Aunque The Black Halos han vuelto en plena forma, la nostalgía fue la excusa para organizar esta gira. Una oportunidad inmejorable para disfrutar en vivo de los canadienses y de su obra cumbre «The Violent Years»
Que The Black Halos se reunieran hace un par de años para alegrarnos la existencia con su excelente “How The Darkness Doubled” fue una gran noticia. Pero que se hayan embarcado en una extensa gira por nuestro país para tocar íntegro su mítico “The Violent Years”… eso es sublime. Uno de esos discos que tienen la magia suficiente como para ser escuchados una y otra vez a buen volumen y dejarse llevar. Con esa misma actitud casi se consiguió llenar la sala pequeña de Razzmatazz, el mejor escenario para una banda como esta.
Podrán pasar los años, pero lo que no cambiará es el sentido del espectáculo que mantiene Billy Hopeless (o Bonito). Americana de leopardo, gafas de sol, cuernos de diablo y una bandera pirata colgando del pie de micro. Un outfit que duró poco a medida que el calor de los focos y los temas se iban sucediendo. Desde la inicial “Shooting Stars”, la banda sonó compacta y en buena forma a pesar de lo exigente que es tocar noche tras noche en diferentes ciudades. Pero son animales del escenario capaces de ocultar cualquier atisbo de debilidad en cuanto suben a las tablas.
La reunión con Rich Jones y Jay Millette ha sentado a la formación como un tiro, apoyados por una base rítmica que les ha servido para tener aun más empuje en sus directos. Solo hace falta escuchar “A History Of Violence” uno de sus temas más recientes grabado junto a Danni Action en las baquetas y el bajista John Kerns. “Retro World”, “Better Days” y “Darkest Corners” completaron el calentamiento antes de que “The Violent Years” entrase en juego. En riguroso orden fueron desgranando el disco como prometieron dando rienda suelta para que el público se animara. Pudimos ver a Billy Bonito desplegar su bandera pirata en “Capt. Moody” o compartir su botella durante “50 Bourbon St.”. Todo ello acompañado de su verborrea y a veces ininteligibles charlas. Por suerte nada que le restara al show.
Lo cierto es que a medida que se iban sucediendo las canciones la comunión entre banda y público se hacía cada vez más evidente. El arreón final con ese triplete compuesto por esa anfetamínica versión del “Warsaw” de Joy Division, “Start The Violence” y “No Class Reunion”, en la que Billy se bajó para cantar entre el público, dejaron con ganas de más. Pero las tablas no estuvieron vacías más de dos minutos antes de que The Black Halos volviera para rematar la faena. Aunque recortaron el repertorio previsto, los dos temas que sonaron en los bises sonaron a gloria. Empezaron con “Three Sheets to the Wind” un tema tan redondo que merece estar en cualquier top de temas punk de la historia. Y para despedirse por todo lo alto “Where Eagles Dare”, con Billy Bonito afilando su flequillo para rendir tributo a Misfits.
Vivimos en una época en la que todo es tan sumamente correcto, que parece que la actitud desafiante del punk se haya convertido en un movimiento más bien anacrónico. O al menos eso es lo que nos quieren hacer creer. Sin querer parecer conspiranoico, da la sensación de que la sociedad tiende a buscar el continuo blanqueamiento de todo. Es entonces, cuando desde la industria musical se puede llegar a un pequeño reducto con ganas de “ensuciar” y vestir de negro ese encorsetamiento global. Si, aún hay esperanza aunque venga de una banda con treinta años a las espaldas como The Black Halos. Y ni ellos ni nosotros buscamos que los canadienses abanderen nada. Pero conciertos como este siguen siendo tan necesarios como el aire que respiramos.
Fotos: Desi Estévez