«Camelot», séptimo disco de Jennifer Castle

La canadiense Jennifer Castle edita “Camelot”, su séptimo álbum (tercero en Paradise Of Bachelors). Autoproducido junto al reputado Jeff McMurrich  en el Palace Sound de Toronto, cuenta con los músicos Carl Didur /teclados), Evan Cartwright (batería), Mike Smith (bajo) y Paul Mortimer (guitarras). Además, Cass McCombs se encarga de las guitarras en “Lucky #8”, una de las canciones más destacadas. Owen Pallett arregló las cuerdas para la orquesta del estudio FAMES Skopje de Estonia.

Escucha “Camelot” de Jennifer Castle aquí:

Quizás a alguno le suene lo de “Jennifer Castle”: es el título de una canción que aparecía en “Modern Pressure” de Daniel Romano. “Jennifer, la madre de una canción/ Abre el cielo, Jennifer: inténtalo/ Porque nadie puede hacerlo excepto tú”. Era el homenaje de Romano a esta compositora, músico y poeta canadiense con una larga carrera poco conocida por aquí, a pesar ser una figura destacada del undreground de Toronto desde hace 15 años. Su música ha pasado por la psicodelia y el pop de cámara de “Pink City” (2014), el country/gospel de “Angels of Death” (2018) o el folk psicodélico de “Monarch Season” (2020).

Ahora, en una vuelta de cuerda inspirándose en Camelot, la legendaria sede de la corte del rey Arturo. Pero su reinterpretación de Camelot busca el Grial, si lo hay, destilando la experiencia cotidiana para convertirla en arte y el arte en fe. Un disco en el que toda la magia recae en la madre naturaleza y su hermosa y perfecta imperfección. Musicalmente, es una mezcla de todos los géneros que ha explorado durante su carrera, folk, country, pop de cámara, … Y, lo más importante, canciones excepcionales que le han valido el título de disco del mes en Uncut.

“Camelot”, el tema homónimo, abre el disco con su poesía escapista, que va de los círculos en los campos ingleses a las sirenas del desierto. Esta tensión permanente entre magia y pragmatismo y lo sagrado y profano es una de las claves que ha manejado en la composición de este disco. Toda la épica desaparece en la minimal y hermosa “Some Friends”, que es todo lo contrario. “Algunos amigos vienen con dos caras diferentes: una en la luna recitando versos brillantes y radiantes y otra en el sol, tan calientes como una maldición”.

Destaca también “Trust” donde toma partido a favor de la verdad frente a todos los que corrompen su arte. Cínicos, críticos, hipócritas, gurús, pseudo científicos, amantes, gobiernos, la industria del entretenimiento, … Aunque esa industria le ha dado éxito: cerrando uno de los episodios de la última temporada de The Bear aparece esa deslumbrante balada country-soul que es “Blowing Kisses”. El tema estrella del disco, donde reflexiona sobre los momentos de parálisis compositiva: “No hay palabras con las que luchar / Ya no soy una mendiga del lenguaje”.

El momento más optimista aparece en “Lucky #8”, recordando a R.E.M. Una oda irreprimible al baile como baluarte contra las “piscinas de dolor” y la “teoría del colapso”. También acelera el ritmo “Full Moon in Leo”. En ella, la narradora baila por la casa con una escoba, vestida únicamente con su ropa interior y su largo pelo. Mientras, sueña con ver su cara en una valla publicitaria de L.A.

El álbum termina con “Fractal Canyon”, pop de cámara donde la orquesta de Estonia embellece su grito de “no estoy sola aquí”, que se repite hasta el infinito en una canción que recuerda en su desarrollo a los mejores momentos de nuestra añorada Victoria Williams. Tras varias escuchas, todo va creciendo y las canciones van entrando en nuestra psique en un disco con muchos recovecos escondidos.

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