Desde que en 2021 publicara su primer EP Underdog Anthems, teníamos el ojo puesto en esta artista con origen en el estado de Massachussets pero con residencia en Nashville. Hollow, graduada en la Berklee College of Music de su estado natal, nos presentó el pasado mes de septiembre su segundo larga duración, Come up kid, que incluso a nosotros se nos pasó por alto, pero que después de varias escuchas no podemos dejar caer en el olvido.
Su primer álbum contenía piezas interesantes, como Runnin’ like a gypsy o Renegade season, que te hacían poner el pie sobre el acelerador y pisarlo a fondo casi hasta el olvido. Buenos riffs y estupendos solos, estos últimos todos a cargo de la propia de Hollow.
En este último Come up kid, nos da una pista de lo que pueden ser lo derroteros por los que transitarán su música en los próximos tiempos, y es que se aprecia una evolución en torno incluso a las letras de sus canciones y a la composición, donde podemos sentir la mezcla de blues rock y americana.
El espaldarazo definitivo para Hollow, se produjo al poco de terminar su actuación en el Ryman como telonera de Melissa Etheridge, uno de sus referentes. Y es que con el público en pie al termino de su actuación, la cantante se sintió deslizándose en esa alfombra mágica que parece llevarte a un lugar estrellado. Sin embargo, al poco tiempo se dio de bruces con la realidad de Nashville, y pasó mucho tiempo durmiendo en su coche tomando el maletero del mismo para sus cabeza, y la parte del habitáculo destinado a la cabina, para el resto de su cuerpo.
En medio de esa cruda realidad se hizo ‘la pregunta’: «¿me rindo o doblo la apuesta?». A partir de entonces dedicó todo su tiempo a escribir y reescribir y componer canciones, a reunir a los mejores músicos de Nashville que pudo, a gastar hasta el último centavo que pudiera ahorrar para conseguir un disco de calidad, un disco que representara ese sacrificio.
Lo que tenemos entre manos ahora es el resultado de su tenacidad, coraje y talento, un disco con temas que brillan por sí solos a lo largo de cuarenta minutos para once cortes, en los que se desprenden historias de desamor, superación y valor en letras más maduras que las escuchadas en sus anteriores trabajos.
La apertura del disco con Changing suits, una bofetada rock que recuerda a la propia Etheridge, con potentes riffs y solos marca de la casa, y temas acústicos más cercanos a la americana como Keeping my hands busy o Don´t calle me baby, pero que contienen el apoyo de la potente guitarra de Hollow como adorno en cada uno de ellos. En definitiva, un disco disfrutable que te podría acompañar en toda una noche de carretera.