Invisible – El jardín de los presentes (1976)

Luis Alberto Spinetta, un tipo inquieto donde los haya y auténtica leyenda del rock argentino. Después de fundar grupos tan imprescindibles como Almendra o Pescado Rabioso, se saca de la manga un nuevo proyecto: Invisible.

Y es, con su tercer álbum, y tras un cambio en la formación y una evolución en su sonido, pasando de un trío a un cuarteto, con el que da de lleno en la diana.

El resultado, ‘El jardín de los presentes (1976)’, una combinación de progresivo, jazz y aromas porteños, y quizás su obra cumbre junto a Artaud (1973).

Es fundamental reseñar las circunstancias y el contexto en el que fue publicado, pues coincide con el inicio de la última dictadura acaecida en el país sudamericano, en la que es probablemente la etapa más oscura de la historia de Argentina. De hecho, dos de los componentes de Invisible, se verían obligados a exiliarse un año después.

El trabajo se abre con su tema más emblemático, ‘El anillo del capitán Beto’, una composición que te atrapa sin remisión desde sus primeros acordes, y que da lugar a múltiples interpretaciones: Es un tratado sobre la soledad, aunque hay también quien dice que es un homenaje a un futbolista y capitán del River Plate de aquella época, pero yo prefiero verlo como la respuesta bonaerense al ‘Space oditty’ de Bowie, al juguetear en su letra con elementos parecidos al clásico del camaleón.

A continuación, ‘El libro de la buena memoria’, un cadencioso tema a ritmo de tango al que sigue el único (y brillante) instrumental de dicho trabajo, ‘Alarma entre los ángeles’, con una clara influencia del jazz fusión que se estilaba en los setenta.

Le sigue un breve tema acústico, ‘Que ves el cielo’, que supone un pequeño respiro ante lo que queda por venir, otro de los momentos clave, el hipnótico ‘Ruido de magia’, dominado por una guitarra jazzy y cristalina, seguido del bello y escalofriante ‘Doscientos años’, la rabia contenida de ‘Niño condenado’ con momentos cercanos al hard-rock, para finalizar con la reflexiva ‘Las golondrinas de la plaza de mayo’, con el espíritu del tango de nuevo revoloteando alrededor de dicha canción.

Con este trabajo, Spinetta por fin consiguió el éxito que se le había negado con sus anteriores aventuras, y aunque en un principio se vio envuelto en los tejemanejes de la dictadura, pronto se desligó de ella, al darse cuenta de su política cruenta y represiva y la progresiva y dramática desaparición de ciudadanos…

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