armario de su bisabuelo.
Unos fans holandeses que estaban a nuestro lado, vestidos de punta en blanco con el uniforme vaquero, no daban crédito. No pedían un nude suit, pero si algo más acorde con el género. Pero cualquiera le decía algo, porque se ve en la distancia que el tipo tiene malas pulgas. Encima la suerte no le sonrió y a la tercera canción tuvo un problema con la guitarra y desapareció del escenario. Afortunadamente, regresó enseguida y tuvo que tocar las dos siguientes canciones con una eléctrica prestada por su guitarrista de apoyo.
Al final de cada canción miraba a su staff a ver si estaba la guitarra arreglada con cara de pocos amigos. Pero no nos quedemos con su mal genio. De hecho, sabe canalizar su rabia a la hora de interpretar las canciones con actitud y convencimiento. Está claro que John Prine es uno de sus modelos a seguir y, de hecho, se trajo a todo un Dave Jacques (bajista de Prine) en su banda de acompañamiento.
Concierto absolutamente impecable, basado en canciones de sus últimos discos, más dos nuevas composiciones con las que abrió y cerró el concierto. Su voz emociona, ya sea con la banda o cuando se queda solo con la guitarra.
Hermanos Gutiérrez
Nadie sabe cómo, pero los dos Hermanos Gutiérrez han conseguido un gran éxito en los últimos tiempos, a pesar de que su música no es especialmente comercial: dos guitarristas tocando un instrumental tras otro. Con esto les bastó para llenar su hora larga de actuación en un tour de forcé que embelesó al público que llenaba el escenario principal.
Sus influencias fronterizas y la música de Morricone son la base de su estilo, pero no se quedan ahí. Hubiéramos preferido un cabeza de cartel más potente pero hay que reconocer que estuvieron impecables. Lo más destacable fue ver a un montón de gente joven entre el público. Hay cantera, por lo menos en el norte-
Luke Elliot
Su disco ha sido uno de los mejores de este año en la onda del rock a lo Nick Cave. Sin duda, Luke tiene mucho talento. Y lo demostró sobradamente, combinando guitarra y piano y demostrando que se toma su oficio de escritor de canciones atormentadas con mucha seriedad.
De hecho, desprende un aura de peligro e incomodidad que va más allá de la performance. Si se hubiera presentado en el festival con una banda de acompañamiento estaríamos hablando de uno de los mejores conciertos. Pero al hacerlo en solitario se quedó un poco a medias. Sus canciones son gigantes y merecían más.
Robert Finley
Llegó el turno de uno de los hombres más afortunados en los últimos años, a pesar de la desgracia. No hay mal que por bien no venga y quedarse ciego con 60 años le obligó a dejar la carpintería y dedicarse a cantar.
Algo que había hecho de manera amateur a lo largo de los años, tanto cuando estuvo en el ejército como cuando estuvo rodeado de sierras. Sin duda, Robert es un hombre feliz. Después de décadas viviendo en un pueblo perdido de Louisiana, ahora viaja por todo el mundo y graba en un sello importante. Eso hace que la banda que le acompaña sea de campanillas.
Expectación máxima cuando es presentado por el baterista Joseph Daniel Yount y sale del brazo de su hija. Gran ovación, Él nos quiere y nosotros le queremos. Será una hora espectacular de blues y soul. Tiene una de las mejores voces del género en la actualidad y se nota que disfruta en el escenario.
El repertorio se basa en sus dos últimos discos, el último con apenas una semana de vida. Destacan “Medicine Woman” o “You Got It (And I Need It”). Entre canción y canción, sus proclamas de paz, amor y picardia.
Un viejo superviviente con mucho que contar. A destacar, el momento de gloria de Christy, su hija, cantando “I´d Rather Go Blind”.
Tami Neilson
El anuncio de su inclusión como cabeza de cartel fue una pequeña decepción ya que esperábamos un nombre más importante. La organización lo vendió como su único concierto en Europa ya que voló directamente desde Nueva Zelanda para dar un único show. Nadie puede negar que es una artista especial dotada de una voz fantástica, pero quizás el escenario principal se le quedaba grande.
Acompañada por una banda escueta (un batería y su hermano Jay a la guitarra), su concierto fue entretenido aunque quizá le sobró demasiada charla entre canción y canción. Es una chica fantástica, con más tablas que Lola Flores y una gran presencia escénica, pero quizás le falten canciones realmente memorables. Y, para un recinto tan grande, le faltaron más músicos también. De todas formas, su música encaja perfectamente en la filosofía del festival y el público salió más que satisfecho.
William Prince
En todas las ediciones del festival, encontramos cosas maravillosas en la sala Attic. Allí se pueden escuchar de manera íntima a grandes escritores de canciones. En estos momentos, dudamos que haya alguien que maneje mejor el oficio que William. Poco a poco se le va reconociendo en la escena y su aparición en los premios Americana y su gira con The War and The Treaty le van dando mayor visibilidad.
Y el canadiense es un hombre feliz, como se encargó de recordarlo varias veces. Un concierto precioso donde destacó su profunda voz, que maneja a su antojo y que emociona en cada estrofa. Stephen Arundell, el guitarrista que le acompañaba, fue un perfecto complemento. Podríamos haber estado tres horas más escuchándolo.
De hecho, el propio William nos confirmó después que está manejando un repertorio de 90 minutos pero que al ser un festival tuvo que reducirlo. Por lo tanto, echamos de menos varias de nuestras canciones favoritas. Pero momentos como su interpretación de “Goldie Hawn”, “Tanqueray” o “When You Miss Someone” se van a quedar en nuestra memoria durante mucho tiempo. Es normal que John Prine lo señalara como uno de sus posibles herederos. Maravilloso.
Thee Sacred Souls
Uno de los grupos más importantes del festival a nivel popular, las Almas Sagradas dieron una lección de elegancia y de soul sofisticado ante un público menos numeroso de lo que merecían. Su cantante, Josh Lane, no paraba de subir y bajar del escenario y de animar al público.
El estar en la factoría Daptone es sinónimo de calidad. Posiblemente el público del festival prefiera sonidos un poco más pegados a la tierra y no tan celestiales. Eso les restó público, pero no quita para reconocer que son una gran banda y que dieron un concierto impecable.
Old 97’s
Esperábamos con bastante expectación el concierto de una banda tan clásica como Old 97s, que cumplen treinta años en los escenarios, pero el concierto se quedó a medias. Nos recordó un poco a aquel concierto de los Long Ryders en Huercasa: deslavazado y con la sensación de que su tiempo ya ha pasado.
El concierto, de todas formas, fue de menos a más y acabaron repasando sus clásicos (”Question”, “Champaign, Illinois” , “Timebomb”, …). Además, tuvieron tiempo para versionar a Merle Haggard con “Mama Tried” y a R.E.M. con nada más y nada menos que “Driver 8”. Reth Miller y los suyos lo dieron todo, pero quizás no acabaron de conectar con el público, cansado y exhausto después de horas de festival.
Dylan LeBlanc
Y llegamos a Dylan Leblanc. Él sí es un artista en su mejor momento. No había mejor manera de cerrar el festival que asistir a su tormenta eléctrica. Al principio de su carrera se nos quiso vender como un nuevo Neil Young, pero Dylan es mucho más que eso.
Desde la tradición, mira hacia adelante buscando nuevos horizontes. Acompañado de una banda fantástica, en la que destacaba su propio padre -un veterano de Fame Records-, dio un concierto impecable. Prácticamente todas las canciones acababan en una tormenta eléctrica, con la banda en éxtasis, especialmente su guitarrista.
Además, el recién editado “Coyote” es uno de los discos más importantes del año, al igual que su anterior “Renegade” lo fue de 2019. Es decir, con un repertorio así es difícil dar un mal concierto. Y si además eres joven y tienes actitud, la victoria es segura.
Tenemos que mencionar a The Steel Vaqueros, su banda de acompañamiento, porque lo merecen. James LeBlanc (padre de la criatura y veterano de Muscle Shoals al bajo), el batería Eric Lloyd (miembro de Motel Radio), el guitarrista solista Clay Houle (desde Atlanta, Georgia y miembro de The Artisanals) e Ian Klin (pequeño de estatura pero enorme en talento a las teclas, que también ha girado con Susto)
Faltamos a la cita con The Pink Stones (los habíamos visto la noche anterior), The Brother Brothers (con gran pena por nuestra parte), Espanola (a todo no se puede llegar), Jana Mila (artista de última hora con solo una canción editada) y Richy Mitch & The Coal Miners (su folk pop no nos llamaba la atención).
El festival tendrá su edición número 26 el próximo 2 de noviembre de 2024. Allí estaremos, una vez más, para contarlo. Una cita imprescindible para amantes de la música americana.
Texto por Javier Casamor, Patricio González Machín y Carlos Pérez Báez. Fotos y vídeos Javier Casamor, Patricio GM, Carlos PB y Javier Mcallan.
Si quieres leer la crónica de la edición del TakeRoot Festival del 2022, clica en este párrafo.
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