Tristemente la leyenda del blues y un grande como John Mayall falleció este pasado 22 de julio a los 90 años en su residencia de California.
Un gigante del gran boom del blues británico de los años 60 fue un agente de cambio musical que reverenciaba y honraba a sus antepasados. Mayall fue uno de los principales arquitectos del resurgimiento del blues británico de los años 60 además de descubridor de talentos como Eric Clapton, Mick Taylor o Peter Green, por poner varios ejemplos.
En los sesenta y hasta que se despidió de los escenarios. Borracho o lúcido. En Londres o en Los Angeles, el viejo militante de la causa negra, el padrino, el “inventor” del blues blanco junto a Alexis Korner, siempre supo elegir buenas compañías.
Mayall siempre vivió el blues con el sabor de la espontaneidad para los muchísimos que disfrutamos de su directo. Sabía que sus punteos erizaban, dolían en el alma y emocionaban. Natural y fluido, como cuando se le ocurrió armar la primera gran escuela, llamándolo premonitoriamente, Bluesbreakers.
Esa carrera, que comenzó mucho antes de que Mayall formara sus famosos Bluesbreakers en 1963, no estuvo definida por la ceguera tanto como por una visión unidireccional y casi mesiánica de que la música creada por los artistas negros del delta del Mississippi y del South Side de Chicago poseía belleza, honestidad y fuerza que trascendía la raza, la edad y la geografía. Y así, gracias a Mayall junto con el músico de ideas afines Alexis Korner y un número cada vez mayor de aficionados, el blues estadounidense echó raíces en los cafés de Londres, el dominio del jazz tradicional.
De allí migró a clubes subterráneos llenos de jóvenes sudorosos, y a tocadiscos y radios en apartamentos de un dormitorio desde Bournemouth hasta Belfast. Pronto, una generación ya tenía su magia funcionando, y la escena del R&B británico explotó: los Rolling Stones, los Yardbirds, Them y gran parte de lo que vino después, incluidos Cream y Fleetwood Mac, dos bandas de rock que marcaron una época en cuya creación Mayall participó. La visión centrada en el blues que Mayall aportó a la música popular en los años 60 resultó ser, en retrospectiva.
En 1966, Eric Clapton dejaba The Yarbirds en busca de un nuevo horizonte: Cream. Pero faltaba un espaldarazo y ahí estaba él. Después de Bluesbreakers with Eric Clapton (1966), las paredes de Londres se llenaron de grafittis: “Clapton is God”. Un año después, Mick Fleetwood, John McVie y Peter Green eran las tres inocentes que aparecían en la portada del maravilloso «A hard road«, plataforma de lanzamiento de “la” banda de blues blanco de los sesenta: Fleetwood Mac.
Meses después, para la grabación de Crusade, John descubrió a otra luminaria: Mick Taylor, jovencísimo, pisó el primer estribo de la escalera que lo llevaría a Los Rolling Stones para reemplazar a Brian Jones, dos años después.
John Mayall (1933, Manchester) había venido varias veces cuando ellos empezaban a ir. Fue quien, casi desde las sombras y con un amor incondicional por el blues, llevó el Mississippi a Gran Bretaña y eligió los personajes para que la película empezara a rodar.
Su último álbum de estudio fue “The Sun Is Shining Down” de 2022, que incluyó invitados de renombre como Mike Campbell, Marcus King y Buddy Miller. Este último trabajo fue nominado a los Grammy de 2023 en la categoría de mejor álbum de blues tradicional. DEP.
Foto Desi Estévez.
