Muy buena entrada registraba la sala, a pesar de ser domingo, lo cual no está nada mal para una artista en su primera visita a la Ciudad Condal. Con un vistazo al escenario preparado, uno ya se podía dar cuenta de que aquello no iba a ser una actuación del montón. Y se confirmaron las sospechas desde el primer minuto en que la británica Rosalie Cunningham y su banda salieron a escena, todo un dechado de virtudes a todos los niveles.
Sonido inmaculado, canciones perfectamente ejecutadas y una estética retro más que bien asimilada. También tenían una misión que era presentar un morrocotudo nuevo disco que lleva por nombre To Shoot Another Day, y a ello se pusieron manos a la obra.
Hasta ocho canciones cayeron de la susodicha obra, entre ellas “Timothy Martin’s Conditioning School” -presentada por Rosalie como una canción sobre la cultura del alcohol en Inglaterra- la cabaretera “Home” con la imprescindible ayuda vocal de la bajista Claudia (de sobras conocida en la escena de Barcelona), la taciturna “In The Shade Of The Shadows”, o ese híbrido entre Uriah Heep y Heart que es “Return Of The Ellington”.
Y es que el fuerte de la propuesta musical de Rosalie Cunningham es que combina un puñado de referencias más que conocidas; los primeros Queen, King Crimson, Jethro Tull, Beatles, Alice Cooper, glam, influencias celtas…Y consigue aunar todo esto bajo el manto de su personalidad propia. Por supuesto un concierto de este nivel no se logra con cualquier banda, y los acompañantes de Rosalie son de campanillas, exquisita la preponderancia del órgano Hammond, gran papel del guitarrista (con cierto parecido a David St Hubbins de Spinal Tap, todo sea dicho) y sin duda la otra estrella de la noche la bajista claudia, que se notaba que llevaba bastante el peso del concierto, y es que no sólo toco ese bajo Rickenbaker de mánera más que solida, también tuvo momentos para darle a la flauta Travessera y dar la réplica en las voces.
Tras la interpretación de la espectacular “Duet” de su penúltimo trabajo Two Piece Puzzle, nos fuimos acercando al final del pase finiquitando con una canción de Purson, su banda previa, que se acabó convirtiendo en una extensa jam donde cada músico tuvo su momento de protagonismo, exquisito sería la palabra y todo dirigido por una Rosalie Cunninghman muy cercana en imagen a una estrella clásica de Hollywood.
Aún quedaba tiempo para más, la banda volvió a salir para un único pero generoso bis que finalizó con la estrambótica y llena de constantes cambios de ritmo “Dethroniong Of The Party Queen”. Una hora y cuarenta minutos de excelencia musical y visual. Vista la euforia del público y las colas del merchandising Rosalie Cunningham ha logrado crear una sólida base de fans. Aunque por mucho que me guste su propuesta, enrevesada la veo para que llegue a un tipo de público con ganas de abrir las orejas más de lo que toca. Y si no mirad que pasó con Jellyfish o Bigelf, bandas a las que la propuesta de Rosalie les veo puntos en común.
Fotos Desi Estévez.
