Jonathan Peyton edita “Nothing Here’s the Same”. Ocho años después de un debut que pasó desapercibido, este trabajo ha sido producido por Sadler Vaden, mano derecha de Jason Isbell. Todas las canciones escritas por Jonathan en su casa de Woodstock, Georgia. Algunos de los músicos del álbum , además de Peyton y Vaden, son Jon Radford (Justin Townes Earle),Derry Deborja (Jason Isbell), Luke Schneider (Orville Peck) o su esposa Abigail Peyton.
Escucha “Nothing Here’s the Same” de Jonathan Peyton aquí:
Es curiosa la historia de Jonathan. Se hizo con un nombre tras un concierto viral en el aparcamiento de Red Rocks antes del famoso concierto de Zach Bryan que casi fue cancelado por una gran navada. Después, Peyton subió al escenario junto a Zach Bryan y Charles Wesley Godwin para cantar “Country Roads”. Fue el momento estelar de una vida complicada. Gracias a ello, pudo girar con gente como Wyatt Flores, Drew Holcomb o Charles Wesley Godwin.
Sadler Vaden, de los The 400 Unit de Jason Isbell, produce el disco y toca la guitarra en todas las canciones, además de contribuir con teclados en varios temas. Y el toque que le da al disco es muy Isbell. La mayoría de estas canciones podrían estar en un disco de Jason, por su profundidad y franqueza y por el tono general de cómo han sido grabadas.
Un disco muy americano, porque está escrito desde el trauma de la religión. Jonathan creció dentro de una esas congregaciones cristianas que funcionan como una secta y el disco sirve de exorcismo para todos sus traumas. Pero como canta en la rockera “Goin’ Crazy”, «Sabes que fui al cielo, llamé a la puerta del gran hombre, pero él simplemente se asomó por las rendijas y me dijo: ya no eres bienvenido aquí”. Está claro que superar algo así es complicado y las canciones tratan del estrés post traumático derivado de estas vivencias: dudas, dolor, autolesiones, abusos, …
Peyton canta desde lo más profundo de sus entrañas y eso, unido a una producción muy acertada, convierte sus canciones en emotivas y evocadoras. Los coros de Abigail, su gran amor, además de los duelos entre violines, guitarras y pedal steel, hacen del disco una experiencia muy disfrutable. Empieza con “To The Country”, un dueto acústico con Abigail. Tema que reflexiona sobre los poderes curativos de alejarse de todo. Posiblemente la canción con más esperanza de la colección.
El tema principal es la desilusión con la religión y sus falsos dioses. “No Amazing Grace” habla de sus años creciendo en una secta cristiana y la dureza de creer con los ojos cerrados, más allá de la razón. Más escabrosa todavía es “Sally”, una historia acústica sobre una niña cuya madre sufre abusos por parte de su marido, un predicador evangélico, a quien finalmente abandona. Tras crecer sin padre, Sally vuelve a encontrarse con el abusador 10 años después, cuando lo ve en la televisión convertido en un televangelista radical. También “Denial”, favorita de los fans, donde repita “Aleluya, aleluya en vano/ Atormentado por el recuerdo de aquellos a quienes has matado”, viene de sus tiempos atrapado en el fundamentalismo. Un himno que destaca entre las demás canciones.
No todo son referencias a la religión. También hay temas sobre relaciones, como otro de nuestros favoritos, “Those Days Are Hell”. “Prometiste el cielo como lo creías, pero esos días fueron un infierno”. O “Since You´ve Been Gone”. Una triste historia sobre la devastación de una familia tras la muerte de un niño. Un disco estupendo, sin duda. Ya sabemos que todos los proyectos en los que se involucra Sadler Vaden suelen ser de postín.