Vendría a ser ésta la enésima visita de los de Gary Louris a la Ciudad Condal, pero poco importaba ya que el catálogo de canciones que atesoran es de sobrada atemporalidad, y así lo demostraba la generosa entrada que había en la sala, eso sí, sin llegar a agotar las localidades.
Pero antes del pase de los de Minnesota le tocó caldear el ambiente a la artista invitada que era Meghan Maike. La canadiense presentaba ‘Dead Horse Creek’, su debut en larga duración y ofreció un competente recital de clasicismo country con un cierto barniz rock. Gustó y se mostró bastante segura de sí misma, aunque el sonido no tuvo la solera de la que si disfrutaron las estrellas de la noche. Igualmente recomendable y a tener en cuenta si uno gusta de la tradición country más clásica.
Media hora más tarde y con una puntualidad absolutamente británica salieron a escena de The Jayhawks, quizás un poco titubeantes al principio, pero poco les costó asentar sus posiciones y empezar a encarar ese repertorio inmaculado que les caracteriza. Abrieron con ‘Crowded In The Wings’ con la introducción de la misma curiosamente alargada de manera instrumental en la que Gary Louris soleó un poco casi a la Jimmy Page.
Se daba además también la circunstancia de que no venían con ningún disco nuevo bajo el brazo con lo cual dejaron fluir el repertorio como ellos quisieron, de hecho se ganaron ya al público siguiendo con “I’m Gonna Make You Love Me” y “Smile”. Y es que el repertorio osciló un poco entre las canciones que la gente quería escuchar, otras más oscuras u olvidadas como “Quiet Corners & Empty Spaces” o “Somewhere In Ohio” y alguna que otra versión de The Chicks o Gram Parsons, y por supuesto no contaremos como tal la coreada y celebrada ‘Bad Time’, ya que a estas alturas es casi tan de ellos como de Grand Funk Railroad.
Y si su cancionero está a la altura de muy pocos que decir que su prestancia y solvencia escénica, instrumentistas que trabajan para la canción y unas voces de todos y cada uno del cuarteto que elevan esas melodías al nivel de las bellas artes.
Y comandados por un dicharachero y animado Gary Louris fueron llevando hacia arriba el concierto que tuvo momentos de genuina emoción cuando interpretaron las inmaculadas “I’d Run Away” y “Blue”. También muy coreada la potente “Big Star” y se retiraron por primera vez con la bonita “Tailspin”. Por supuesto no sólo se la guardaron para un día de lluvia sino también para los bises la esperada “Save It For a Rainy Day”. Ovación de gala que les obligó a salir de nuevo, y aquí tocaría poner la única pega de la velada.
Un muy enamorado Gary Louris sacó a su mujer (que ya había aparecido en escena para llenarle la copa de vino) que se dedicó a lucir palmito y a tocar una prescindible pandereta en la revisión del “Until You Came Along’ de Golden Smog. Una pequeña mácula que tampoco hace desmerecer para nada el solvente y competente recital que ofrecieron (de nuevo) en la primera noche de una nueva gira por un país en el que siempre se les ha tratado muy bien, y ellos lo saben.
Fotos Olga Hernández.