Estrenamos sección en Dirty Rock Magazine. Donde para no perder la costumbre seguiremos hablando de discos. Pero ésta vez no recomendando -o quizás sí- pero sería mejor recomendar no acercarse a ellos. La historia del rock está llena de bodrios que merecen ser reivindicados -o no- y de eso se va a tratar. Que no todo en la vida van a ser discazos.
Deep Purple In Rock, Machine Head, Made In Japan, Burn, Rising, Down To Earth, Bent Out Of Shape, Perfect Strangers…¿Qué hace uno cuando tiene semejantes muescas en su historial discográfico? Lo más lógico sería honrarlo y no dinamitarlo, pero el siempre imprevisible Ritchie Blackmore (ésta vez más que nunca), decide enviar todo eso a paseo y dedicarse en cuerpo y alma junto a su nueva pareja Candice Night -a la que le supera un cuarto de siglo de edad- a su gran pasión; la música renacentista. O al menos lo que él y su pareja entienden por música renacentista, que es mezclar a unos ABBA descafeinados, el Mike Oldfield que colabora con Maggie Reilly e intrumentos supuestamente añejos como guitarras acústicas, mandolinas, gaitas o flauta dulce entre otros.
En definitivas cuentas; el horror al que se refería el Coronel Kurtz. A nivel estético digamos que la cosa tampoco es para dar saltos de alegría. La parejita se nos presentan vestidos como recién salidos del bosque de Sherwood, Ritchie embutido en unas mallas de juglar y Candice que parece una Stevie Nicks de AliExpress. Un panorama desolador para los que le seguimos a Blackmore durante tantos años. Pero las cosas -como en la vida- siempre pueden ir a peor. Sir Blackmore de Normandía y Lady Candice de Bretaña se nos descuelgan con el disco navideño más infame que haya podido escuchar en mi vida. ¡Blackmore’s Night y la Navidad, apuesta a todas luces ganadora. Winter Carols se llama el engendro, se publicó en 2006 y su audición es toda una prueba de resistencia para cualquiera que haya seguido la carrera del ex Hombre de Negro.
A la habitual flácida propuesta musical de la pareja se le juntan la inherente ñoñez de los villancicos y el resultado hace que los discos de Mike Olfield con Maggie Reilly parezcan los Deep Purple del Made In Japan. Ya que a nivel musical es absolutamente infumable, soporífero e incluso puede llegar a ser hasta irritante. No queda nada de la magia de Blackmore a las seis cuerdas. De acuerdo, toda la discografía de la parejita es bastante infumable, pero siempre había alguna que otra canción en que el ex Deep Purple hacía sus punteos tan personales a las seis cuerdas, ya fuera en acústico y eléctrico. Pero en este disco ni eso. Su acústica queda difuminada y sepultada en medio de un festival de campanas instrumentación tan añeja como ridícula y algunas veces hasta una irritante gralla llega a tomar el protagonismo.
De hecho la auténtica protagonista de todo este desaguisado es Lady Candice, estando incluso su voz más alta que el resto de la instrumentación en la mezcla. ¿Canciones? Pues quizás ninguna. La mayoría insulsas tonadas tradicionales –como todos los villancicos- que en ocasiones llegan a producir sonrojo como “Come All Ye Faithfull” (el “Adeste Fideles” de toda la vida) o la meliflua “We Wish You a Merry Christmas” en una revisión en la que sólo falta David el gnomo danzando y haciendo coros. Pero la parte del león se la lleva “Christmas Eve” compuesto por la pareja, un bodrio de melodías dañinas y campanitas ¿Algo positivo? Harto complicada la tarea de destacar algo en éste cúmulo de despropósitos navideño, pero si se me apura quizás la instrumental “Winter (Basse Dance)” compuesta por el propio Blackmore y en la que se puede disfrutar un poco de su prodigiosa digitación.
Lo más gracioso e incluso sorprendente del caso es que el dichoso artefacto se ha llegado a reeditar incluso en tres ocasiones; en 2013, en 2017 y en 2021. Con añadidos de algunos temas nuevos y versiones en directo. Ansioso espero la edición definitiva con las sesiones de grabación completas.
Sí, los discos navideños, salvo honrosas excepciones, son bastante insufribles, pero Ritchie Blackmore se lleva el premio gordo con este inenarrable Winter Carols. Cualquier parecido no ya sólo con Made In Japan es pura coincidencia, incluso si se me apura hasta con The House Of Blue Light.