Peter Gabriel. Un explorador musical y su tiempo

Siete años han transcurrido desde la publicación de su libro anterior, lo que da una idea de la envergadura de esta obra. No se trata tanto de que sobrepase las quinientas páginas sino de lo que estas encierran, un estudio completo del artista y su tiempo, como bien avanza el subtítulo. Nada nuevo supone el enfoque, pues ya lo hizo el autor con su libro sobre The Kinks, y todo lo que dije entonces vale también ahora (The Kinks. Música, cultura y sociedad).

Javier de Diego es un equilibrista que consigue ilustrar sobre aspectos muy diferentes que hacen del libro un todo que va mucho más allá del estrecho margen del periodismo musical. Su erudición es tal que podría aplastarte si cayera de golpe sobre ti, pero él la dosifica de tal modo que ensancha suavemente tu conocimiento. Tal vez sepas qué es la discordantia perfecta o la cadencia plagal, conozcas de sobra quiénes fueron Stephen Biko o Mark Rothko, estés al tanto del problema kurdo o de lo que significó Sun City en Sudáfrica, incluso recuerdes el frustrado proyecto del parque cultural en Barcelona ’92.

Pero es casi imposible que domines todas las materias sobre las que el libro nos ilustra, conectadas con la obra personalísima de Peter Gabriel. De Diego nos lo pone en bandeja, sin necesidad de abandonar la lectura para una urgente búsqueda en internet: sus miradas a los márgenes, que cualquier otro habría omitido o reducido a la mera mención, sirven para ubicar a la perfección al artista y su obra. Un artista singular, por cierto, al que retrata en sus miedos y sus inseguridades, en su visión sensible del mundo y en un compromiso tan puro que difícilmente se puede identificar con la política.

Impecable la narrativa de sus años juveniles y de su encuentro con los colegas del colegio privado de Charterhouse con los que formaría Genesis; fascinante el modo en que se nos va revelando el artista, oculto tras las máscaras de una teatralidad inseparable de su relación con el público. De ahí a la necesidad constante de experimentar y avanzar, a su carrera en solitario, siempre un paso más lejos, y a la búsqueda en su propia psique, asistimos al alumbramiento de discos únicos.

De Diego no se limita a destripar las canciones, entra en las profundas motivaciones de Gabriel, y al hacerlo nos ofrece piezas magistrales, como el capítulo «Vanguardia y locura». El relato se mueve gradualmente hacia las nuevas tecnologías, la preocupación por el planeta, el posicionamiento contra el racismo y por la paz alimentan nuevos intereses artísticos, culturales y sociales, promoviendo las músicas del mundo y orillando la publicación de discos propios, y sin darnos cuenta pasan los años pero Peter Gabriel sigue ahí de otra manera, como una figura arcangélica. Javier de Diego nos ha regalado un volumen al que, dada la ralentización exagerada de la actividad de Gabriel, poco o nada haya que añadir en el futuro. Una obra encomiable y posiblemente cerrada.

Texto por Juan J. Vicedo desde Libros para el camino. Lugar que tiene que ver con la música, y con lo que nos conmueve de la música.

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