Johnny Delaware edita su tercer paso en solitario, “Para Llevar”. Un disco que, a pesar de su docena de colaboradores, es un trabajo cocinado en soledad. Sólo pequeños detalles allí y allá, sobre todo en las baterías y pequeñosos arreglos (pedal steel, violín, flautas, trompetas, …). Todas las canciones llevan la autoría de Johnny. También la producción, la cual se realizó en Lucerna Records de la Ciudad de México. Editan el disco New West y Normaltown.
Escucha “Para Llevar” de Johnny Delaware aquí:
Delaware nació y se crió en Dakota del Sur. Estudió en la universidad con una beca porque era un gran atleta, pero lo dejó pronto. Pasó su juventud vagando por Estados Unidos antes de llegar finalmente a Charleston, donde grabó su debut en 2013, “Secret Wave”. El disco recibió excelentes críticas, pero fue su otro proyecto, Susto, el que pronto tomó protagonismo. Junto a Justin Osborne despertó el interés de grandes publicaciones y abrieron para artistas como The Lumineers o Band of Horses. También era el líder de The Artisanals, buena banda de rock.
Pero, como buen culo inquieto, no estuvo mucho tiempo en el proyecto y se mudó a la Ciudad de México. Enamorado de sus gentes y su cultura pasa más tiempo allí que en Charleston. Desde la capital mexicana relanzó su carrera en solitario con “Energy Of Light” (2022). Otro disco que tuvo una buena acogida en los medios.
“Este es un álbum muy nómada”, dice Johnny Delaware. “Lo grabé en un estudio de la Ciudad de México, en la carretera de USA y en habitaciones de hotel por toda Latinoamérica. Si escuchas con atención puedes escuchar fragmentos de todos esos lugares y de la gente que conocí en el camino. Todos son parte de mí ahora”. Basado en los viajes de Delaware, tanto físicos alrededor del mundo como internos para encontrarse a sí mismo, el disco combina elementos de Laurel Canyon y Latinoamérica con una producción psicodélica y onírica para forjar un remolino cultural hipnótico que trasciende fronteras y tradiciones. El resultado es una exploración profundamente personal de la naturaleza humana a través de los ojos de un observador itinerante. Una meditación embriagadora sobre la duda, la esperanza, el miedo, el amor y la soledad que nos unen a todos, sin importar dónde vivamos.
Los fans de Susto encontrarán sonidos familiares. La escritura de Justin Osborne y la de Johnny desarrollan similares búsquedas de la emoción. En esta ocasión, el enfoque parte de la época de Laurel Canyon, buscando canciones luminosas y optimistas. La influencia de los sonidos latinos aparece de vez en cuando pero no define para nada esta colección. “Jungle Full of Ghosts” comienza con un ritmo marcado y una guitarra juguetona: “las voces que estás escuchando, te llaman pero no saben tu nombre”. Esa jungla llena de fantasmas es aquella que tienes que atravesar lidiando con la soledad que has elegido. Un tema que comienza recordando la brillantez de John Denver, lo mismo que “Running”. Una canción muy autobiográfica, con el personaje principal que no está mucho tiempo en ningún lugar por muy a gusto que esté.
“Sad Song” es, como su nombre una canción triste. Parece una composición escrita a medias entre Andrew Combs y Susto, con la melancolía del primero y los cambios de tono de los segundos. Pura belleza sobre no tener que componer una canción triste porque todas lo son. “Stubborn Faith” es otro momento álgido, sonando a puro soft rock. Una canción que le vino en un sueño. Mientras la escribía, como quien no quiere la cosa, se fue dando cuenta de que el mundo se está desmoronando. Los coros de Alejandra Moreno y la trompeta de Clay White dan el toque definitivo de elegancia que necesita una canción humilde pero redonda. “Caution Darling” es puro Laurel Canyon e “Incógnita” es el momento más latino del disco. Un instrumental donde el protagonismo es de la guitarra española con un ritmo muy sudamericano.
«You Alone (are the revolution)» es una pequeña pieza muy Susto en la que aborda la resilencia de las comunidades y lo importante de permanecer unidos. Fleetwood Mac son la referencia en “Darkness” (acerca de lo fácil que es, para un artista, caer en la oscuridad) y en la correosa “Never Let Go”, una canción que celebra las bondades del amor a distancia. “Mexico City Blues” cierra el disco con una historia real. Caminando por las calles del DF se encontró con un tipo que llevaba una copia de ese libro de Kerouac. Éste le contó que, en los años 90, había tenido una amante que solía trabajar como prostituta y decidió escribirle una canción. Un gran final para un disco muy al estilo de la factoría Susto: en apariencia humilde pero encerrando joyas de gran valor en su interior.
Como buen músico sin gran éxito, no se le caen los anillos por reconocer que sus principales ingresos los consigue vendiendo fibra puerta a puerta. Es un trabajo que le permite mantenerse libre artísticamente. Y no descarta volver a unirse a Susto, con los que sigue manteniendo una gran relación. En 2025, estará tocando en mayo y junio por prácticamente toda Europa junto al gran Dylan LeBlanc. Ojalá esté nuestro país entre sus planes.