Hace poco más de un año, y con su reciente “Can’t Find the Brakes” aún en proceso, Dirty Honey abrían una pequeña puerta a la esperanza a la parroquia rockera en la sala Upload. Quedaba saber si en Apolo 2 los angelinos terminaban de dar la patada para tirarla del todo abajo y que quedara de par en par.
Por lo pronto, las ganas de que eso pasara quedaron claras de buen principio. La sala registraba una excelente entrada buscando que un lunes aciago se convirtiera por un par de horas en una fiesta. Durante la hora que nos dieron de margen antes de empezar Dirty Honey (un tiempo excesivo sin teloneros para mi gusto) hubo reencuentros bajo una banda sonora llena de clásicos que terminaron con “Rock N Roll Damnation”. La hora de la verdad había llegado.
Y con el título que da nombre al disco salieron con todo. Una presentación en toda regla, llena de actitud y muchas ganas. Los angelinos sonaron contundentes y compactos y dejaron muy claro que son excelentes músicos y que tienen las cosas muy claras. Dirty Honey tienen muy claro su rol de rockstars, mostrando sus mejores poses y guiños al público. Y eso sigue gustando a quien busca un futuro sin dejar el pasado. Quizás ellos tampoco y sacaron pronto los temas de su primer trabajo. “California Dreamin’” y “Heartbreaker” son buenas muestras de la capacidad que tienen para crear temas redondos.
El repertorio se lo repartieron de manera bastante equilibrada entre los temas del actual “Can’t Find The Brakes” y su debut. A “Get A Little High” le daba respuesta “Scars”, a “Dirty Mind” un tema como “Tied Up”. Y con todas ellas el nivel seguía siendo elevado y explosivo. Hasta que Dirty Honey encontraron los frenos y decidieron pisarlos. Por eso, la llegada de la sección acústica supuso un respiro para la banda. El bajista Justin Smolian cambió su instrumento por una guitarra para tocar “Coming Home” y una versión de “Honky Tonk Woman” con aires de Nashville muy resultona.
Pero a partir de aquí, esa frenada más allá de suponer un nuevo acelerón fue más una bajada en punto muerto en una recta sin curvas. Si, sentías la velocidad de crucero pero no había ni riesgos ni peligro. “Don’t Put Out The Fire” y “The Wire” son dos buenos temas con riffs marca de la casa, pero la intensidad del inicio se había perdido en un momento en que deberían de haber salido a rematar. Quizás sean más las sensaciones vividas hace apenas un año cuando los cimientos de la Upload sufrieron riesgo de colapso. Pero en esta ocasión el globo se desinfló ligeramente. La balada “Another Last Time” y “When I’m Gone” terminaron con un set que tenía previstas sus versiones de “Lets go Crazy” y “Last Child” sobre el papel.
La vuelta al escenario de Dirty Honey vino con otro cambio en el setlist. Iniciaron la despedida con un medio tiempo como “You Make It All Right”. Una decisión que por suerte quedó compensada con “Won’t Take Me Alive” pero que contó con una mala resolución. Dispuestos a repetir todos los clichés del rock, no se perdieron el de la presentación con solos individuales. Totalmente prescindibles por mucho que John Notto recordara las notas de Eddie Van Halen. Y más teniendo en cuenta el recorte de temas en el set list. Solo ellos saben el porqué de esa decisión. Pero eso hizo por contribuir a que el hype disminuyera un poco más. Eso sí, un final con “Rolling 7s” resulta muy poderoso.
Y con las últimas notas resonando y los chicos de Dirty Honey despidiéndose del público comienzan a surgir los claroscuros. No me molesta que la banda fusile y me recuerde a grupos como Aerosmith o The Black Crowes. Sus directos son entretenidos, buenos y contundentes. Ellos son buenos músicos, y Marc Labelle tiene voz y presencia suficiente como para dejar de copiar a sus héroes. Hasta ahora sus canciones suenan tan clásicas como frescas, pero sería interesante que dieran un paso al frente y se lancen a experimentar hasta lograr una imagen propia. Es solo cuestión de no repetir los pasos que otras bandas emergentes han seguido… he oído Greta Van Fleet?
Fotos: Desi Estévez