Pentagram y Bobby Liebling. Especial Kristofest Vol 2:
Pionera indiscutible del traditional doom metal, la banda fundada en el lejano 1971 Pentagram, supo amalgamar influencias reconocidas dentro de la escena ProtoMetal (Dust, Sir Lord Baltimore) con una lírica sombría, misantrópica y con reflejos de psicodelia oscura, que ofrecerá bruscas mutaciones de vertiginoso heavy psych; metamorfosis en el reverso de su mesmerizante foto doom de quinta bemol densa y marmórea; sus compases enrevesados y tortuosos, que equiparan su obra con el disco que solemnemente inaugura el género doom: el sorprendente, apocalíptico, nocturno y magistral «Master of Reality» (1971) de los británicos Black Sabbath.
Su enorme influencia se detecta en formaciones ochenteras de las cuales es coetánea en apariencia: a pesar de grabar su primer álbum (homónimo) en 1985, (al que seguirá «Day of reckoning» en 1987), ya confeccionaban sonidos seminales en precarias maquetas registradas en los albores de los años 70s. Esa influencia es notoria en Candlemass y su «Epicus Doomicus Metallicus» (1986), además de en el ominoso «Born to Late» (1986) de Saint Vitus. Y más tarde, en el «In the Rectory of Reverend Bizarre» (2002) de los fineses Reverend Bizarre.
O con mayor elocuencia si cabe, en el » Monotheist»(2006) de Celtic Frost. Pero antes de a estos últimos, de nuevo a los Saint Vitus que editaron el depresivo y fúnebre «Die Haling» en 1995 ; un disco que entronca con la necrofilia explícita que Bobby Liebling logra en la letra del tema «The Ghoul», vibrante de oscuridad e imponentes maldiciones, sollozos ocultistas y cientos de lamentos mortuorios.
Resulta paradójico el hecho de que una banda que a posteriori ha sido considerada como «La Black Sabbath norteamericana», no haya ostentando la repercusión mediática ni el mismo clamor de crítica y público que ellos, toda vez que no puede decirse, al menos con argumentos sólidos, que esa comparación es hiperbólica.
Un quimera. Una omnipotencia subterránea y fantasmagórica que estaba creando algo insólito y de incalculable valor artístico en el más rotundo anonimato. Una banda que hubiese haber podido lograr todo aquello que en sus orígenes ambicionaba. Pero que se mantuvo a su pesar en los barrios miserables de la ciudad de la música rock setentera U.S.A, condenada a un ostracismo injusto e inexplicable por mor del farsario determinismo que le fue hostil. Una banda que se mantuvo combativa, alongándose y contrayéndose, según le convenía, para sobrevivir en el límite de su propio malditismo. Una banda que arranca precipitadamente en medio de una noche de excesos y drogas postulada por su futuro baterista: el decisivo Geof O’Keefe. Nadie como él supo entender el talento enigmático de Bobby Liebling; su carisma y dotes como epatante Front man; su genialidad nihilista, rebelde, ominosa y desesperada: la agonía filosofíca y existencial que le convertía en un artista rara avis adelantado a su época. Nadie como O’Keefe supo vaticinar que, sin menoscabo de sus eminentes compañeros….¡Pentagram es el mismísimo Bobby!.
La formación original de Pentagram incluía a Vincent Maccalister (guitarra), Greg Mayne (Bajo), y se mantuvo hasta 1976, momento en el cual pretendieron desembarazarse del lóbrego conglomerado que envolvía a Bobby; la alternativa pergeñada por Mayne y el propio O’Keefe, no obstante, estuvo impregnada con la aquiescencia de este desde el primer momento: el proyecto también dentro de las tonalidades traditional doom pero con un fulgor heavy metal más acusado se llamó Bedemon, y su obra parece capturar el reflejo espectral de Bobby con las grietas de un espejo desdibujado; el corpus principal de su obra fue rescatado décadas después en el álbum «Child of Darkness: from the original master tapes» ( 2005); sonido igualmente lo- fi acorde con los primeros trabajos de Pentagram y, cómo no, influenciado vehemente mente por ella.
Volviendo al debut en 1985 de Pentagram, hay que resaltar que con el paso del tiempo ha conseguido consolidarse como un título de culto citado en todas las listas especializadas que registran los mejores discos de doom de todos los tiempos, a pesar de su resbaladiza y grisácea acogida inicial. Relevante en cualquier caso, resulta la participación del nuevo guitarrista Victor Griffin, personaje que ostenta una membresía intermitente que se extiende hasta el siglo XXI. Es necesario subrayar la opinión de Geog O’Keefe al respecto, quién reconociendo que vivió situaciones adversas y desesperantes protagonizadas por Bobby, no deja de reconocer igualmente que siempre fueron rescatadas por la gran experiencia que supuso su paso por Pentagram.
UNDERGROUND BIG STARS
La carrera de Pentagram ha recorrido un movimiento inverso al que discurre por las vías que conducen al éxito comercial, como si alguna convulsión o dilatación extraña e incoherente la apartase del camino , azontandóla con la furia de un ciclón empecinado en destruirla.
La aguda trepidación de una maquinaria que busca hacerle trizas:
Un cúmulo de situaciones que van de lo grotesco y estrambótico a lo aciago y funesto ; de lo rocambolesco a lo inverosímil . O que simplemente englobaban el inesperado estrépito de la mala suerte. Manteniendo semi oculta una obra que siempre se ha mantenido oscilando entre la excelencia de los continentes salvajes que pueblan las obras maestras.
«Pentagram era la banda perfecta para 1974: post Page y pre Sex Pystols», MURRAY KRUGMAN, productor de Blue Öyster Cult
Murray Krugman fue el cerebro gris artífice del éxito comercial de Blue Öyster Cult. Les acompañó en la grabación de su álbum homónimo en 1972, disco que en la actualidad está considerado como un clásico del hard rock. Pero sobre todo, fue testigo del máximo esplendor de esa banda cuando, en 1976, participó en la gestacion de «Agents of Fortune», su cénit amparado por el single estrella «Don’t fear the Reaper».
Un hombre inquieto y visionario que en el intervalo que media entre esas dos publicaciones se había encaramado en el talud de los charts Billboard 200 usando su olfato y destreza ignata para lograr triunfos sacados de la nada.Y entonces, súbitamente, se fijó en una nueva banda que describió como «unos Black Sabbath de la calle». Murray quedó fascinado por ellos como si viniesen de otro mundo…
Esos chicos de aspecto indolentemente barriobajero habían captado la atención de un Krugman que buscaba algo diferente a Blue Öyster Cult, a pesar de eran precisamente ellos quienes cosechaban para él las flores de champán con las cuales festejaban sus discos de oro compartidos.
El material grabado en mesas de 8 y hasta de 4 pistas le pareció prometedor aún en formatos tan rudimentarios, así que, desenvainó el sable del riesgo y pactó una reunión con la banda y él mismo como gran preboste de Columbia Records, con el objeto de celebrar la audición en Nueva York que condujese a una sesión de grabación profesional, sólidamente entrelazada por sus consejos y, por supuesto, majestuosamente cara.
La banda se traslada en un tren impulsado por las expectativas de una banda que asume su condición de guerreros esotéricos del hard rock.Y llegado el momento, la parte instrumental es grabada sin complicaciones, pero aún quedaba por grabar la «espectacular» aportación de Bobby…
Bobby concluye su sesión con dudas sobre la misma y le pide a Murray una segunda sesión, pero este se niega argumentando que cualquier tipo de fallo, si realmente existía, se arreglaría en post producción. Y además, tenía muy presente el copioso desembolso que ya contaba muchos ceros en su talonario.
Y entonces…Inmóviles y aturdidos bajo la membrana llameante y abrasadora de la cólera de Bobby, asisten a un monólogo que cambió el curso de su historia:
¡¿Por qué es tan gilipollas este tío, Gordon!?–proferia Bobby a su manager — ¡ Quiero mejorar mi parte vocal! ¿No puede entender algo tan simple? ! Puto imbécil!
Murray abandonó inmediatamente los estudios de grabación, no sin antes lamentar la cuantiosa cantidad de dinero que había malgastado; los compañeros de formación le acusaron de haber destrozado vesánicamente y a patadas su futuro con Columbia records:
Un teatro de ilusionistas con un personaje central envarado pero genial. Un coche de sangre coagulada y politoxicómana que se estrellaba contra gigantescos prejuicios, confusos malentendidos y, cómo no destacarlo, un histrionismo ensoberbecido… ¡ Una y otra vez! Provocando con ello el insomnio de sus sueños en los cuales se veía a si mismo con la musculosa óptica de la estrella de rock; empujándolos, echándolos a un lado.Pero sin duda, la mayor movilización de obstáculos a sus pretensiones de estrellato, venían cabalgando en la pestilente mala fama de drogadicto que le estigmatizaba.
En cualquier caso, esta sucesión de fracasos no destruyó a Bobby, ya que él sabía – sabe y siempre sabrá- que es un tipo con talento, que además tiene carisma de Front man… y la cuestión es que el resto del mundo, descontando su creciente masa de seguidores, debía – debe y deberá – saberlo ¡Perentoriamente!
Y finalmente, el mismo Geof O’Keefe ha podido reconocer con el paso de los años que, dejando a un lado los pantanos de la biografía de Bobby, ha sido precisamente su constancia la que ha mantenido viva la historia de Pentagram.
«BOBBY fue el primero». SCOTT «WINO» WEINRICH, guitarrista y vocalista de The Obssesed, Saint Vitus, Spirit Caravan y de Hidden Hand.
Uno de los mayores reconocimientos que ha logrado Pentagram como miembros múltiples de la primigenia oleada rock norteamericana, vino dado por el estreno del documental «Such hawks, such houds: scenes from the american hard rock undergound», dirigido en 2008 por John Srabalus; documento que hurga en los entresijos convulsos de una pléyade de bandas que reconocen sus méritos, con los encendidos elogios del imponente Wino como tatuajes de neón imperecederos.
BOBBY LIEBLING
No solamente un hombre: una institución, un símbolo, la alegoría de una estrella de rock embrujada con espumas fosforescentes como luciernagas de cementerio. Un espinazo febril de fauno alucinado .Trapecista de los abismos. Acróbata que con vertiginosa velocidad sortea los puentes en ruinas que enmarañan las drogas. Baúl repleto de cadáveres en el cual él es el único superviviente. Orilla calcinada por los restos de miles de naufragios y, como siempre quiso ser Bobby, una auténtica rock star encriptada en el cerebro de silla eléctrica de un ser excepcional.
Busto huesudo. Perfil de gárgola fecundada por la rareza. Piel sobrecogida por la extenuación; mortificada y con repliegues malsanos provocados por la autolesión (Sic). Y con unos ojos exacerbados como meteoros crepitando en unas cuencas craneales que más bien se asemejan a dos orificios excavados por los incisivos de un vampiro. Arterias craneales envolviendo los lóbulos cerebrales ajedrezados que acompañan su carisma lunático. Furiosa estatua repleta de explosiones.
Escrupulosamente heteróclito. Paroxísmico.
Especialmente extraño. Exesivamente extemporáneo. Brutalmente genial…
La luz de una luna maldita construyó un velero que llevó el infierno a una banda….
LA RESURRECCIÓN: FOREVER MY QUEEN
Corría 2003 cuando «Firts daze here: the Vintage collection» se publica. La banda se verá de pronto reclamanda y su estatus de banda de culto comienza a levitar como un satélite en el universo de los sonidos extremos. A partir de ahí, el galvanismo y la resurrección de cadáveres propuesta por Gianni Aldini: una estimulación aparatosa de los supuestos fluidos eléctricos que recorren el cuerpo de los muertos; equiparable a la a exhumación de un Bobby que parece ser un cruce de Frankenstein y Peter Pan del doom metal.
Un resurrección inopinada que parecía improbable, pero que aparece abruptamente como estrujada en un cielo de papel que, sorprendentemente, escribe cartas de amor ¿Es eterna la reina de Bobby?.
La respuesta se condensa en un documental que aún provocando momentos de repulsión instintiva, condensa torrentes de empatía que flota en la estación líquida del estupor; una resurrección que corre en paralelo a su recuperación artística: la imponderable aparición de la musa erótica que Bobby había descrito en la letra de «Forever my Queen», hecha humana a partir de la gráfica poesía expresada por Bobby en su cuaderno de notas.
LASTS DAYS HERE (2001)
Este documento fílmico ha sido capital para el conocimiento de Pentagram por parte de un sector de público distanciado de los circuitos rock y metal; es tal el grado de patología que exhibe, que resulta un adhesivo reclamo para los gustos más morbosos que, en última instancia, convierten en un fenómeno de masas el deterioro físico y mental de un ser humano! El morbo está servido! Ese Bobby demacrado de cabello descuidado y ceniciento que pulula como un fantasma astracanado. Agonizante Bobby que sucumbe en el interior de un sótano imaginando que canta en un estadio repleto de fans que iluminan su actuación portando mecheros, aunque en la realidad, el único mechero es el que enciende sus constantes humos de Crack. Un Bobby de metro subterráneo accidentado que malvive en el bajo suelo de la casa familiar de sus ancianos padres; portando pensamientos malsanos que recorren su mente como ratas ahuyadoras: la ilusión delirante que le hace creer que está siendo devorado por bacterias; una gelatinosa masa de imágenes enfermas que le impulsan a rasguñar su epidermis en un sempiterno vía crucis de heridas supurantes por las cuales pretende expulsar su mal.
La ambición tan férreamente arraigada en su personalidad le mantiene vivo. Los viejos vagones de su ímpetu se recargan con la confianza que le transmite un nuevo amigo: si logra vencer sus adicción estará preparado para encandilar a Phill Anselmo! Y este será su nuevo mecenas! Esto nunca ha ocurrido. Pero sí que apareció lo más inesperado: el amor. Un amor anómalo acorde con Bobby. Y a continuación, la crónica negra…
Una condena y otra más, está última de 18 meses de cárcel por maltrato a un familiar, fuera de la cámara de este documental, en 2016…
No haré spoiler. No seré sensacionalista ¡Investiguen ustedes si les place hacerlo!
LA LEYENDA
El caso de Pentagram y Bobbie Liebling no tiene parangón, a lo sumo se podría citar a Pagan Altar como ejemplo más cercano. En efecto esta banda londinense en la cual convivieron Terry Jones y su hijo Alan es sin duda, junto con Witchfinder General, el reducto cabalístico y misterioso que supo adaptar los hallazgos de Black Sabbath a una dimensión desconocida, marcando con ello un hito en la gran epopeya hard rock y, sobre todo el doom metal.
La discografía de Pagan Altar es también soterrada e, igualmente, sus grabaciones precursoras estuvieron sepultadas en el recreo incógnito. Pero su historia no alcanza ni lo escabroso ni lo proscrito que sobrecoge a Pentagram. Y finalmente, han conocido la exoneración de su ostracismo convirtiéndose en piedras de toque del doom. El único resquemor es que el óbito de Terry le impide escuchar la sintaxis sonora de las muchedumbres compactas de fans, circunstancia que el caso de Bobby actualmente está comenzando a ocurrir.
LA ACTUALIDAD
Heavy Psych Récords es el sello italiano que se ha hecho cargo de la banda reeditando «Rewiew your choises» (1999) y «Sub- Basement» ( 2002) a través de Black Widow Records, con una nueva remasterización a cargo de Tony Reed.
Durante este 2024 en curso, se celebrarán actuaciones que conocen su continuidad más inmediata en el inminente Kristonfest que se escenificará los días 27 y 28 de septiembre en Bilbao y Madrid respectivamente.
El LineUp de la nueva formación incluye al guitarrista de Mos Generator Terry Reed quien, como anteriormente vimos, es también el ingeniero de sonido de su remodelación. El bajista John «Scooter» Haslip ( también miembro de Mos Generator). Finalmente, el batería nacido en Forth Worth,Texas, Henry Vásquez considerado como una eminencia (Saint Vitus, Spirit Caravan, Blood of the Sun).
Se ha anunciado igualmente nuevo material de Pentagram– Bobby con esta nueva banda (o este hombre orquesta); un nuevo álbum de estudio que sucede a «Curious volume» grabado en 2015, hace casi una década con una formación distinta a la actual, que también incluyó al impresionante Víctor Griffin.
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