Arropado por una gran banda, Fermín Muguruza volvió a poner la reivindicación y la libertad al servicio de la música. Un camino de cuarenta años que tuvo parada en Barcelona
Es curioso como la nostalgia ayuda a provocar efectos curiosos. Si hace un par de años La Polla era capaz de llenar dos Sant Jordis, en este caso ha sido Fermín Muguruza el que se ha quedado muy cerca de colgar el cartel de no hay entradas. Todo bien. De hecho me alegro por ellos. La escena punk española, como casi todo lo que rodea a los ochenta y el País Vasco nunca fue un movimiento querido por los mass media (como debe ser) y da gusto ver cómo la Resistencia se ha convertido en algo más. Con unas proclamas que, por desgracia y por lo visto ,siguen vigentes en el mundo, ver tanta gente reunida en contra reconforta y da un poco de esperanza. Fermín Muguruza escribió algunos de los momentos más combativos de la juventud de muchos ya fuese con Negu Gorriak o Kortatu, y aún sigue en la brecha 40 años después. Una gira necesaria como último bastión en la que celebra a lo grande toda su carrera.
Ecléctico y siempre buscando diferentes sonoridades en cualquier rincón del mundo, Fermín Muguruza volvió a subirse a los escenarios para celebrar 40 años desde que se lanzara a luchar por medio de Kortatu. Una gira mundial con aires de continua reivindicación que tuvo su paso por el Palau Sant Jordi de Barcelona. Galiu fueron los encargados de calentar a los pocos que llenaban la pista cuando salieron al escenario, y es que la entrada se vio ralentizada por unos exhaustivos controles de seguridad en la entrada. Por años que pasen, el miedo a la actitud punk no se pierde aunque no sea tan peligrosa como antaño. Tras su paso, la responsabilidad de dar la bienvenida al público vino de mano de unos DJs.
No se habían cumplido las 9 de la noche cuando la banda comenzó a tomar posiciones y dar muestras de su calidad. Arrancaron la velada con “Maputxe” sin el protagonista sobre las tablas pero marcando el ritmo que sería una constante durante la noche. Sería Bele, excelente voz y guitarra, la encargada de presentar a Fermín Muguruza que aparece con calma saludando a la afición. Una tranquilidad aparente que se rompe en cuanto suenan los primeros compases de “Urrun”. A partir de ese momento, y durante las dos horas y media que duró el show no hubo ni tregua ni descanso sobre el escenario. La banda suena poderosa y sorprendentemente bien desde el principio. Una actitud que contagia rápido a un público que necesita poco para dar rienda suelta a sus ganas de fiesta. Quizás por eso “Hay algo aquí que va mal” se convirtió en la primera excusa para volverse loco.
Hasta nueve temas de Kortatu sonaron a lo largo de la noche. “La línea del frente”, “Desmond Tutu”, “A la calle”, “La familia Iskariote”, “Nicaragua Sandinista” fueron mezclándose con la obra en solitario de Muguruza como “Big Beñat”, “Black Is Beltza” o “Euskal Herria Jamaika Clash”. Uno de los momentos más emotivos de la noche fue el homenaje a su hermano Iñigo con “Bizitza zein laburra den”. Aunque el concierto estuvo lleno de detalles. No dejó de reivindicar los hechos del 1 de Octubre, siempre en un fluido catalán que más quisieran muchos. Se acordó de la Casa Orsola, del conflicto palestino, de los afectados de la Dana, del auge de la extrema derecha… Hubo mucho por lo que gritar y protestar. Pero también hubo sorpresas musicales. Subió al ex-Negu Gorriak Mikel Abrego (componente de Galiu) al escenario para tocar “B.S.O.” e “Itxoiten”. Hizo lo propio con Carlos Animal en “Zu atrapatu arte”.
Y sin darnos cuenta, entre baile y reivindicación nos plantamos en el final del primer gran bloque. “Kolore bizia”, “Radio Rahim” y “Dub Manifest” fueron las encargadas de cerrar el set list antes del merecido descanso de la banda. Aunque no hubo mucho tiempo para el silencio. Acompañando a Charlot en “Tiempos Modernos” suena una versión de “La Internacional” interpretada al acordeón para lanzarse acto seguido con “Errespetua” y darle su merecida presentación a la banda a lo largo de “El ultimo ska de Manolo Rastamán”. En las pantallas el mensaje “Venim de lluny, ho tornarem a fer, endavant les atxes!” parecía cerrar la noche. Pero todos sabíamos que a este concierto le faltaban piedras angulares aún por sonar. “Yalah Yalah Ramallah” y “Gora Herria” dejaron el camino preparado para el gran fin de fiesta como no podría ser de otra forma con “Sarri, Sarri” con la que exprimir las últimas fuerzas, derramar las cervezas y bailar como tantas otras noches hicimos en el pasado.
Cuesta pensar en qué momento pudo parecer que voces como la de Fermín Muguruza ya no tendrían sentido, porque lo cierto es que siguen siendo cada vez más necesarias. Figuras combativas, con ganas de reivindicar y no dejarse pisar por los grandes poderes. Manifestándose a través de la inquietud de la música. La línea de frente cada vez necesita más Muguruzas, el problema es que solo hay uno. Así que espero que esta celebración de cuarenta años no sea ninguna despedida.
Fotos: Desi Estévez