Hace una docena de años Jason Isbell publicaba Southeastern, el disco que suponía su redención tras un período oscuro en que el alcohol, entre otras cosas, estuvo cerca de truncar la que parecía una prometedora carrera. (https://michambergodeentretiempo.com/2014/12/06/la-redencion-de-jason-isbell/).
Su por entonces pareja, Amanda Shires, consiguió sacarle del pozo en que se hallaba sumido e Isbell facturó un disco que es considerado uno de los puntos más altos de su carrera. El tiempo ha pasado y la que parecía la historia perfecta, que tanto nos recordaba a Johnny y June, terminó abruptamente no muy amistosamente tras más de 10 años de relación.
Ahora, el músico de Alabama se abre en canal en Foxes in the Snow para capturar lo vivido en los últimos meses. Para capturar la inmediatez y la crudeza se acompaña sólo de su guitarra Martin de 1940 y de su voz en un disco honesto y sencillo pero nada simple. Nunca suficientemente valorado como guitarrista, Isbell hace una labor brillante en este disco sin necesidad de una banda ni dubs, efectos o producciones grandilocuentes.
Grabado en los Electric Studios de New York y producido por el mismo junto a Gena Johnson (quien ya produjo Reunions y Weathervanes), el disco arranca con la voz de Isbell en una especie de himno country en el que reza “Enterradme donde no el viento no sople, donde el polvo no me cubra, donde la hierba crezca o enterradme donde caiga”. Inmediatamente nos viene a la memoria los American Recordings de Johnny Cash, y su actualización de la tradición musical americana.
A lo largo del disco encontramos la sensación de un Isbell confesional que va contando su verdad sobre el amor, la pérdida o el infierno. Como ocurre con todo lo que toca Isbell, Foxes in the Snow se posiciona como una obra de referencia. Sigue siendo uno de los pocos compositores capaces de capturar, con una precisión impresionante, las huellas que dejamos en los demás («Good While It Lasted»), explorando las profundidades de las emociones humanas con una simplicidad destacable.
Incluso en sus momentos más didácticos, como en «Don’t Be Tough», se presenta como una figura cercana, un viejo amigo que ofrece consejo. Las lecciones son duras, pero reflejan la cruda realidad de la vida. Frases como «Feel the pain and feel it pass» o «Let love knock you on your ass» podrían parecer manidas, pero bajo la interpretación de Isbell, adquieren una nueva dimensión, convirtiéndose en algo cercano al gospel más trascendental.
En el álbum también se perciben momentos de tensión y reproche hacia su expareja, quien, según parece, no manejó de la mejor manera el éxito creciente de Isbell a lo largo de los años. A lo largo de las canciones, se incluyen frases contundentes dirigidas a Amanda, mientras que, por otro lado, también se encuentran versos cargados de ternura que reflejan el encuentro con un nuevo amor.
Eileen es una de las joyas del álbum “It ended like it always ends, Somebody crying on the phone, You tell each other you can still be friends, but you both know you’re on your own” pero con esa melodía clásica de Isbell que te desarma. Por si quedaba dudas, en Gravelweed se despacha con «I was a gravelweed and I needed you to raise me. And you couldn’t reach me once I feel like I was raised» refleja cómo Shires jugó un papel clave en la recuperación de Isbell para superar sus adicciones, pero su relación ya no pudo mantenerse una vez que él superó esa etapa de su vida.
Por otro lado, «I’m sorry the love songs all mean different things today» se destaca como una de las frases más emotivas del álbum. En “Open And Close” es quizás más optimista ante la aparición de una nueva relación en un tema que recuerda en cierto modo a los Avett Brothers.
“Foxes in the snow” tiene un aire más bluesy y continúa ese optimismo que parece asomar ante un nuevo horizonte. Siempre hay un momento para volver a casa, a las raíces, y en una situación así Isbell lanza una oda a su estado natal de Alabama: «No puedo parecer mantenerme alejado, Así que vuelvo al carmesí y a la arcilla», canta en «Crimson and Clay» en otro de los puntos álgidos del disco.
Finalmente Isbell se sincera con “It was good while it lasted”, no todo estuvo mal y fue bonito mientras duró. “The last time I tried this sober I was 17” Y llegamos a, probablemente, la canción más emocionante que define el disco y que resume la ruptura con Amanda: “True Believer”.
A lo largo del disco encontramos referencias veladas sin entrar en detalles, pero aquí se permite tocar algunos aspectos más concretos. “I can’t remember my dreams I guess it could be the meds, but the sound of you screaming won’t get out of my head … “All your girlfriends say I broke your fucking heart and I don’t like it”.
Cierra el disco con algo de optimismo en “Wind Behind The Rain”. Estamos ante un disco que es a la vez el final de una etapa, la más laureada de la carrera de Isbell, en el que demuestra una vez más que es uno de los mayores exponentes de su generación.
Pero a la vez, marca el comienzo de una nueva etapa: si Southeastern estaba trufado de referencias a la pérdida, la redención, el perdón, la sobriedad y las segundas oportunidades; en “Foxes in the Snow” Isbell recuerda cómo ha ido superando adversidades a lo largo de su vida “Just when you think that I’m beaten, I get up every time”.
En lugar de ceder a la ira, como lo haría en el pasado, elige resaltar los cambios por los que todos pasamos. Cambios que, cuando son exitosos, pueden llevarnos a alejar a ciertas personas de nuestras vidas.