Bodies, Vida y Muerte en la Música. Ian Winwood

   Se ha publicado recientemente que cada día (cada DÍA) mueren dos trabajadores en España por accidente laboral. La noticia coincide con el final de mi lectura de Bodies, Vida y Muerte en la Música (Liburuak). El libro que lanzó hace un par de años el periodista británico Ian Winwood explora «cómo la industria de la música hace enfermar a la gente», como él resume perfectamente.

“Nunca se unen los puntos; se trabaja caso por caso y nunca se cuenta la historia completa. Así que ahí va. Hay algo que falla sistemáticamente en el mundo de la música. Y hace que la gente enferme”

   El asunto siempre me ha interesado, quizá por el caudaloso obituario de rockeros que cada día desfilan por las webs musicales o tal vez por el recuerdo de amigos que se quedaron en la cuneta. Titulé por ello Imposible Vivir Así al libro sobre The Last Waltz que publicamos hace unos años con Silex. Esas palabras de Robbie Robertson son pura inteligencia afilada al borde del abismo: su valor crece tras la lectura de Winwood, donde se cuenta que «un informe llevado a cabo en 2018 por la Asociación Canadiense de Música de la Costa Este reveló que el 20% de los músicos encuestados  había contemplado el suicidio» (la media nacional ronda el 3%).
   En las 342 páginas de Bodies, se amontonan músicos (sobre todo de hard rock, punk o metal) prematuramente desaparecidos por las presiones inherentes a «la vida en la carretera», un señuelo tantas veces mortal que sobrecogió al autor tras constatarlo en su larga carrera y, sobre todo, en propia piel, durante su caída a los infiernos del alcoholismo y adicciones varias, inevitables en la noria de esa trituradora de carne (qué acierto titular al libro «Cuerpos», remedo de la conversión de artistas en mercancía) que tantos aspirantes a vivir de las canciones ven como tabla de salvación.
   Fantásticamente escrito y empapado de humor, con sabio entrelazamiento de lo íntimo (la muerte del padre y sus secuelas) y una contundente exposición de datos que documentan la explotación económica de los artistas, Winwood demuestra que esos seres vulnerables disparan su fragilidad con la bebida, el sexo desenfrenado o las drogas, ingredientes facilitados por la industria y casi imprescindibles para «mantener las bolas en la mesa», en expresión de Rick Danko. O «normalización de los excesos», resume Winwod.

   Recomiendo su lectura, especialmente a los amigos músicos.

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