Israel Nash o la litúrgia a la Americana

Israel Nash Barcelona review crónica 2024

Israel Nash cerró en Barcelona la gira de presentación de «Ozarker» dejando claro que él está en un gran momento creativo y entre el público la sensación de estar en el sitio adecuado en el momento preciso.

Los seguidores de la Americana llevan varios años de enhorabuena. La cantidad de buenos trabajos que se han ido publicando sólo conllevan el superable disgusto pecuniario para los que aún se dejan llevar por la magia de lo físico. Y lo cierto es que el último trabajo de Israel Nash, “Ozarker” se situó en los puestos más elevados de los tops anuales. Y por fin teníamos la oportunidad de disfrutar en vivo de esa excelente colección de canciones. 

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Un domingo por la tarde, con cierto frio podrían ser motivos para quedarse en casa, pero la sala Upload llenó sus tres niveles. Marc Rockenberg armado con una guitarra acústica llenó con sus buenas composiciones la tediosa espera previa. Con solo unas velas y acompañado de una armónica en algunos temas, Marc consiguió que los que iban llenando la sala conectaran con sus canciones. En sus influencias parecen asomar nombres como los Pearl Jam más acústicos o Neal Young. Presentarse solo supone siempre un reto que Rockenberg superó sin problema gracias a temas como la inicial “Alone”, “Hell ‘N Back” o “Wrong Words”.  

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El gran amplificador tumbado casi a ras de suelo y una canasta y dos balones de basket se llevaban las miradas durante el impasse. Al menos hasta que los músicos empezaron a tomar posiciones en el escenario acompañados de una entrada instrumental. Alex Marrero en la bateria, Eric Swanson al slide, teclados y guitarras, Curtis Roush en la guitarra solista y Jesse Ebaugh al bajo. Y en el centro, Israel Nash con su flamante Gretsch White Falcon frente al gran águila blanca que decoraba el fondo del escenario estaban dispuestos a comenzar su culto a la música. Hasta aquí nada que hiciera pensar en que este concierto fuera a ser diferente a cualquier otro. Pero en cuanto comenzó a funcionar la maquinaria las sensaciones te llevaban a pensar que sí sería especial.

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El rito inicial cayó sobre “Don’t Stop” que sonó a gloria sumiendonos a todos casi en una oración colecta. Israel Nash tomó la liturgia de la palabra para presentarse y dejarnos la primera de sus lecturas. Solo hay que ver el título de su excelente “Ozarker” para comprobar la importancia que ha tenido el lugar donde ha crecido. Y con el tema que da titulo al disco, la banda sonaba con una claridad cristalina. La música fluía viva en la Sala Upload ante la atenta mirada de los fieles. Mucho habría que mirar los temas para encontrar algún tipo de fisura. La perfecta conjunción de elementos sobre los que Nash ha ido creando sus composiciones hace que sus canciones no pierdan personalidad mientras surgen ecos a Petty, Springsteen o Young.

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Un primer recuerdo a “Rain Plans” llegó de la mano de “Woman At The Well” y con ella el ritmo del concierto iba subiendo casi sin darnos cuenta. Si no habían ecos suficientes, el de Seger se añadió a la mezcla con este tema. El final preciosista con un brillante Swanson al slide significó casi un ejercicio de hipnotismo musical. Para despertarnos de él esa pequeña joya casi pop que es “Roman Candle”, que se cuela por los poros cuando explota en su estribillo. Con velocidad de crucero, Nash y los suyos desgranaron “Lucky Ones”, “Shadowland”, “Baltimore” o “Pieces”. Entre temas, Nash retomaba ese rol próximo al predicador. Tras casi ejercer como tal, y quedándose solo con Swanson en el escenario, ambos bordaron un “Lost In America” que casi animaba a gritar “Aleluya” al terminar. 

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Con toda la parroquia totalmente entregada, Nash y los suyos comenzaron sutilmente a llevarnos hasta el cierre. “Rolling On” solo fue la punta de un iceberg de emociones. “Una dupla como “Rexanimarum” y “Mansions”, ejecutada con tal intensidad sería capaz de hacer creyente al menor de los fieles. Esa última plegaria en la que la sombra de Young se cuela en el escenario volvió a dejar claro que los músicos de Israel Nash podrían volarnos la cabeza subiendo otra marcha. Pero no lo hacen para dejarnos con ganas de más. Una contención en las formas que hace que todo esté en un perfecto equilibrio mientras abandonan el escenario por unos minutos.

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Con público y banda en perfecta comunión, Israel nos ofrece una última muestra de “Ozarker” con “Firedance”. Un tema hecho para el disfrute en directo que crece respecto a su versión encorsetada en los surcos del vinilo. Y todo eso, además con un cierre como supone “Rain Plans”, extensa, inmensa, exquisita y cercana al éxtasis catártico. Tanto que Israel Nash se marchó del escenario sin despedirse siquiera. A estas alturas, aún alguno era incapaz de quitar la vista del escenario mientras Courtis Roush manejaba los controles de sus pedales a modo de conclusión sonora esperando una nueva salida. Pero con esto quedaba disuelta esta particular eucaristía. 

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Por lo que se vió, ese es el término más cercano a lo que se vivió el domingo por la noche en la Sala Upload. Quizás fuera por esos largos discursos que Israel Nash ofreció durante toda la velada. Algo que podría ser el único punto donde flaquea el show. Y no porque rompieran el ritmo, a fin de cuentas la palabra es otra manera de captar la atención, sino por excesivos para ser un concierto. Pero no olvidemos que son las canciones las que siguen siendo lo más importante. Seguro que más de uno hubiera cambiado esos discursos por otro de sus temas, que los tiene y muy buenos. Aún así, el concierto de Israel Nash es un serio candidato a aparecer en los tops de este año. Solo una cosa más, espero que no pase tanto tiempo hasta que vuelva a congregarnos a todos en una nueva gira.

Fotos: Desi Estévez

 

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