Supongo que reivindicar en estos días a The Alan Parsons Project es predicar en el desierto. Adorados por sus seguidores, posiblemente su gran impacto comercial entre 1976 y 1987 les granjeó el sistemático ninguneo de la crítica. Banda antítesis de lo “cool” en su momento, parecen caer en el olvido en los tiempos de la inmediatez y la sobreexposición mediática. Pero cuidado, porque su música ha resistido el paso del tiempo de manera fabulosa.
Alan Parsons, un ingeniero londinense innovador desde la mesa de sonido en Abbey Road trabajando con The Beatles y Pink Floyd entre otros, conoció a Eric Woolfson, (colaborador imprescindible y autentica alma gemela musical de Parsons) precisamente en estos míticos estudios de grabación. Juntos ponen en marcha el proyecto con “Tales of Mystery and Imagination”(1976), súper fresco y renovador álbum donde ya encontramos la marca de la casa del grupo : la (muy difícil de conseguir) fusión entre pop y rock sinfónico con toques prog basada en un largo trabajo en el estudio.
¿La clave de su éxito? : Experimentación, una brutal calidad instrumental y la inspiración y musicalidad de un dúo con unas ideas muy claras que siempre supieron trasladar a fogueados músicos de estudio. Una decena de LPs donde destacaría su debut, “I Robot”, “The Turn of a Friendly Card” y mi favorito “Eye in the Sky”, un álbum que supura singles por los cuatro costados.
Curioso que después de décadas de hibernar en cuanto a reconocimiento del gran público volvieran a un primer plano con el (excelso) documental de Netflix “The Last Dance”: “Sirius” sonaba en la cancha de los Chicago Bulls de Michael Jordan cuando el equipo salía al parquet, desatando la euforia general. La banda nunca pisó los escenarios en su encarnación pura y original, pero tuve la suerte de poder ver a Alan Parsons en directo en 2018, y tengo que decir que fue un recital entrañable, emocional y super disfrutable.
Alan Parsons, Eric Woolfson y las portadas de Hipgnosis : what else?…