«Meet The Lostines», melodías de otra época desde New Orleans

The Lostines presentan por fin su primer Lp: “Meet The Lostines”. Publicado por Gar Hole Records (discográfica que cuenta en su nómina con gente como Bonnie Montgomery, Dylan Earl o Desiree Cannon), es un trabajo lleno de canciones redondas que evocan la era de los Everly Brothers. El dúo formado por Camille Wind Weatherford y Casey Jane Reece-Kaigler ha grabado y coproducido el disco junto a Ross Farbe (Videoage, Esther Rose) y Sam Doores (The Deslondes, Hurray For The Riff Raff). Ellas con sus guitarra y sus voces, ellos tocando de todo. Completaron la banda Howe Pearson, Gina Leslie y James Wallace, además de una decena de colaboradores puntuales.

Escucha “Meet The Lostines” de The Lostines aquí:

El disco fue grabado en The Tigermen Den y Deslonde Studios, en su ciudad natal de New Orleans. Los Lostines han recorrido un camino muy largo hasta llegar aquí. Se dieron a conocer en 2019, en una recopilación de Mashed Potato Records en Nueva Orleans. Eran dos chicas que habían crecido en diferentes ciudades de Oregón, pero que se encontraron hace más de una década en Nueva Orleans. Camille fue corista en una de las primeras bandas de Casey Jane. Luego, formaron el dúo de doo-wop a capella Carondelettes, en el que figuraba Sam Doores. Al igual que artistas como Alynda Segarra, solían ganar más dinero tocando en las calles del barrio francés de New Orleans que en las salas de la ciudad.

Hace unos siete años se convirtieron definitivamente en Lostines, nombre que viene de un río de su tierra natal. Fueron parte de la comunidad alrededor de Deslonde Street, junto a gente como Sam Doores, Pat Reedy o Riley Downing. Se reunían muchas noches para crear canciones. Su tan esperado álbum debut es un ejercicio de pop retro, con muchos ecos de guitarra country, doo-wop, Motown y girl groups. Pensemos en ellas como unas The Cactus Blossoms femeninas: no hay nada de innovación, solo una colección de canciones impecables con trazos de épocas lejanas.

Comienza con “A Tear”. Parece un clásico perdido de la Motown, con esa entrada de bajo, el Hammond trazando el ambiente y uno de esos estribillos que permanecen. Una canción de corazones rotos, un tema omnipresente en el disco. (“Oh, una lágrima, una lágrima está rodando por tu mejilla/Noches solitarias son todo lo que me queda/Porque tuve que decir adiós a tus ojos marrones”). Le sigue el primer single, publicado hace unos meses y que ya nos puso sobre la pista de que se venía disco grande: “Full Moon Night”. Con sus sintetizadores retro y sus voces grabadas con eco, es una melodía muy Everly Brothers que también gira alrededor de la nostalgia de un viejo amor.

Sigue el disco sin desperdicio, con canciones llenas de armonías perfectas y una producción muy medida y mucho más compleja y detallista de lo que parece. Hay arreglos de violines, sintetizadores, theremin, pianos, … por donde desfilan muchos de los músicos de la comunidad de New Orleans. Pisan un poco el acelerador en la también nostálgica “Neon Lights” (“Debería haberme casado contigo en Las Vegas bajo las luces de neón/En la bruma del amanecer cuando nuestro amor era joven”) El vídeo evoca esta historia real, en la que una de las Lostines estuvo a punto de casarse en Las Vegas por impulso. En el clip aparecen sus amigos Chris Acker y Kassi Valazza.

 “After Party”, escrita después de la fiesta de despedida de Pat Reedy, cuando decidió mudarse a Nashville. Es un oasis en medio del desierto de desamor, porque “Come Back To My Arms” vuelve al tema, como su título indica.  Un gospel profano, que empieza con un órgano de iglesia y acaba con un crescendo fantástico. Un tema de otro tiempo y otro lugar, que hubiera reinado en las listas hace seis décadas.

No baja el nivel en ningún momento. “Playing The Fool” es una canción con un espíritu muy Ronettes; “Southwest Texas” quiere acercarse al country sinfónico y es uno de los temas mejor arreglados de la colección, al igual que “No Mama Blues”, con un piano evocando algún saloon de mala muerte. “Eye For An Eye” es una suave balada que mezcla el ciclo de la naturaleza con las relaciones. Para cerrar, “Frankie & Eva”, una nueva vuelta de tuerca al manido mito de Frankenstein y su novia que es una delicia. Finalmente, un vals junto a Sam Gelband que deja un hilo de esperanza en el ambiente después de presenciar un desfile de relaciones rotas: “Anoche me abrazaste por primera vez / Una suave brisa sopló a través del ventana abierta/Rodeada por el suave resplandor de una vela/Ardiendo, derritiendo todo a mi alrededor/Desde mi cuerpo hasta las tablas del piso».

El disco, esperado durante años, puede convertirse en uno de nuestros favoritos del año. Sin duda lo será para los amantes de los sonidos retro. Además, es una celebración de la escena musical de Nueva Orleans y del espíritu colaborativo de una comunidad que tiene muchas cosas que decir.

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