Explosivos Schizophonics

Schizophonics Madrid review crónica 2024

Madrid, 29 de enero de 2024

Pegando brincos sin parar, dando volteretas, o moviéndose casi compulsivamente de un lado para otro… Así es como Pat Beers tomaba el escenario del Fun House haciendo casi imposible poder seguirle con el objetivo de la cámara e, incluso, con la propia mirada. La banda de San Diego colgó el cartel de sold out anticipadamente por las dos noches seguidas que tenían en Madrid.

Antes de comenzar hubo voces que ponían en duda si el espacio del escenario del Fun House iba a ser suficientemente grande para todo lo que el guitarrista se movía. Pero al poco de comenzar, quedó demostrado que ese pequeño habitáculo sirvió de marco perfecto para albergar a los Beers.

Schizophonics 2024 Fun House MadridSchizophonics 2024 Fun House Madrid

El grupo arranca con Black to Comm, una versión de MC5, grupo del que hace precisamente una semana nos dejaba su último superviviente, el guitarrista Wayne Kramer, y a los que Schizophonics consideran una de sus más grandes influencias. Patente queda a lo largo de todo el set su pasión por los de Detroit, pero también se pueden escuchar por todos lados solos al más puro estilo Hendrix, que Pat Beers toca magistralmente con tan solo la mano izquierda, mientras con la otra agarra o lanza el micrófono o da vueltas en el aire o volteretas en el suelo.

Sin bajar el ritmo un solo segundo, abordan Steely Eyed Lady, de su primer disco (tan solo cuentan con dos álbumes y un EP hasta la fecha). Si las paredes del escenario del Fun House estuvieran acolchadas, bien podrían simular un psiquiátrico ya que Pat no deja de utilizarlas como tope a su trayectoria, aportando más juego si cabe a sus incansables movimientos.

Entre tanto éxtasis sonoro y físico, Lety aporrea sin cesar su batería concediendo esa sólida base sobre la que Pat desbarra imparable. En esta ocasión la bajista que les acompaña es Sarah Linton, bajista de Harshmellow y de Death Valley Girls, y que suma densidad a ese entramado rítmico.

A lo largo de todo el set, los Schizophonics dan sentido a ese juego de palabras que llevan por bandera. Algo así como una esquizofrenia sonora, que no rebajó su intensidad un ápice a lo largo de todo el show. Todavía se me hace difícil entender cómo Pat Beers ha sido capaz de tocar, cantar y saltar para caer sobre el suelo abriendo las piernas como solía hacer el mismísimo James Brown, y bordarlo. Tal vez la evidente abstración en la que Pat estaba sumergido, pudiera explicar esa increíble habilidad.

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Ya adentrándonos en la recta final del concierto, Pat “atravesó esa cuarta pared”, zambulléndose en el foso junto al público, donde no dejó de aporrear su guitarra o invitando a la concurrencia a arrastrarse a su inframundo entonando ese “Shake baby shake” cada vez más cerca del suelo, para terminar saltando al unísono en un in crescendo emocional.

Algo comentó el trío acerca de un posible regreso por estos lares en los meses de verano. Habrá que estar atentos. Esperemos que el clima y la devoción del público español hacia la banda sean lo suficientemente poderosos como para traerlos de nuevo.

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