Jacob Collier, 100.000 voces no pueden estar desafinadas

Jacob Collier

El multiinstrumentista inglés Jacob Collier dió luz, color y afinación a un lunes gris de otoño en Barcelona en el que las 4000 personas que asistieron se convirtieron en protagonistas de parte del show.

Para bien o para mal, la globalización y la avalancha de información que las redes nos brinda resulta influyente. La sobreexposición a las pantallas en las que aparecen “nuevos genios” puede hacer que se pierdan mentes brillantes en la multitud. Por suerte, a veces hay quien brilla por encima del resto y pasa de ser reconocido como un elemento viral al genio que es. Si se observa atentamente la evolución de Jacob Collier, no parece que el talento del músico tenga techo. Su gira actual es para presentar el cuarto volumen de “DJESSE”. Un proyecto en el que lleva trabajando desde el año 2018 y que podría considerarse solo como su segundo disco. 

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Las visitas a Barcelona se cuentan por llenos y han visto como los aforos han ido aumentando en cada convocatoria. En esta ocasión, fue el Sant Jordi Club el que acogió a Jacob Collier y su banda. Entre el público una gran cantidad de músicos y de grupos familiares con ganas de disfrutar de la experiencia de uno de sus conciertos. Y es que sus shows no se limitan a salir al escenario y dar al público las canciones que ha venido a escuchar. Sus directos son experiencias inmersivas e interactivas en las que el público se convierte en más de una ocasión en parte de la banda.

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La encargada de abrir fue la catalana Lau Noah. Su propuesta íntima consiguió cautivar una sala que se iba llenando. Con una guitarra y su voz fue capaz de llenar y darle calidez a un lugar tan frío como el Sant Jordi Club con sus canciones. A lo largo de casi una hora, repasó sus dos discos dejando momentos brillantes como “La locura”, “Libertad” o “If a tree falls in love with a river”. Teniendo en cuenta que en su disco “A Dos” el invitado es el propio Jacob Collier habría sido un detalle que la hubieran hecho juntos. No fue asi, en cambio si que disfrutamos de dos invitados especiales. Silvia Pérez Cruz, con quien cantó “Que pasen cosas” y Salvador Sobral para interpretar “Wooden Chair”. Agradecida por haber podido hacer realidad un sueño como una actuación así se despidió con “Ode to darkness (Lighthouse song)”

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Lo que vino después fue un auténtico torbellino. La calma y el relax que Lau Noah había dejado en el escenario se desvaneció de un plumazo en cuanto Jacob Collier apareció. Con una vitalidad arrolladora, se sumó al colorido espectáculo visual que suponía la escenografía. Respaldado por una banda en la que destacaba en primera linea el trio de vocalistas y que dejaba a guitarra, bajo y batería en un segundo plano visual. Pero no musical, porque todos sonaron de auténtico lujo. El inicio con “100000 Voices” ya dejó ver que más que un concierto aquello iba a ser una fiesta. Resultó un inicio fulgurante y potente con tintes progresivos (incluso metal) que demostraban que cualquier estilo de música está a su alcance. 

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En otro arrebato positivo que resonaba al Peter Gabriel de “So”, continuó con “WELLLL” y “She puts Me Sunshine”. Ambas con melodías pegadizas y claros ejemplos de lo que debe ser el cerebro creativo de Jacob Collier. La presentación de “DJESSE VOL.4” siguió con “Little Blue”, una delicada balada que termina con el primero de los cantos corales del público perfectamente dirigido por el joven compositor. La sensación de formar parte activa  del espectáculo le da un punto extra, además de crear un ambiente único. Un recurso que aparecería a lo largo del show en varias ocasiones, sin resultar para nada repetitivo. Su visión funky tomó forma en “Time Alone With You”. Llegado a ese punto, Collier ya había alternado guitarra, bajo, teclados  y percusiones con una facilidad pasmosa. 

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Momento para dar un rato de descanso a la banda y mostrarse solo ante el público. Con una guitarra acústica y su voz silenció al Sant Jordi Club con los punteos que acompañaban “The Sun Is In Your Eyes”. Tras los sintetizadores, le dió una vuelta de tuerca a un clásico como “Bridge Over Troubled Water” para mi bastante innecesaria y estirada tras la que volvió la banda a escena. Y con ella protagonismo a Alita Moses, cuya voz robó más de un corazón durante “In Too Deep”. No faltó el solo de batería, aunque en esta ocasión fue más una batalla entre percusiones. Una de las colaboraciones de su último disco es con Camilo en el tema “Mi Corazón”, del que la improvisación de latin jazz final fue lo mejor de un tema con pinta de complejo pero bastante previsible. 

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La noticia de la muerte de Quincy Jones, del que fuera su mentor y valedor, sirvió para que añadieran al repertorio “Human Nature” de Michael Jackson. Tras “Witness Me” otra sorpresa de esas que hacen que el concierto sea único, sobre todo para la pareja que se comprometió sobre el escenario. Lo cierto es que en este tramo, era un continuo no saber que podría pasar. Así como la versión de Simon & Garfunkel no terminé de disfrutarla, si lo hice con “Fly Me To The Moon”. Llegada de Londres, tuvimos a Suzie Collier acompañando al violín la pieza. Tras un nuevo coro por parte de la audiencia, llegó el tramo final del show compuesto por “All I Need” y “ Over You”, además de un medley que convirtió la sala en una gran pista de baile para terminar con alegría. 

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Un único bis fue una extensa versión de “Somebody To Love” de Queen, ideal para que Jacob Collier volviera a usar al público como coro. Tema que tuvo que pararse por una urgencia médica de algún asistente, aunque sin graves consecuencias. Fue un detalle que el músico parase la actuación hasta que no se hubiera solucionado todo. Con el indispuesto bajo cuidado médico, se retomó el coro y terminó la canción. Quizás por esa interrupción, o simplemente porque sí, Collier se volvió a sentar al piano cuando la banda ya había abandonado el escenario. Puso el cierre con otra canción eterna como es “Can’t Help Falling in Love”. 

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Con ella puso fin a dos horas que por fín puedo catalogar como experiencia más allá de ser un concierto. Y es por algo tan simple como hacerte participante del propio show. Con ese pequeño ejercicio vocal en el que por un segundo tienes la sensación de que tus capacidades como cantante son mejores que las demostraciones de una noche en el karaoke. Si a eso le sumas el increíble talento que hay en Jacob Collier, sus conciertos resultan ideales para disfrutarlos en familia o en grupo. Creo que ni siquiera él mismo es capaz de saber dónde termina su creatividad. Y espero que ni él ni nosotros lleguemos a saberlo nunca.

FOTOS: Desi Estévez

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