Mia Kelly edita su segundo disco, “To Be Clear”. La cantautora de Quebec se confirma como candidata a ser la nueva estrella de la música canadiense con un disco lleno de emoción producido por Jim Bryson, otro gran cantautor de la región. Él y Mia se encargan de la mayoría de instrumentos, junto a Dani Nash (batería) y Brian Sanderson (vientos). El disco ha sido editado por Acronym Records.
Escucha “To Be Clear” de Mia Kelly aquí:
Mia nación en Gatineau, Quebec, por lo que escribe e interpreta de manera natural tanto en francés como en inglés. Recientemente galardonada como Artista Joven del Año y Artista Emergente del Año en los Premios Canadienses de Música Folk de 2024, está ganando rápidamente reconocimiento con su voz poderosa y su habilidad para adaptar las historias de las personas con las que se ha conectado en su vida. Es una narradora imaginativa que canaliza sus emociones crudas y vulnerables a través de sus canciones.
Su primer proyecto discográfico fue el EP “Cardboard Box”, escrito y grabado como trabajo de fin de curso en la secundaria. Su álbum debut de 2022, “Garden Through the War”, exploraba temas de resiliencia y crecimiento que siguen a las dificultades, como tantos discos de la época. Las siete canciones que encerraba hicieron que su nombre empezara a sonar en su país y más allá, haciendo su primera incursión por Europa. Destacaba, “Kitchissippi”, acerca de la paz que le daba surfear en el río Ottawa durante la pandemia y donde se preguntaba qué haría si el río se secara.
A pesar de su juventud, domina el arte de cantar historias. “Bonefish Boys” abre el disco a ritmo de jazz contando la vida de un perdedor que conoció en uno de sus viajes. Militar adolescente, adicto a las drogas en el verano del amor y en caída libre desde entonces. “South Went the Bird”, escrita junto a Blair Dunlop, es una típica canción de desamor instrumentada de manera sencilla para sacar todo el partido a la emocionante melancolía de la voz de Mia.
“Si J’etais Franche” es la primera de las dos canciones en francés. Demuestra que su dicción y ritmo en el idioma es perfecto. Puede recordar en cierta manera a su paisana Allison Russell. En este caso, el desamor es en primera persona: “Si fuera honesta/Te diría que te amo, pero no lo suficiente”. Una canción fantástica, pero no más que “Watercolor Girl”. Con cierto sabor a Natalie Merchant, el estribillo, que gira alrededor de una frase de su abuela («Tengo miedo de que si lloro / ya nunca pueda parar») y tiene uno de esos giros que solo un buen compositor sabe escribir.
“Sally Mae” es una corta balada marinera que baja un poco el ritmo y deja paso al tiovivo emocional que nos acompañará hasta el final. En “Meaning Well” canta con una expresividad que le acerca -palabras mayores- en el estribillo a Brandi Carlile. Vuelve al francés en una canción sobre el abuso, “Rideau Tombe”, antes de encadenar dos canciones sobre un depredador sexual. En la buena tradición del blues, “Lone Dog” presenta al despreciable Tom, el que acecha en el jardín o en la cola del supermercado a su próxima víctima. “Oleander”, por su lado, es una murder ballad que cuenta el final de Tom, envenenado por Mary, una de sus víctimas. «Cada vez que Tom entraba,el perro sediento hacía que a Mary se le erizara la piel. Ella sabía lo que les hacía a las chicas del pueblo».
Para cerrar, un folk clásico, que recuerda a clásicos como Joan Baez: “Remedy River». Otra carta amor al río Ottawa, en cuyas aguas surfea y en cuyas orillas imagina canciones que, si sigue este nivel de progresión, harán de ella uno de los grandes nombres en la fértil escena canadiense. El arte de escribir canciones no es fácil de y Mia, a pesar de su juventud, parece tenerlo más que aprendido.