No busques Vulgaria en el mapa: no está. O mejor dicho, no debería estar. Porque Vulgaria no es un punto geográfico, sino una expedición sensorial, un lugar que solo existe cuando cierras los ojos y dejas que el sonido te lleve.
Formado por Isaac Villanueva (voz y guitarra), Gabriel Méndez (bajo) y Carlos de las Heras (batería), este trío asturiano no juega con etiquetas fáciles. Lo suyo es un choque de fuerzas naturales: la catarsis del grunge, la expansión del post-rock, la densidad del stoner y la melancolía de la costa norte.
Su música es territorio sin cartografiar, siempre a punto de desmoronarse, siempre dejando huellas imborrables.
Pero Vulgaria es más que un cóctel de géneros. Es un concepto, una suerte de país imaginario con sus propias reglas y mitología. “Nos gusta imaginar sus paisajes, su fauna… pero eso queda entre nosotros”, dicen. Lo importante es la experiencia del oyente, y para eso proponen un pacto: dejarse llevar con atención y la mente abierta.
En un mundo de consumo instantáneo, donde la música a menudo es ruido de fondo, Vulgaria desafía la prisa y el desinterés, apelando a quienes aún buscan algo más en el sonido.
El camino hasta aquí no ha sido lineal. Entre los tres suman trayectorias en otras bandas y en la industria, y aunque en algún momento, han tomado carreteras distintas, todas convergieron en un local de ensayo donde, de forma casi espontánea, todo encajó. También su proceso creativo es fruto de la combustión más que de la planificación.
“Intentamos no pensar demasiado, no ser perfeccionistas. Si algo no sale, no insistimos”, explican. Lo suyo es una química difícil de encontrar, ese punto intermedio entre el control y el accidente donde nacen las mejores ideas.
Tras un primer sencillo, «La Gloria», que en menos de una semana acumuló 24.000 visualizaciones en YouTube, Vulgaria vuelve a pisar el acelerador con «El Fulgor», un viaje emocional de seis minutos que sigue abriendo grietas en la frontera entre la precisión y la catarsis.
“Hay ascensos y descensos, unos cuantos baches y, finalmente, un viaje astral. Ahí es nada”, dicen. Si algo define a Vulgaria es la búsqueda de lo inesperado: pueden sonar a la costa asturiana golpeada por el mar, a un delirio de Adam Curtis o a un Spaghetti Western de Ennio Morricone.
Autoproducir su primer EP ha sido una decisión natural, una forma de preservar la inmediatez y la visceralidad en tiempos de perfección digital. “Preferimos sonar menos pulidos y más humanos”, defienden.
Porque en una era de Inteligencia Artificial y producciones asépticas, Vulgaria se agarra a la imperfección como forma de autenticidad.
Su debut, previsto para marzo, es solo el inicio de un mapa en blanco que ellos mismos están dibujando. Lo demás es incierto, como debe ser. Pero si algo está claro es que Vulgaria ya no es solo un lugar imaginado. Está aquí. Y su música no va a pasar desapercibida.
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ENTREVISTA CON VULGARIA:
Jess: No encontramos Vulgaria en los mapas, pero aquí estamos hablando con vosotros. Habéis dicho en vuestra presentación en Spotify que «el mapa no es el territorio». ¿Eso significa que Vulgaria no es un lugar, sino una experiencia?
Vulgaria: Nos gusta imaginar Vulgaria como un territorio fantástico, inalcanzable. Como ejercicio mental, jugamos a imaginarnos a sus gentes y sus costumbres, sus paisajes y su fauna… Pero eso queda entre nosotros. Es bonito dejar que cada cual haga ese ejercicio al experimentar la música, y lo imagine a su manera.
Jess: Entonces, ¿cómo se experimenta mejor? ¿Con auriculares cerrando los ojos, en un coche de madrugada, en un garito con mala iluminación?
Vulgaria: Querríamos que, independientemente del lugar y el medio, la gente se aproxime a los temas con atención y una mente abierta. En estos tiempos puede ser que pidamos demasiado, pero creemos que merece la pena. No solo como forma de enfrentarse a nuestra música, sino como forma de enfrentarse a la vida.
Jess: Decís que Vulgaria es el vehículo donde plasmáis vuestra experiencia en otras bandas y en la industria musical. ¿Qué carretera os ha traído hasta aquí?
Vulgaria: ¡Muchas carreteras multiplicadas por tres! Pero el camino nos ha traído aquí, nos puso en el mismo local de ensayo, y parece que todo encaja.
Jess: En la música hay una eterna lucha entre el control y el accidente, la precisión y la catarsis. En vuestra manera de componer, ¿qué porcentaje pertenece a cada lado?
Vulgaria: Intentamos no pensar mucho, no ser perfeccionistas. Si algo no sale, no insistimos. No nos enamoramos demasiado de las ideas. Solemos fluir y no forzar las cosas. Si no, te puedes quemar o peor aún, acabar siendo un petardo.
Jess: Definís vuestra música como una mezcla de grunge, progresivo, post-rock, stoner, doom… ¿Cuánto de deliberado hay en ese cóctel y cuánto es pura combustión espontánea?
Vulgaria: La mezcla es puramente espontánea. Tenemos la suerte de ser personas afines y con los egos bastante trabajados. Con estos ingredientes, la combustión es potente pero controlada. Lo necesario para mandar un cohete a la Luna.
Jess: Si tuvieseis que describir la esencia de Vulgaria sin recurrir a ningún género musical, ¿cómo lo haríais?
Vulgaria: Los documentales de Adam Curtis, las visiones surrealistas de la pintora Dorothea Tanning, el fluir de las esculturas kinéticas de Arthur Ganson o una noche en el archipiélago de Lofoten.
Jess: Hay algo en la música pesada y atmosférica que siempre ha evocado paisajes, sean desiertos, mares en tormenta o fábricas en llamas. ¿Qué espacios imagináis cuando tocáis vuestra música?
Vulgaria: La costa asturiana está en el código genético de la banda. Áspera, dura y machacada por el mar, es fácil descubrir referencias a estos acantilados en las letras de nuestro primer EP.
Pero hay momentos en los que viajamos a tierras más exóticas. En “La Luz” (uno de los temas incluidos en el EP que saldrá en marzo), el viaje parte de Rajastán en dirección al cosmos, para volver al punto de partida.
Jess: Entre los tres, seguro que hay influencias que colisionan o se solapan de maneras inesperadas. ¿Cuál ha sido la influencia más absurda, improbable o fuera de contexto que ha encontrado su lugar en Vulgaria?
Vulgaria: En algún momento nos hemos encontrado haciendo música de Spaghetti Western, en plan Ennio Morricone. Quién sabe, a lo mejor acaba saliendo algo así en el siguiente EP.
Jess: Vuestro primer sencillo, «La Gloria», ya está en el mundo. ¿De qué gloria hablamos? ¿Celestial, terrenal, efímera, inexistente?
Vulgaria: La letra de “La Gloria” es suficientemente ambigua como para que quien la escuche le aporte su significado. No queremos imponer. Sirve tanto de banda sonora de una revolución, como de himno de tu equipo de Ultimate Frisbee; tanto de compañía en un camino espiritual, como de motivación para ir al gimnasio.
Nos gusta pensar que los temas, una vez fuera, adquieren vida propia. Y sobre eso tenemos poco o nada de control.
No obstante, “La Gloria” siempre ha estado del lado de lo honorable y lo justo, y esto conviene recordarlo en tiempos oscuros.
Jess: El segundo single sale en pocos días. ¿Qué nos podéis adelantar? ¿Será un viaje más asfaltado o seguimos en caminos sin señalizar?
Vulgaria: “El Fulgor” propone un viaje si acaso aún más arriesgado. Es un viaje emocional de seis minutos en dos capítulos que creemos plasma lo más interesante que hemos traído de ese territorio fantástico que es Vulgaria.
Hay ascensos y descensos, unos cuantos baches y, finalmente, un viaje astral. Ahí es nada.
Jess: Autoproducir un EP es toda una declaración de intenciones. ¿Cómo ha sido ese proceso?
Vulgaria: Francamente natural. Se dio la circunstancia de contar con el tiempo, conocimiento y recursos para ello. Grabarlo, diseñarlo y promocionarlo nosotros mismos nos pareció lo más sincero y hemos aprendido mucho y muy rápido.
No obstante, estamos construyendo una red de gente de confianza. En el futuro, vemos Vulgaria como algo más grande que tres personas en un local.
Jess: En tiempos donde cualquiera puede grabar en su casa y parecer que está en un estudio de Los Ángeles, ¿qué decisiones tomasteis para que Vulgaria sonara como vosotros y no como una versión pulida y desinfectada de algo?
Vulgaria: Preferimos desde el primer momento sonar menos pulidos y más inmediatos que buscar un sonido impecable. La idea de una producción más visceral surge por oposición, en un tiempo en el que se habla mucho de Inteligencia Artificial y todo resulta sintético y sospechoso.
El ser humano es altamente imperfecto y la mayoría de las obras trascendentales que aceptamos como canon reflejan esta imperfección. Por primera vez nos enfrentamos a resultados perfectos e incluso “no-humanos”, y sentimos que esa empatía emocional con la obra no llega a establecerse, al menos no de la misma manera.
Creemos que pronto la gente buscará otra cosa, así que quisimos en cierto modo retornar a esa idea más punk de capturar un momento y primar la autenticidad sobre los aspectos técnicos.
Jess: Si pudierais elegir un tour soñado, ¿con qué tipo de bandas compartiríais cartel y qué público ideal os imagináis en primera fila?
Vulgaria: En cierto modo seguimos la senda que en España abrieron bandas como Havalina, Betunizer, Manta Ray… bandas difíciles de etiquetar. Sería un honor llenar parte del hueco que ellos han dejado.
También bebemos de las escenas prog, experimental, stoner, post-rock… y que también ahí tenemos nuestro hueco.
Valoramos mucho el trabajo de la gente de Aloud, Nooirax y Red Sun entre tantas otras que arriesgan por el underground, del que tanto nos hemos alimentado. Ahí hemos encontrado las mejores bandas y el mejor público.
En cuanto al cartel, si algún día tuviésemos el honor de participar en un ArcTanGent, un Sonic Blast o en un resucitado AMFest veríamos nuestros sueños cumplidos. Soñar es gratis, ¿no?
Jess: Una última oportunidad para vendernos la moto: ¿por qué alguien que aún no os ha escuchado debería darle al play en Spotify ahora mismo?
Vulgaria: Deberías comprar esta moto porque la etiqueta dice Made in Vulgaria; garantía de intensidad, víscera, verdad y cariño.
¡Y porque en ningún otro sitio se hacen motos como se hacen en Vulgaria!
Jess: ¿Queréis añadir algo más?
Vulgaria: Gracias a Dirty Rock de todo corazón, y a todos aquellos que nos escriben para compartir su pasión por lo que hacemos. No esperábamos esta respuesta y solo podemos agradecer el recibimiento que hemos tenido.
fotos: Daniela Cohen