Resulta complicado expresar con palabras lo que aquel miércoles 16 de noviembre se vivió. Un público que aglutinaba varias generaciones, predominando, eso sí, edades más elevadas, abarrotó de modo pacífico cada rincón de la sala La Riviera de Madrid. El motivo que un miércoles de otoño cualquiera atrajo a todo ese público no era otro que reivindicar el legado musical de una banda maldita de los setenta como fue Big Star.
Bajo el nombre de The Music of Big Star se encontraba el súper grupo formado por Jon Auer, de The Posies; Pat Sansone, de Wilco; Mike Mills, de REM; Chris Stamey, de The dB’s y, como único miembro de la banda original, Jody Stephens, a las baquetas.
Con un único chorro de luz que apuntaba a Pat Sansone, guitarra acústica en mano, comenzó el concierto. Él solo sobre el escenario entonando con una delicadeza excepcional I’m in love with a girl, del segundo disco de Big Star.
Tras este dulce aterrizaje, irrumpió en escena el resto de la banda, con Jon Auer irguiéndose ahora como voz principal, mientras entre todos daban forma a los acordes de Feel. Jon Auer, quien ya formó parte de Big Star junto a Alex Chilton a partir de su reencarnación del 93’, lució sus cualidades vocales que con esos agudos nos trasladó sin ninguna duda al universo de los de Memphis. Un universo decorado en la Riviera con un fondo que mostraba la icónica estrella luminosa de la portada de su primer disco nadando en medio del infinito.
Tras esta presentación escalonada, llegó uno de esos temas tan reconocibles para propios como para extraños, The Ballad Of El Goodo, con una pulcritud inmaculada en toda la interpretación. Si hay algo de lo que podemos estar seguros es de que la súper banda disfrutó plenamente de poder dar vida a este repertorio y honrar a sus ídolos cuidando hasta el más mínimo detalle, muestra de ello, unas increíbles armonías vocales a cargo de todos los músicos que predominaron a lo largo de las casi dos horas que los tuvimos subidos a las tablas.
Tras un repaso al primer disco, #1 Record, editado en 1972, con las canciones prácticamente en orden (con alguna omisión, reservada como un as en la manga), la banda hace un parón. Se oyen murmullos entre el público “la edad…”, aunque la música tiene la característica de igualarnos a todos en número de vueltas al sol. La pequeña pausa de menos de 15 minutos tal vez debida a la extensión del show o tal vez para “darle la vuelta al disco”.
Eso sí, ese pequeño paréntesis sirvió para dedicar unos minutos a felicitar al anfitrión de esa fiesta de cumpleaños, la discográfica y promotora Houston Party, que celebraba su 25º aniversario. Una auténtica fiesta en la que además de un concierto de lujo, pertrecharon a todo el público asistente con una bolsa de tela llena pequeños (o no tan pequeños) obsequios, como un cuaderno de tapa dura, un póster del concierto, unas pegatinas e incluso el último número de la veterana revista en papel Ruta 66, que llevaba en portada el cartel del presente concierto.
El segundo acto, por llamarlo de alguna forma, arrancó con O my soul, del Radio City. Viajamos hacia 1974, su segundo disco, cuando Chris Bell ya había abandonado la formación. De esta manera, la banda que tenemos ante nuestros ojos delimita en actos algunas etapas en la vida de Big Star. El repertorio fluye entre el segundo y el tercer disco, Third, grabado en el mismo año (y con otro componente a la fuga, Andy Hummel), pero editado en 1978. En esta segunda parte también aparecen algunas de esas piezas “olvidadas” del primer disco, como Try Again. Con Jesus Christ, anticipándose a la navidad, nos encontramos con un momento memorable y es que la banda invitó a unirse a ellos a Travis Good, de los Sadies, quienes fueron los teloneros de lujo para esta ocasión tan especial.
A lo largo de todo el concierto pudimos ver cómo la voz principal la asumía en cada tema cada uno de los componentes, incluido Jody Stephens, que abandonó su puesto detrás de la batería para posicionarse frente al público y asumir el papel protagonista con la esperada y deseada Thirteen.
Casi cerrando la sesión sonó el hit que en su momento no llegó a serlo, September Gurls, con Mike Mills esta vez al frente y el público completamente abandonado a la música. Puede decirse que The music of Big Star cumplió e incluso superó cualquier expectativa que pudiera traerse.
Hay que hacer una mención especial a esos teloneros de lujo, unos viejos conocidos, adorados por el público español, The Sadies, quienes recorrerían nuestro territorio en nada menos que 10 fechas con sus increíbles directos. Los canadienses dieron un leve repaso a su extensa discografía dándole especial protagonismo a Colder Streams, su último elepé, marcado como póstumo para una figura tan importante dentro de la formación como lo fue Dallas Good, a quien el ahora power trío dedicó cada canción y cada nota que hizo sonar.
Texto y fotos Isabela Roldán.
