Cada vez son más los que definen a «Blood on the Tracks», su decimoquinto álbum de estudio, como el mejor disco de Bob Dylan lanzado un 20 de enero de 1975. «Blood on the Tracks», grabado a finales de 1974, Dylan se desnudó un poco y mostró lo que le ocurría sin que eso significara quitarse la máscara. Retrato sangrante de un Dylan separándose de su mujer Sarah Lowndes y dedicándole las mejores y más dolorosas canciones de amor y odio a sus 33 años, con un matrimonio deshecho, el maestro llora en público y entrega con letras muy directas.
Cada canción implica una relación arruinada de alguna manera. Esa es parte de la razón por la que a tanta gente le encanta este disco, incluso a gente que de otra manera no es muy partidaria de Dylan. Cualquiera que haya experimentado alguna vez una ruptura puede identificarse con lo que está diciendo a lo largo de sus más de 50 minutos.
Musicalmente hablando, Dylan regresó a sus raíces, intercambiando estilos como el country y rock con los que había estado experimentando durante un tiempo a favor del folk, principalmente con una sección rítmica (aunque Bob toca algunas de estas canciones en solitario), ocasionalmente con un piano o un órgano y solo una vez con una guitarra eléctrica.
Dylan pasó de ser más poeta que músico a ser más músico que poeta a finales de los 60 y muchos lo odiaron por ello. Aquella ruptura matrimonial y todos sus sentimientos que generaron como la tristeza, amargura, ira, alivio y arrepentimiento, no lo muestra como un trabajo deprimente. «You’re Gonna Make Me Lonesome When You Go», «If You See Her, Say Hello», «You’re A Big Girl Now» y «Tangled Up In Blue» exponen a un hombre inseguro de sus sentimientos pero que se esfuerza por sacar lo mejor de ellos. Dylan logró escribir un par de maravillosos cuentos morales como «Simple Twist Of Fate» y «Shelter From The Storm», y una novela corta brillantemente inventiva: «Lily, Rosemary And The Jack Of Hearts«.
Mientras que Dylan tradicionalmente envuelve su música en metáforas y distancia, «Blood on the Tracks» es inusualmente directo. Las mejores canciones aquí – «Simple Twist of Fate», «Tangled Up in Blue» y «Shelter From the Storm» encajan en este perfil, pero el álbum tiene alcance. Dylan es desconcertantemente abierto y vulnerable en «You’re Gonna Make Me Lonesome When You Go» y «You’re a Big Girl Now», y no creo que nunca haya sonado más mordaz que en «Idiot Wind«.
Éste es Dylan en un modo que nunca volveríamos a ver, y aunque es ligeramente menos original que la poesía impulsada por las anfetaminas de mediados de los años 60, es casi impresionante ver a Dylan enseñarle a los compositores una forma que él inventó sin querer.
Un simple giro del destino…