Fantastic Negrito ofreció en Barcelona uno de esos shows que crean afición para presentar su nuevo disco «Son Of A Broken Man».
Cómo definir y presentar a alguien como Fantastic Negrito. Cansado de que siempre lo recuerden como el creador del moderno Prometeo, Victor Frankenstein se sienta a pensar en un nuevo reto. Los tiempos han cambiado, la ciencia ha evolucionado y ya no hay que ir asaltando cementerios para conseguir las partes de su nueva creación. Cuando el dinero no es un problema tienes al alcance de un click muestras de ADN en forma de restos en objetos que un día pertenecieron a los grandes de la música. En su laboratorio, el sudor de James Brown, un colorido pañuelo de Hendrix, un traje violeta de Prince, el sombrero de capitán de Chuck Berry se juntan con un sinfín de otros gadgets relacionados con Marvin Gaye, Sammy Davis Jr…
Ficciones a parte, cuando uno ve a Fantastic Negrito sobre el escenario puede descubrir todas esas referencias tomando forma en una sola persona. O como mínimo ese fue el sentir generalizado de todo el que salió de La Nau cuando terminó el concierto. Algo que tuvo que sorprender si o si a quien veia a Fantastic Negrito por primera vez. Pero antes que el polimórfico artista fueron los belgas Lightspeed los encargados de calentar el ambiente. Con un sonido a medio camino entre Smashing Pumpkins y el Brit Pop resultaron una elección curiosa y agradable. Aunque no creo que muchos de los que vieron a la banda corra para asistir a uno de sus conciertos. 
Su propuesta dista mucho de ser impactante, salvo si eres muy fan de las guitarras con toneladas de reverb. Presentaron “If We Could Learn To Fly”, su tema más reciente, entre cortes de su EP “The Guest House” y otras pildoras de su corta discografía. Y salieron del escenario mientras la sala llegaba a su máximo con ganas de disfrutar de Fantastic Negrito. Solo con la actitud de sus chicos, la cosa ya pintaba mucho mejor. Visualmente ya resulta hechizante el poder que maneja y desde la inicial “Runaway From You” se metió al público en el bolsillo. Ni siquiera hubiera hecho falta que fuera chapurreando castellano para sus múltiples historias. Y tuvo capítulos para todos los oídos, pero la conclusión es que su nombre es para compensar todos esos rincones oscuros por los que ha tenido que pasar.
Funk, blues, soul, rock… todos los estilos se dan la mano en las composiciones de Fantastic Negrito. Pero hay que destacar también a la banda que le acompaña. Y si no, solo hay que escuchar el solo de teclado que Bryan C. Simmons nos regaló en “I’m So Happy I Cry”. O lo poderosa que suena “Chocolate Samurai” con ese aire a Stevie Wonder que es capaz de hacer bailar al más parado del lugar. Pero no todo iba a ser una fiesta. El espiritual más profundo, con tintes gospel de “An Honest Man” muestra la vulnerabilidad del artista y parece mostrar las ganas de salir de la oscuridad vital que le ha ido rodeando. Las historias de un padre abusivo, sus problemas con las drogas, las desgracias… todo queda reflejado en sus canciones en las que siempre hay un punto de luz y esperanza.
Con un tramo compuesto por “Crooked Road”, “Devil In My Pocket” y “Son Of a Broken Man” nos recordó que esta gira le sirve para promocionar su nuevo disco. Un trabajo que gana muchos enteros en directo gracias en parte a la teatralidad que Fantastic Negrito confiere a su interpretación. Es un torbellino sobre el escenario capaz de terminar pisando su propio sombrero cada vez que entra en éxtasis como al cantar “Night has Turned to Day”. O al terminar el show con su versión de un tradicional como “In the Pines” que dejó la Sala La Nau atónita con la fuerza que aún podía mostrar tras dos horas de concierto.
Aún hubo tiempo para un tema más, “Plastic Hamburgers” que puso fin a uno de los conciertos que se colocará en más de una lista de los mejores del año. Y si lo hacen no les faltará razón. Porque Fantastic Negrito ha sido un luchador y todo ese sufrimiento lo expresa a traves de la música con carácter catártico. Quizás el inicio haya sido ficcionado, pero artistas como él empiezan a escasear sobre los escenarios y esa mezcla es difícil de encontrar. Pero, más allá de clonarlo o perpetuarlo, de momento lo mejor es vivirlo en directo. Hacedlo, no os arrepentireis , a los hechos me remito.
Fotos: Desi Estévez
