Excelente velada de blues la que se vivió en Barcelona de la mano de Walter Trout. Todo un superviviente con ganas de seguir tocando sus licks en los escenarios mientras sea posible.
Walter Trout no llegó a hacer ningún trato con el diablo en un cruce de caminos, pero consiguió esquivar a la parca cuando llamó a la puerta de su habitación. En estos diez años, el bluesman no ha perdido el tiempo y ha ampliado su colección de discos hasta el asombroso numero de 31. El más reciente, “Broken” resulta la excusa perfecta para volver otra vez a la carretera. Pese a la popularidad que ha tenido en Europa, esta ha sido su segunda visita a la ciudad (festival de Cerdanyola a parte). Y aunque tardó, Razzmatazz 2 terminó por presentar una entrada muy interesante para recibir a todo un superviviente.
La calurosa bienvenida que acompañó la entrada del quinteto daba pistas de las ganas que había de escuchar a Walter Trout hacer llorar su guitarra. Habría tiempo para eso, pero nada mejor que una enérgica “I Can Tell” de Bo Diddley para comenzar y calentar al personal. “Courage In The Dark” fue la primera visita a su último disco, y sirvió para terminar de ajustar pequeños detalles de sonido. Sobre el escenario Michael Leisure en la batería, John Avila al bajo y Roland Bakker con los teclados servían a Walter Trout un colchón sobre el que dejar que sus dedos hicieran su mejor trabajo a la guitarra. Junto a ellos Brett Smith-Daniels, un joven guitarrista que servía de apoyo en muchos de los temas, aguardaba pacientemente en un discreto segundo plano.
“Wanna Dance” mantuvo el pulso con una estructura que recordaba al Neil Young más rockero antes de un primer sentido homenaje. Tras unas emocionadas palabras al que fuera su mentor John Mayall, le dedicó “Say Goodbye To The Blues” llevándose una de las ovaciones de la noche. Es fácil pensar en Gary Moore cuando escuchas la manera de tocar que tiene Walter Trout aunque el estilo del norteamericano es algo más limpio en la ejecución. Y se nota que el tema está compuesto desde el corazón escuchando los fraseos que parecían lamentar la pérdida. Aunque el ritmo trotón de “Ride” devolvió un poco de punch al show, la calma volvió en la presentación de “Follow You Back Home”. Reivindicó la donación de órganos con su historia personal gracias a la cual de momento lleva diez años de bonus sobre la Tierra.
Con muchas ganas de hablar, Walter Trout explicó como Michael Leisure impidió el cierre del disco aludiendo que no podía ser que tras treinta discos nunca hubiera compuesto un boogie. Y de ahí salió “Bleed” un tema impetuoso con un gran solo de teclado que sirvió de contrapunto al siguiente tema. Tras un duelo entre guitarra y teclado, los músicos fueron abandonando poco a poco los músicos el escenario. Sólo Roland Baker y un Walter Trout desnudo de guitarra defendieron el blues de corte más clásico. Ya con todos de vuelta, We’re all In This Together” significó la explosión y reivindicación de Smith-Daniels tomando el papel que Joe Bonamassa tiene en el disco. Los duelos de guitarra entre ambos hasta hacer arder los mástiles de sus guitarras fueron uno de los grandes momentos del concierto.
Y como la vida está llena de contrastes, todo lo excitante que resultaron esas batallas tuvo su opuesto en los largos solos de presentación que tuvieron los músicos durante “Red Sun”. Era más impresionante la retahíla de nombres que llevaban los músicos en su bagaje que los minutos que tuvieron para mostrarse. Con esto llegaron al momento en que la banda sale del escenario, se toma un minuto de descanso para volver en olor de multitudes. Vamos, el bis de toda la vida. Esa noche la escogida fue un nuevo tema de “Broken” como es “I’ve had Enough”. En esta ocasión fue el ex-Oingo Boingo John Avila el que se calzó los zapatos de Dee Snider para aportar las segundas voces.
Ahora sí, luces encendidas, despedida y la música enlatada sonando por las PA. Pero tras dos horas, Walter Trout aún tenía ganas de más e hizo volver a todos a sus puestos para un bis de los de verdad. Y lo hizo para reivindicar a otro de sus héroes con “I Shall Be Released” de Bob Dylan ante el éxtasis generalizado del personal. Visiblemente emocionado, el guitarrista abandonaba el escenario definitivamente.
Había dejado claro que pese a marcar 73 años en su carnet, mientras tocaba se sentía como si tuviera 25 (aunque hizo broma con que cuando terminaba la canción parecía que tuviera 95). Y que pensaba aprovechar todo lo posible para seguir tocando ya que desde hace diez años lo que más agradece es estar vivo y poder subirse al escenario. Y nosostros felices por verle bromear tocando como si fuera B.B. King. Toda una lección vital además de musical la que ofreció Walter Trout que no está de más tenerla presente. Y si puede ser, que vuelva pronto a recordárnosla.
Fotos: David Holgado