“Tané Cain” (1982): la (irresistible) capacidad de atracción del AOR

Tané Cain 1982 disco review reseña.

Siempre he pensado que cualquier disco merece una segunda escucha para poder opinar de manera justa y objetiva. La primera a veces es superficial y apresurada, la posterior siempre aporta más matices y detalles que habías pasado por alto, como si de una película de M. Night Shyamalan se tratase. Esto mismo me ocurrió con el único álbum editado por la californiana Tané Cain.

Un disco super disfrutable en que comparte protagonismo con su marido, el teclista Jonathan Cain: en 1979 la pareja se casa, se mudan a L.A. y Jonathan ficha por el super grupo The Babys, con los que graba un par de LP’s para a continuación entrar en Journey sustituyendo a Gregg Rolie, reventando todas las listas de éxitos con los de San Francisco.

Gracias a sus contactos en la industria musical se ponen a trabajar en un álbum que sin duda tendrá todo el viento a favor: grabado en los angelinos Goodnight LA studios con Keith Olsen a los mandos, participan varios de los más reputados músicos de estudio de la Costa Oeste, aparte de contar con la colaboración del gran Neal Schon a las guitarras. El teclista de Chicago tendrá un impacto definitivo en el álbum de Tané: escribe todas las canciones menos una, se encarga de los teclados y coproduce junto al mago Olsen.

Una delicia de disco que se abre con los teclados a lo Journey de «Temptation», las elaboradas y super marchosas baladas «Danger zone» y «My time to fly» y una «Crazy eyes” de corte más clásico.

Inician la segunda cara con una «Holdin’ on» que supura FM por los cuatro costados, el más que efectivo dueto ochentero «Almost any night”, ecos de Pat Benatar en «Vertigo», una «Hurtin’ kind» bañada en AOR y se despiden con una de las mejores tonadas del disco, «Suspicious eyes».

El álbum no tuvo la suerte que merecía, ya que no vendió lo suficiente para renovar por RCA. En 1985 Tané grabó unas demos para un posible segundo disco, pero no despertaron interés, volcándose a continuación en su carrera de actriz. Pero dejó como legado una obra fresca, solida e intensa, reflejo de una época, pero plenamente atemporal al mismo tiempo…

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